El coronavirus es el grito desesperado de la tierra herida
La pol¨ªtica, la ciencia, la econom¨ªa y las mismas religiones son responsables ante las amenazas globales que nos acechan
El coronavirus que est¨¢ atormentando a la humanidad podr¨ªa ser el grito desesperado de la tierra herida y maltratada. Podr¨ªa ser el duro precio pagado por el desprecio de nuestro planeta que nos cobija y que estamos destruyendo con nuestro modo de vida depredador. Y no lo afirma este columnista. Son los grandes cient¨ªficos y expertos quienes est¨¢n dando el alarme.
Lo cierto es que estamos sufriendo una de las pandemias m¨¢s asustadoras de la historia. Quiz¨¢s ya haya habido en el pasado epidemias con mayor n¨²mero de v¨ªctimas mortales pero se trata esta vez de un virus de los m¨¢s desconcertantes y dif¨ªciles de analizar. Y los pron¨®sticos de los expertos son aterradores.
Cada d¨ªa que pasa los cient¨ªficos nos asustan m¨¢s. Nos dicen que la pandemia apenas ha comenzado, que otros virus peores se avistan en el horizonte y que ni al coronavirus de la covid-19 se le conoce a¨²n del todo. M¨¢s a¨²n, se desalienta a los ya curados dici¨¦ndoles que pueden quedar con secuelas graves f¨ªsicas y ps¨ªquicas para toda la vida. ?Algo m¨¢s? S¨ª, la incertidumbre de las vacunas, ya que existe el temor que dada la rapidez con la que el coronavirus muda, las vacunas puedan llegar tard¨ªas. Y si era poco, el hecho de que ni la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) tiene a¨²n la seguridad absoluta de c¨®mo se transmite el virus. Estamos a¨²n a oscuras en muchas cosas. Quiz¨¢s lo ¨²nico cierto es que el virus parece cebarse sobretodo en la aglomeraci¨®n de las personas y en los lugares cerrados.
Lo que queda m¨¢s claro es que la humanidad que parec¨ªa estar hasta venciendo a la muerte con la fuerza de la medicina ha acabado arrodillada ante un virus del que desconocemos con certeza como apareci¨® y cuanto podr¨¢ a¨²n modificarse. En decenas de art¨ªculos, en este mismo peri¨®dico, se han preguntado los especialistas c¨®mo podr¨¢n cambiar nuestras vidas despu¨¦s de la pandemia y qu¨¦ novedades acarrear¨¢ a las nuevas generaciones. Una cosa aparece, sin embargo, cada vez m¨¢s clara y es que el coronavirus ha sido como un alerta a toda la humanidad. Es como si nos advirtiera que la tierra no es infinita y que de no respetarla se vengar¨¢ cada d¨ªa m¨¢s de nosotros y de nuestra ceguera.
Ni el agua ni el aire que respiramos, ni el consumismo desenfrenado que inunda de residuos t¨®xicos a la tierra, ni los alimentos que consumimos son infinitos. El genocidio de animales y plantas nos pasar¨¢n una cuenta cada d¨ªa m¨¢s alta y el peque?o planeta podr¨ªa pronto hacerse invivible.
Si el simple coranovirus est¨¢ poniendo de rodillas a los cinco continentes parando la econom¨ªa y sembrando dolor y muerte no es dif¨ªcil imaginar lo que pueda esperar a la humanidad. Esta pandemia est¨¢ revelando a la ciencia, a la medicina, a la filosof¨ªa y a la misma religi¨®n que el ma?ana podr¨ªa ser tr¨¢gico para todos, ricos y pobres ¡ªpero m¨¢s dr¨¢stico a quienes menos protecci¨®n tienen¡ª. Es la misma naturaleza con las inc¨®gnitas que est¨¢ creando y que nunca hab¨ªan desconcertado tanto a la ciencia y a la medicina, la que nos est¨¢ ense?ando que de poco sirve ocultar la realidad. Los recursos del planeta no son infinitos y gritan y amenazan con sepultarnos si seguimos en esta corrida loca y desenfrenada al consumo. Y las consecuencias graves de la destrucci¨®n de la tierra no ser¨¢n para ma?ana. Cada d¨ªa que pasa, cada nueva tragedia natural, es como un aldabonazo que nos advierte que el fin del planeta tierra puede estar cerca.
Miremos a los ojos de los ni?os y pregunt¨¦monos si queremos dejarles en herencia un planeta destrozado, violentado y avergonzado sobre cuyos escombros seguimos cerrando los ojos en vez de empezar ya hoy, porque ma?ana podr¨ªa ser demasiado tarde, a cambiar nuestros h¨¢bitos de vida.
El coronavirus que est¨¢ afectando a toda la humanidad a la vez y que ha cogido de sorpresa a la ciencia y a la medicina no ha sido una gripe m¨¢s como siguen voceando los imb¨¦ciles. Hoy la pol¨ªtica, la ciencia, la econom¨ªa y las mismas religiones son responsables ante las amenazas globales que nos acechan. Meter la cabeza bajo el ala es condenar a los ni?os que son la esperanza de un planeta reconciliado consigo mismo. Abandonarles a un destino de muerte segura por nuestro ego¨ªsmo de hoy es un genocidio no s¨®lo del futuro sino del presente.
De esta pandemia de la que ya no quedan dudas que es diferente, desconcertante y que puede ser un alarme de algo peor, o saldremos de ella reconciliados con la humanidad pidiendo perd¨®n a la madre tierra por nuestras violaciones continuas y haciendo juramento de cambiar los h¨¢bitos perversos de destrucci¨®n e hipoteca del futuro y hasta de nuestro presente, o estaremos caminando hacia un nuevo diluvio b¨ªblico.
?Demasiado pesimismo? No, porque creo que la capacidad del ser humano de rescatar la vida y la naturaleza antes de que sea demasiado tarde es tan grande o m¨¢s que su fuerza de destrucci¨®n y nihilismo. Es s¨®lo tomar conciencia si queremos seguir apostando por la destrucci¨®n o por el rescate universal de la vida. Una vida que ser¨¢ m¨¢s feliz en la medida que la liberemos de los superfluo e in¨²til que amenazan con ahogarnos.
La salvaci¨®n es apostar por lo esencial de la vida, para dar m¨¢s importancia a lo intangible que a lo tangible resumido en el sabio adagio de que ¡°menos es m¨¢s¡±. La pobreza, la miseria, las abominables desigualdades sociales dejar¨ªan de existir sin la codicia de unos pocos decididos a acaparar lo que no serian capaces de consumir aunque el destino les hiciera inmortales, que no lo son.
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