Las camas hospitalarias de la covid-19 y el aborto
Esta no es una pandemia que toca nuestros cuerpos igualmente: cuanto m¨¢s fr¨¢giles y dependientes de reg¨ªmenes autoritarios, mayores son los riesgos de que una mujer muera simplemente porque es mujer en edad reproductiva
¡°El aborto es una cuesti¨®n de salud p¨²blica¡±, dicen los investigadores. La tesis parece abstracta, pues ?c¨®mo una pr¨¢ctica criminalizada podr¨ªa ser una necesidad de salud p¨²blica? La pandemia de la covid-19 es pedag¨®gica. Sin embargo, su pedagog¨ªa es de horror: seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, todos los meses centenas de miles de mujeres buscan los servicios de salud para cuidados de abortos incompletos. En Argentina, se estima que son 3.330 mujeres; en Chile, 1.522; en Colombia, 7.778; en M¨¦xico, 18.285. Seg¨²n el Instituto Guttmacher, 760 mil mujeres en Am¨¦rica Latina y Caribe buscan los servicios de salud por complicaciones de aborto inseguro cada a?o: son 63 mil camas hospitalarias cada mes. Para cada mujer que llega a un hospital por un aborto incompleto, la cama puede llegar a ser ocupada por ella dos veces: para los cuidados por el aborto y por el riesgo de enfermarse de covid-19.
La cuesti¨®n del aborto es colonizada por afectos patriarcales: la mujer que aborta ser¨ªa fr¨ªvola o irresponsable, dicen los moralistas. Los afectos convocados por las propias mujeres son ignorados por quien tiene el poder de criminalizar los cuerpos. Ellas abortan porque necesitan cuidar de s¨ª y de sus familias, ellas abortan y sienten alivio. La imagen de la cama ocupada por una mujer que tuvo un aborto puede ayudar a las personas de corta imaginaci¨®n a aproximarse de otra manera a la cuesti¨®n del aborto: si fuera legal y seguro, una mujer recibir¨ªa los medicamentos y har¨ªa, sola, el aborto en casa. La cama estar¨ªa desocupada para que el moralista cuidara de su propia madre, padre, abuela, abuelo o de s¨ª mismo. Regla general, no habr¨ªa raz¨®n para la internaci¨®n y el procedimiento podr¨ªa ser acompa?ado por enfermeras, o t¨¦cnicas de enfermer¨ªa a trav¨¦s de sistemas digitales de telesalud. Ser¨ªa seguro, econ¨®mico, y los abortos no ocupar¨ªan camas de emergencia para el cuidado de la pandemia.
La criminalizaci¨®n del aborto hace exactamente lo contrario. Adem¨¢s de enfermar a las mujeres por los m¨¦todos inseguros, las obliga a buscar los sistemas de salud para no morir. En Brasil, los datos de la Encuesta Nacional de Aborto de 2016 mostraron que cerca de medio mill¨®n de mujeres abortan por a?o. De esas, la mitad necesit¨® ir al hospital para finalizar el aborto. Son 250.000 mujeres que buscan los servicios de salud todos los a?os. En un c¨¢lculo sencillo de distribuci¨®n del total de casos por el n¨²mero de meses de un a?o, puede ser que 20 mil mujeres por mes ocupen camas de hospital para finalizar un aborto inseguro. La verdad es que desconocemos el impacto de la pandemia en la clandestinidad del aborto; el n¨²mero puede ser a¨²n mayor dada la fragilidad de los servicios de salud reproductiva durante la pandemia. Lo que podemos decir con mayor seguridad es que son miles de mujeres todos los meses a las puertas de los hospitales.
Hay evidencias de que los riesgos a la salud reproductiva aumentaron. Brasil es el epicentro de la muerte materna por covid-19. Ellas mueren por el virus, pero se enferman gravemente por la falta de asistencia en salud. Ya son m¨¢s de 200 mujeres muertas durante el per¨ªodo de embarazo, parto y puerperio¡ªuna de cada cuatro de ellas no tuvo acceso a la UCI. ¡°Murieron en extremo sufrimiento¡±, dice Melania Amorim, una de las investigadoras responsables por el estudio en Brasil. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud, recientemente, public¨® un documento en el que apela a los Gobiernos a que mantengan la salud sexual y reproductiva como servicios esenciales durante la pandemia. Las epidemias de ¨¦bola y zika mostraron los efectos nefastos sobre las mujeres por la interrupci¨®n de los servicios: hubo aumento en la tasa de muerte de mujeres por aborto inseguro, aumento de la violencia dom¨¦stica y embarazo no planificado en la adolescencia.
Los n¨²meros son aterradores: ¡°una modesta disminuci¨®n del 10% en la cobertura de los servicios para el embarazo y reci¨¦n nacidos puede resultar en m¨¢s 28.000 muertes, 168.000 ¨®bitos de reci¨¦n nacidos, y millones de embarazos no planificados debido a la interrupci¨®n de los servicios de planificaci¨®n familiar¡±, dice la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. ?Qu¨¦ hizo el Gobierno Bolsonaro frente a esos datos? Prohibi¨® que el Ministerio de la Salud divulgara una nota t¨¦cnica sobre el acceso a m¨¦todos contraceptivos y aborto en caso de violencia sexual durante la pandemia. Hizo m¨¢s que ignorar la centralidad de la salud reproductiva, pas¨® a perseguirla con la intensidad de los autoritarios que hacen del ¨²tero de las mujeres una bandera pol¨ªtica.
Esas mujeres ocupar¨¢n a¨²n m¨¢s camas hospitalarias por aborto inseguro, correr¨¢n riesgos vitales de dejar a sus hijos hu¨¦rfanos, adem¨¢s de aquellas embarazadas y enfermas por covid-19 que morir¨¢n en ¡°extremo sufrimiento¡±. Esta no es una pandemia que toca nuestros cuerpos igualmente: cuanto m¨¢s fr¨¢giles y dependientes de reg¨ªmenes autoritarios de Gobierno de la vida, como son muchas mujeres negras e ind¨ªgenas de los pa¨ªses latinoamericanos y caribe?os, mayores son los riesgos de que una mujer muera simplemente porque es mujer en edad reproductiva. No hay mayor esc¨¢ndalo sobre los efectos de la desigualdad de g¨¦nero que la muerte de una mujer porque su salud reproductiva no fue cuidada.
Debora Diniz es brasile?a, antrop¨®loga, investigadora de la Universidad de Brown.
Giselle ?Carino?es argentina, polit¨®loga, directora da IPPF/RHO.
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