Defensa del BCE
Bruselas debe actuar ya contra el Tribunal Constitucional alem¨¢n
La insubordinaci¨®n del Tribunal Constitucional alem¨¢n, con sede en Karlsruhe, plasmada en su sentencia de hace tres meses contra la pol¨ªtica expansiva del BCE, intent¨® despojar de la competencia exclusiva ¨²ltima al m¨¢ximo ¨®rgano jurisdiccional europeo (el Tribunal de Justicia de la UE, TJUE, con sede en Luxemburgo) en asuntos de derecho comunitario. De ninguna manera ese atentado jur¨ªdico puede quedar impune. La Comisi¨®n, como guardiana de los tratados, debe abrir un procedimiento de infracci¨®n al pa¨ªs sede de la corte rebelde.
Si no se hiciera as¨ª, no solo estar¨¢ permanentemente en peligro la pol¨ªtica monetaria independiente del BCE, esencial para combatir una crisis como la actual, sino que tambi¨¦n se avalar¨¢n otras desobediencias de tribunales similares en pa¨ªses incriminados por iliberales, como Polonia y Hungr¨ªa. Es todo el orden jur¨ªdico democr¨¢tico europeo el que est¨¢ en juego, y la Uni¨®n no es otra cosa, al cabo, que una comunidad de derecho.
Karlsruhe sentenci¨® contra el programa de compra de bonos p¨²blicos nacionales de Mario Draghi, concebido para atajar la Gran Recesi¨®n. Sostuvo que no hab¨ªa ponderado sus eventuales perjuicios y carg¨® contra la entidad, el Gobierno y el Parlamento alem¨¢n. Y amenaz¨® con que, si Fr¨¢ncfort no justificaba a posteriori que hab¨ªa calibrado los da?os colaterales del programa, obligar¨ªa al Bundesbank a retirarse del mismo, un golpe mortal contra la estrategia de expansi¨®n cuantitativa del BCE (y de todos los dem¨¢s bancos centrales), que lo esterilizar¨ªa.
Ese golpe a la autonom¨ªa de Fr¨¢ncfort rebotaba al TJUE, al que desde?osamente los magistrados alemanes criticaron por no haberles dado la raz¨®n en la primera fase del litigio, y a todo el edificio jur¨ªdico de la UE, que proh¨ªbe violar la independencia del BCE, y que ostenta primac¨ªa sobre las normativas nacionales. La respuesta de Christine Lagarde fue impecable: desatender el alegato, rechazar la competencia de Karlsruhe y declararse obediente al tribunal europeo. Y, pragm¨¢ticamente, permitir al Bundesbank, como miembro del BCE (y, por cierto, contrario a la expansi¨®n cuantitativa), dar todas las explicaciones que estimase oportunas. Por una vez su gobernador, Jens Weidmann, demostr¨® lealtad. Traslad¨® los informes razonados a todas las instituciones alemanas, y el Gobierno federal y el Bundestag se dieron por satisfechos. ?Era el fin del litigio?
No. Los demandantes ¡ªentre los que figuran personajes clave de la ultraderecha¡ª reclaman ahora que Karlsruhe especifique por escrito su complacencia o su desacuerdo. Lo que reabre el proceso. El Tribunal Constitucional alem¨¢n exhibe una trayectoria bifronte: excepcional en la defensa de los derechos individuales; pol¨¦mico, quisquilloso y chovinista, en temas europeos. El riesgo estriba ahora en que, solitario en su orgullo, no solo d¨¦ un vuelco al programa que incrimin¨®, sino tambi¨¦n al de compras de bonos de empresa, y a la extensi¨®n de ambos (por 1,3 billones de euros), para combatir la actual recesi¨®n. Una iniciativa que resulta esencial para Espa?a.
Puede comprenderse, as¨ª, que el Gobierno alem¨¢n, por razones internas, se quede a la espera de que la sensatez vuelva a Karlsruhe. Pero no que Bruselas dude en defender, como debe, el orden normativo europeo, abriendo ya el oportuno procedimiento de infracci¨®n, ¨²nica manera de zanjar definitivamente esa rebeld¨ªa.
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