Pospandemia, crisis y biodiversidad
Una naturaleza empobrecida en especies aumenta el riesgo de zoonosis y los contagios que genera

El mundo de la conservaci¨®n y el medio ambiente ha discutido intensamente durante este tiempo extra?o sobre la pol¨ªtica ambiental y la sociedad que se vislumbra tras la covid-19, en paralelo al debate que ha agitado al resto del pensamiento cr¨ªtico. Los an¨¢lisis han abarcado desde escenarios rupturistas ¡ªnada volver¨¢ a ser como antes¡ª hasta un spleen de talante continuista, en la creencia de que pasado el tiempo, la vieja realidad y sus miserias seguir¨¢n all¨ª esper¨¢ndonos tranquilamente, como el dinosaurio al despertar del cuento de Monterroso.
En marzo de 2020 la hibernaci¨®n perpleja y obligada de lo humano abrillant¨® el mundo e ilumin¨® lo natural: el confinamiento abri¨® espacios acotados a la fauna silvestre, a menudo lo ¨²nico perceptible en el ef¨ªmero silencio profundo que nos acompa?¨®. Como ef¨ªmera fue la reducci¨®n de emisiones debida a la disminuci¨®n del trasporte o de la actividad industrial. Cabe suponer sin abandonarse al pesimismo que las crisis ambientales que preced¨ªan a la pandemia, la clim¨¢tica y la p¨¦rdida de biodiversidad, volver¨¢n en plena forma. Pero de la tragedia que vivimos deber¨ªa nacer una decisi¨®n virtuosa: interiorizar finalmente que la zoonosis origen de la pandemia y las que la han precedido est¨¢ ¨ªntimamente vinculada con estos dos tsunamis medioambientales. El papel tanto de las emisiones de gases producto de la actividad humana y el cambio clim¨¢tico asociado, como el de la p¨¦rdida de biodiversidad en la precaria salud de la Tierra, est¨¢ plenamente aceptado en el ¨¢mbito cient¨ªfico (salvo en el extravagante planeta negacionista). Pero la devastaci¨®n econ¨®mica provocada por la pandemia va a relegar previsiblemente al medio ambiente de nuevo, repitiendo un c¨ªrculo ominoso, a la periferia de prioridades de la agenda pol¨ªtica.
Conocemos ya qu¨¦ sucede con la pol¨ªtica ambiental en tiempo de crisis y su alcance temporal. La financiera de 2010 se ha demostrado extraordinariamente resiliente: pasados dos lustros, los niveles presupuestarios y de inversi¨®n medioambientales previos a la crisis en Espa?a est¨¢n lejos de haberse alcanzado. Los ajustes derivados provocaron una reducci¨®n y precarizaci¨®n de los presupuestos de conservaci¨®n y de las plantillas, singularmente en las inversiones destinadas a la gesti¨®n de ¨¢reas protegidas, que sufrieron un descenso significativo en el periodo comprendido entre 2010 y 2014: seg¨²n los datos de Europarc-Espa?a de 2017, la media de inversi¨®n por hect¨¢rea durante estos cinco a?os cay¨® hasta en un 63% y el personal destinado a los parques disminuy¨® un 36%.
?Se puede repetir este patr¨®n en el escenario pospandemia? El tiempo dir¨¢, pero no parece aventurado apostar por ello. Los Gobiernos en todo el mundo y singularmente Espa?a est¨¢n llevando a cabo un esfuerzo de gasto p¨²blico urgente y sin precedentes para aliviar los efectos de la pandemia, lo que provocar¨¢ reajustes y replanteamiento de objetivos de gasto, tanto de los Gobiernos como de la filantrop¨ªa ambiental privada. No es casual que Bruselas haya presentado en plena batalla virol¨®gica la nueva Estrategia de Biodiversidad de la Uni¨®n para la d¨¦cada 2020-2030: traer la naturaleza de vuelta a nuestras vidas, anticip¨¢ndose a posibles revisiones a la baja. Ambiciosa en sus objetivos, la estrategia propone la recuperaci¨®n de la biodiversidad europea a trav¨¦s de un nuevo impulso a la conservaci¨®n basada en ¨¢reas y la restauraci¨®n ambiental, ambici¨®n que no se corresponde con el m¨²sculo financiero que la estrategia aporta: los 20.000 millones de euros al a?o previstos para la Red Natura 2000 y otras ¨¢reas protegidas e infraestructura verde es una cifra insuficiente para el 30% de territorio europeo ¡ªincluyendo el mar¡ª que debe ser protegido de forma eficaz, a la luz de lo que sabemos sobre el coste medio en conservaci¨®n por hect¨¢rea.
Urge reformular el mensaje medioambiental, destacando el valor contable de la biodiversidad y su importancia en t¨¦rminos sanitarios, porque su impacto medi¨¢tico y su eficacia a la hora de movilizar la necesaria presi¨®n social sobre la toma de decisiones ser¨¢ mayor y de m¨¢s alcance en el escenario actual. Una naturaleza empobrecida en especies y fragmentada incrementa el riesgo de zoonosis y epidemias derivadas. La relajaci¨®n normativa y de l¨ªmites de emisiones que ya est¨¢ sucediendo en Estados Unidos, el Reino Unido o China, y que el presidente de Chequia propone abiertamente en Europa a trav¨¦s de la suspensi¨®n de las previsiones del Pacto Verde Europeo, empeorar¨¢n globalmente la salud del planeta. Por tanto, la inversi¨®n decidida en la protecci¨®n de los ecosistemas y de la biodiversidad como servicio ecosist¨¦mico global debe ser en este momento un argumento central a favor de la preservaci¨®n de la salud humana, destacando adem¨¢s el potencial farmac¨¦utico que alberga su enorme diversidad bioqu¨ªmica. Espa?a debe apostar por el reforzamiento de su maltrecha financiaci¨®n ambiental consider¨¢ndola como pol¨ªtica estrat¨¦gica y cuesti¨®n de Estado y vincul¨¢ndola a la pol¨ªtica sanitaria, porque salud humana y salud ambiental son caras de la misma moneda, y sus caminos indefectiblemente se entrelazan.
Pep Amengual es jefe del Servicio de Investigaci¨®n del Organismo Aut¨®nomo Parques Nacionales.
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