Dif¨ªcil parto
El coste de aplazar el plan para recuperar la econom¨ªa de la UE ser¨ªa enorme
Tres d¨ªas continuados de cumbre monogr¨¢fica europea, con m¨²ltiples bloqueos, dan expresiva cuenta de las enormes dificultades para el acuerdo sobre el plan de recuperaci¨®n econ¨®mica de la Uni¨®n Europea (UE) orientado a combatir la fase recesiva de la pospandemia. Los obst¨¢culos no solo aparec¨ªan como subjetivos, por las distintas tradiciones y orientaciones pol¨ªticas (y de cultura econ¨®mica) de los 27 Estados miembros, sino tambi¨¦n debidos a un factor objetivo: la extraordinaria e in¨¦dita ambici¨®n del paquete financiero elaborado por la Comisi¨®n ¡ªsolo comparable a la fundaci¨®n de la Europa comunitaria y a la creaci¨®n del euro¡ª, y sujeta a la aprobaci¨®n de los l¨ªderes nacionales.
Esa ambici¨®n est¨¢ cuantificada. El tama?o del paquete estaba inicialmente establecido en 750.000 millones de euros que, al incorporarse al presupuesto septenal com¨²n, pr¨¢cticamente lo duplicar¨ªan, desde el 1% del PIB europeo hasta cerca del 2%. No existen muchos precedentes de un salto as¨ª en la historia de las haciendas p¨²blicas: si acaso, en etapas de conflagraci¨®n b¨¦lica. Tambi¨¦n es rupturista el modo de financiaci¨®n previsto, mediante el recurso al endeudamiento mancomunado en los mercados ¡ªdesider¨¢tum federalista que influyentes socios siempre rechazaron¡ª gestionado por un organismo comunitario, la Comisi¨®n, y la posterior amortizaci¨®n de los eurobonos con la recaudaci¨®n de nuevos impuestos.
Por eso y por otros factores (la preeminencia de los subsidios sobre los pr¨¦stamos) entraba dentro de la l¨®gica que pa¨ªses satisfechos con lo que obtienen de la vida comunitaria y temerosos de adquirir m¨¢s compromisos recelasen de su arquitectura y dimensi¨®n. Mirar al pasado a veces consuela, pero no afrontar un futuro lleno de dificultades para todos preludia penalidades.
Lo que desborda la l¨®gica de la reticencia y de la b¨²squeda de garant¨ªas o compensaciones es la t¨¢ctica negociadora del primer ministro holand¨¦s ¡ªa veces encabezando un grupo de Gobiernos halcones autodenominados frugales¡ª, tan paralizadora como la registrada hace decenios por la brit¨¢nica Margaret Thatcher. Empez¨® discutiendo el sistema de gobernanza del plan, y proponiendo el derecho al veto de un solo Gobierno (aprobar los planes nacionales por unanimidad), lo que en principio est¨¢ excluido, pues la base jur¨ªdica del proyecto concreto de recuperaci¨®n es el art¨ªculo 122 del Tratado, que opera mediante el voto por mayor¨ªa cualificada.
Pero si el obst¨¢culo parec¨ªa ser la gobernanza, una vez semiencauzado el asunto, aflor¨® el del tama?o del paquete, y el de su reparto entre subsidios y cr¨¦ditos, que parec¨ªa impl¨ªcitamente aceptado. Esa sorpresiva t¨¦cnica negociadora conocida en Bruselas como la del corte del salchich¨®n suele abusar de la confianza y lealtad del resto de socios. Es lo que ha estado sucediendo en esta cumbre. Adicionalmente fraguaba en ella la fragmentaci¨®n por bloques de pa¨ªses afines, que nunca fue tan sonora.
As¨ª que el pacto aparec¨ªa costoso, y parcialmente insatisfactorio para todos. Pero era imperativa la conciencia de que los costes del no pacto ser¨ªan mucho m¨¢s onerosos. Podr¨ªa alcanzar a dinamitar la integridad del mercado interior europeo, del que los peque?os pa¨ªses que se pretenden frugales extraen los m¨¢ximos beneficios, dada la estrechez de su mercado nacional propio. Hasta la tardanza en alcanzarlo ser¨ªa enormemente perjudicial, para la confianza de las poblaciones m¨¢s da?adas, como signo de la debilidad europea ante los mercados (en parte disipadas por las declaraciones simult¨¢neas de Christine Lagarde), y por la eventualidad de que nuevas oleadas del coronavirus impidan otras cumbres presenciales.
En todo caso, el reemplazo de Londres por La Haya como agente paralizante de los proyectos comunes revela que el problema en la toma de decisiones de la UE no se focaliza en una u otra capital: siempre hay alguna dispuesta a desempe?ar el rol de poliz¨®n (free rider). El problema es que debe eliminarse por completo el m¨¦todo de la unanimidad ¡ªque rige para el presupuesto¡ª porque da pie a vetos, chantajes y compensaciones espurias. EE UU dio cumplido ejemplo de ello al relegar a mayor¨ªa absoluta el sistema de votaci¨®n incluso para las cuestiones constitucionales. Hace siglo y medio.
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