Orquestas de verano
El silencio de estas noches tiene a¨²n otro indeseado efecto. Permite seguir oyendo a nuestros pol¨ªticos, algo que otros veranos no era posible, precisamente por la m¨²sica
Este verano del coronavirus, que recordaremos durante mucho tiempo por lo extra?o, lo que uno echa m¨¢s en falta es la m¨²sica de las orquestas, esa banda sonora de los veranos que nos acompa?a siempre, incluso cuando la memoria ya no recuerda las canciones que tocaban en tal o cu¨¢l ocasi¨®n. Las orquestas de verano no tocan tanto para que la gente baile como para llenar las noches de los veranos de fantas¨ªa y para que las recordemos luego.
Este verano del coronavirus, con la gente embozada detr¨¢s de las mascarillas y el miedo aleteando en el ambiente, se ha quedado sin banda sonora, por lo que nadie lo recordar¨¢ con nostalgia, me temo. Si acaso con ese sabor de los veranos desperdiciados con el que los que hicimos el servicio militar recordamos los nuestros en el cuartel o quienes pasaron por una enfermedad o por la muerte de un familiar en uno de ellos lo evocan. Veranos desperdiciados pero con banda sonora al menos que nos recordaba otros m¨¢s felices y nos hac¨ªa so?ar con los que vendr¨ªan.
Este verano ni siquiera nos permite eso. Las orquestas han guardado sus instrumentos y sus trajes de fantas¨ªa y el silencio se ha apoderado de las noches, en las que s¨®lo los grillos y las sirenas se oyen ahora, puesto que hasta los veh¨ªculos y las motos parecen haber callado en su mayor parte. ?Ad¨®nde van a ir si no hay m¨²sica ni fiesta? A cambio, el ruido del mundo se ha reducido a un rumor extra?o en el que uno cree adivinar el miedo, ese temor inquieto y lleno de voces bajas que nos acompa?¨® d¨ªa y noche durante tres meses esta primavera y que con el final del confinamiento y la vuelta a la ¡°normalidad¡± hab¨ªa desaparecido. Pero ha regresado con los numerosos brotes que se propagan por todo el pa¨ªs y que auguran nuevos tiempos dif¨ªciles en el oto?o, si no antes. La palabra confinamiento ha vuelto a sonar y no como una posibilidad remota, para nuestra desgracia.
El silencio de las orquestas tiene a¨²n otro indeseado efecto. Permite seguir oyendo a nuestros pol¨ªticos, algo que otros veranos no era posible, precisamente por la m¨²sica de aqu¨¦llas, y que era de agradecer. Sin la m¨²sica de las orquestas y la algarab¨ªa y el ruido que llenaban las noches de los veranos normales, en las de este se siguen oyendo las voces que las televisiones y las radios repiten continuamente y que dan vueltas una y otra vez al monotema de este a?o tan siniestro ignorando que la gente necesita olvidarse de ¨¦l por algunos d¨ªas y, de paso, de unos pol¨ªticos de los que todos estamos ya cansad¨ªsimos, incluso aunque compartamos sus opiniones. Que uno de ellos, en esta situaci¨®n, anuncie una moci¨®n de censura contra el Gobierno para la vuelta de las vacaciones (si tan urgente es apartarlo del poder, ?por qu¨¦ no la presenta antes?) o que el presidente de una comunidad aut¨®noma se niegue a participar en una reuni¨®n de todos los presidentes auton¨®micos con el del Gobierno central a fin de fijar criterios para abordar el reparto de las ayudas europeas, lo que indica es su deseo de que la bronca siga todo el verano para que la poblaci¨®n no se olvide de que est¨¢n ah¨ª. Ellos se ir¨¢n, pero sus voces seguir¨¢n sonando y no habr¨¢ m¨²sica que las acalle, con todas las orquestas obligadas a parar y los m¨²sicos so?ando, como todos, con veranos m¨¢s relajados.
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