Se ve¨ªa venir
Cuanto antes comprendan el gobierno y la oposici¨®n que se necesitan, dejar¨¢n de jugar a exterminarse y podr¨¢n evitar el desastre compartido
No s¨¦ nada de f¨²tbol, pero tengo la impresi¨®n de que cuando el Barcelona dej¨® marchar a Neymar en plena pretemporada el a?o en que entraba un nuevo entrenador cav¨® una fosa honda en su autoestima. Y algo peor, dej¨® a Messi sin alegr¨ªa en la banda. Lo saben muy bien los grupos de rock, sin un componente alegre, no se puede salir a la carretera. La otra cosa que rebaj¨® la energ¨ªa de Messi tuvo que ver con la b¨²squeda de un rival para medirte a diario. Sin Cristiano Ronaldo en Madrid, Barcelona perd¨ªa est¨ªmulo. Los orientales dicen que aun la piedra m¨¢s hermosa se pule golpeando contra otra piedra. A veces uno est¨¢ hu¨¦rfano porque no tiene a nadie enfrente. Esta es la teor¨ªa que sustenta la democracia. Lo acabamos de ver en Bielorrusia. Se pueden celebrar elecciones, pero eso no significa que haya democracia. El sistema obliga a medirte con rivales, conceder espacio a las minor¨ªas, asumir instituciones sin controlarlas y fijar l¨ªmites a tu propia codicia de poder. Incluso dentro de los partidos, las corrientes discordantes ejercen un milagroso equilibrio. Cada d¨ªa vemos m¨¢s partidos consumidos por un n¨²cleo intransigente, abrasivo y f¨¦rreo que no permite otra voz. Su final es previsible. El l¨ªder manda mucho, pero no tiene partido.
Durante la crisis sanitaria, que permanecer¨¢ m¨¢s de lo que estim¨¢bamos al comienzo, hemos visto que el fundamento de una sociedad es la capacidad para ponerse de acuerdo y unirse en esfuerzos comunes. Todo el mundo renuncia a algo para sumarse a intereses que son compartidos por otros. Si no se logra, lo que hay es rebuzno y zozobra. Espa?a lo sufri¨®, pues el Gobierno quiso flotar entre fugas de agua y la oposici¨®n tan solo pretend¨ªa hundir el barco para celebrar el naufragio. El ¨²ltimo episodio de esta nefasta manera de entender la grandeza de la pol¨ªtica como instrumento de organizaci¨®n social lo est¨¢ dando la capital, Madrid. En el primer a?o de gesti¨®n auton¨®mica ha boicoteado las posibilidades de Ciudadanos y PP para alzarse como una alternativa de Gobierno. Critican en los dem¨¢s lo que ellos hacen peor. Su falta de comparecencias, la poca explicaci¨®n de dimisiones relevantes y el reparto de consejer¨ªas como ¨²nico bot¨ªn presentan una hoja de servicios muy torpe.
El resultado es que la oposici¨®n est¨¢ maniatada, porque cada vez que quiere ofrecer a los ciudadanos una alternativa eficaz y solvente al Gobierno de S¨¢nchez, basta se?alar hacia Madrid y mostrar incompetencia, imprevisi¨®n, cinismo y falta de escr¨²pulos. Buscar rastreadores voluntarios y contratarlos despu¨¦s en la privada retrata su indolencia. Con habilidad medi¨¢tica, el Gobierno central se hace a s¨ª mismo de oposici¨®n en determinadas pol¨ªticas sociales o en las cr¨ªticas a la monarqu¨ªa, donde la bicefalia sirve para ocupar todo el espectro sin salir de La Moncloa. Ahora nos adentramos en el episodio fundamental del oto?o, con la aprobaci¨®n de los Presupuestos y la gesti¨®n de la crisis. Para la derecha, Madrid es una zancadilla a s¨ª misma. Un desastre referencial. Pero el pa¨ªs precisa de una oposici¨®n afinada, responsable y s¨®lida. Cuanto antes comprendan el Gobierno y la oposici¨®n que se necesitan, dejar¨¢n de jugar a exterminarse y podr¨¢n evitar el desastre compartido. Ocho goles en contra no dan para celebrar que metiste dos.
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