El mayor divorcio de la historia
Casi nada de lo que ha sucedido en el mundo en los ¨²ltimos 40 a?os admite explicaci¨®n sin las estrechas relaciones econ¨®micas, empresariales e incluso pol¨ªticas entre Estados Unidos y China
Por analog¨ªa, es una guerra fr¨ªa. Pero poco tiene que ver con la que protagonizaron la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Estados Unidos. Hay escalada entre Washington y Pek¨ªn, como entonces la hubo entre Washington y Mosc¨², naturalmente, y no solo verbal: sanciones, maniobras militares, incidentes diplom¨¢ticos... Pero lo que mejor define el momento es el divorcio.
Esta pareja de superpotencias no estaba liada por una alianza circunstancial, como la que firmaron Roosevelt y Stalin para vencer a Hitler, de hecho, solo para vencer a Hitler. Era una alianza matrimonial, con escaso amor pero muchos intereses. Casi nada de lo que ha sucedido en el mundo en los ¨²ltimos 40 a?os admite explicaci¨®n sin las estrechas relaciones econ¨®micas, empresariales e incluso pol¨ªticas entre Estados Unidos y China.
La escalada es para deshacer la comunidad de bienes construida durante estos a?os y forzar con amenazas a los parientes, vecinos y amigos para que tomen partido en el divorcio. Son muy vistosas las sanciones comerciales, las denegaciones de visados y las palabras de m¨¢s propias de toda separaci¨®n, aut¨¦nticas prendas de irreversibilidad de la pelea. Pero lo que importa y a la vez dificulta la separaci¨®n son las inversiones cruzadas, los fondos de pensiones invertidos en uno y otro pa¨ªs, las cadenas de producci¨®n y de valor a?adido, los intercambios y suministros tecnol¨®gicos¡
La globalizaci¨®n construida entre Washington y Pek¨ªn era un arma de doble filo. Las ganancias de ayer son p¨¦rdidas ma?ana. Las antiguas sinergias, futuros juegos de suma cero. E incluso de sustracci¨®n mutua: hay gananciales que generar¨¢n plusval¨ªas negativas al separarlos. Trump y Xi Jinping lo saben, pero no les importa. Prefieren dedicar sus esfuerzos a dividir la econom¨ªa y la tecnolog¨ªa del planeta en dos bloques como hicieron Truman y Stalin con la soberan¨ªa y la seguridad.
Trump ha repudiado el actual orden global. Xi Jinping quiere aprovechar el vac¨ªo y acomodarse as¨ª al espantajo del mundo sinoc¨¦ntrico esgrimido por Trump. Hay escalada porque tienen prisa. Trump por convertir su campa?a electoral en una guerra abierta contra China, a la que hace responsable de todos los males, el virus y la recesi¨®n ahora, como antes del d¨¦ficit comercial y del robo tecnol¨®gico. Xi Jinping, por aprovechar el desgobierno mundial, el p¨¢nico ante el virus y el caos trumpista para avanzar sus fichas hasta consolidar la nueva hegemon¨ªa, gane quien gane en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.
Quedan dos inc¨®gnitas sobre esta pelea sin remedio. La m¨¢s inmediata, saber si la derrota de Trump puede arreglar o al menos atenuar la virulencia de la disputa. Y la segunda, si alguien intentar¨¢ evitar este nuevo reparto del mundo entre dos liderazgos tan polarizados y excluyentes. La primera respuesta depende de los votantes estadounidenses, la segunda de los Gobiernos de la Uni¨®n Europea.
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