Actuar a tiempo
La precariedad de los dispositivos de rastreo de los contagios es clamorosa en la mayor parte de Espa?a
Desde el momento en el que hay transmisi¨®n comunitaria, la ¨²nica forma de frenar el virus es el confinamiento. En varios lugares de Espa?a se ha llegado a esta lamentable situaci¨®n por falta de previsi¨®n. A diferencia de lo que ocurri¨® al comienzo de la pandemia, cuando la facilidad de propagaci¨®n del virus cogi¨® a todos por sorpresa, esta vez las autoridades sanitarias de las comunidades aut¨®nomas han tenido m¨¢s de cuatro meses para preparar y desplegar los dispositivos de rastreo. Todas sab¨ªan que el seguimiento y control de los nuevos casos y sus posibles contactos era vital para romper la cadena de contagios. Y sin embargo, la precariedad de estos dispositivos es clamorosa en la mayor parte de Espa?a.
Particularmente nefasta ha sido la gesti¨®n en Catalu?a, que ayer tuvo que dictar medidas de restricci¨®n en Barcelona y su ¨¢rea metropolitana. Tras criticar sistem¨¢ticamente al Gobierno central por no ser m¨¢s restrictivo en el confinamiento y afirmar que de haber tenido el control no hubiera habido ni tantos contagios ni tantos muertos en Catalu?a, el Gobierno de la Generalitat se volvi¨® repentinamente permisivo. En cuanto recuper¨® las competencias tras el estado de alarma se apresur¨® a levantar las restricciones incluso en las zonas que hab¨ªan tenido que prolongar la fase dos. En las ¨¢reas de Barcelona y Lleida, justo donde en estos momentos hay m¨¢s contagios, la fase tres apenas dur¨® 24 horas. Eso provoc¨® un exceso de confianza que hoy pagamos todos. Las mismas autoridades que antes culpaban al Gobierno central transfieren ahora la responsabilidad de los brotes a los ciudadanos sin asumir que ellas mismas tienen una gran parte.
Lo m¨¢s preocupante es la incapacidad para mantener un control ¨¢gil y eficaz de los nuevos contagios. Justo el jueves la consejera de Salud catalana anunci¨® la contrataci¨®n de 500 nuevos agentes de salud p¨²blica para reforzar a los ya 245 existentes, pero si se aplicaran los est¨¢ndares de Alemania, ser¨ªan necesarios 2.000. La misma debilidad se observa en la red de vigilancia de otros puntos de Espa?a, como Arag¨®n, y particularmente en Madrid, con el agravante de que en este caso ni siquiera hay informaci¨®n fiable para poder evaluar la situaci¨®n real de los brotes. La opacidad con la que la comunidad gestiona la pandemia plantea fundadas sospechas de ocultamiento, lo que ser¨ªa un doble error, pues el virus no respeta camuflajes y una vez la transmisi¨®n alcanza cierta masa cr¨ªtica, ya es muy dif¨ªcil evitar que la progresi¨®n de contagios sea geom¨¦trica. Ante esta situaci¨®n, el Gobierno central tiene la obligaci¨®n de asegurar que las comunidades aut¨®nomas est¨¢n en condiciones de controlar los brotes. Si no es as¨ª, est¨¢ justificado barajar opciones m¨¢s severas.
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