Hay que actuar ya
Los rebrotes de la pandemia obligan al Gobierno y a las comunidades a intervenir con determinaci¨®n
La pandemia del coronavirus irrumpi¨® en invierno en Espa?a con una virulencia inusitada, azotando con fuerza a un pa¨ªs muy abierto al exterior, de econom¨ªa din¨¢mica y destino masivo de turistas que, al igual que tantos otros, no cont¨® con la capacidad de reacci¨®n, con las medidas de prevenci¨®n necesarias ni con los equipos suficientes para hacerle frente.
Superada la improvisaci¨®n con que se acometi¨® la crisis en las primeras semanas y estabilizada la situaci¨®n despu¨¦s de la p¨¦rdida de m¨¢s de 44.000 vidas, la desescalada gradual dio tiempo al Gobierno y a las comunidades aut¨®nomas ¡ªque recuperaron sus competencias tras el estado de alarma¡ª a prepararse para evitar los rebrotes y un nuevo desbordamiento de la sanidad p¨²blica. Desgraciadamente, no ha sido as¨ª. El propio Fernando Sim¨®n elev¨® su tono este jueves pasado al reconocer que en algunas zonas la epidemia est¨¢ fuera de control. De nuevo, tarde.
Pese a los avisos de la OMS y organizaciones m¨¦dicas y sanitarias, pese a las certezas sobre las medidas b¨¢sicas necesarias de rastreo, detecci¨®n y aislamiento de los contagiados y al dinero desplegado para hacer frente a la pandemia, Espa?a es el pa¨ªs europeo con peores cifras de nuevos contagios, seg¨²n public¨® esta semana el Centro Europeo de Prevenci¨®n y Control de Enfermedades. El dato en s¨ª no fue una sorpresa, pues desde hace semanas Espa?a ya era el segundo pa¨ªs en brotes despu¨¦s de Luxemburgo, incomparable por su dimensi¨®n. Algunas comunidades llevan semanas situadas entre las 10 regiones europeas con mayor cantidad de contagios. La situaci¨®n se agrava con la constancia implacable de una crisis anunciada que, esta vez, es responsabilidad y fracaso de todos: los Gobiernos de Espa?a y de las autonom¨ªas donde se da la mayor incidencia; y en parte tambi¨¦n del conjunto de la sociedad.
Habr¨¢ tiempo para analizar las razones ¨²ltimas de este nuevo fracaso: el estilo m¨¢s sociable y callejero de las relaciones en Espa?a es sin duda un hecho distintivo, pero no muy diferente al de otros pa¨ªses mediterr¨¢neos. Las medidas y restricciones han sido en general importantes, mayores incluso que en pa¨ªses con menor incidencia, pero insuficientes en ¨¢reas sensibles. La responsabilidad individual es clave en el control de esta enfermedad, como se ha subrayado con insistencia, pero nada hace pensar que los espa?oles sean m¨¢s irresponsables que otros europeos. Por el contrario, los datos que arroja la gesti¨®n p¨²blica se?alan agujeros que a estas alturas son imperdonables. Si las autoridades han exigido a los ciudadanos un comportamiento responsable, a¨²n m¨¢s exigible es que el suyo tambi¨¦n lo sea. Y no siempre, ni en todos los casos, ha sido as¨ª.
La falta de rastreadores ¡ªuna figura tan sencilla de identificar y establecer como relevante¡ª ha sido clamorosa en comunidades de fort¨ªsima incidencia y peso como Catalu?a o Madrid. La situaci¨®n de la atenci¨®n primaria y de las plantillas hospitalarias, tensionadas ya por la reacci¨®n a la pandemia y sin los refuerzos necesarios, agrava la situaci¨®n y arroja sombras sobre el descuido que sufrir¨¢n otras patolog¨ªas que hoy se ven de nuevo postergadas por la prioridad de la pandemia.
La confusi¨®n en las cifras y la disparidad entre los fallecidos que ofrecen las comunidades y el Gobierno, por ejemplo, es solo otro bot¨®n de muestra de una falta de coordinaci¨®n incomprensible m¨¢s de cinco meses despu¨¦s de la declaraci¨®n oficial de la pandemia por parte de la OMS. La situaci¨®n precaria de los temporeros, que no por anunciada fue solventada a tiempo, es otro de los agujeros. As¨ª como la falta de realizaci¨®n de pruebas a los inmigrantes que llegan en patera o los test masivos a trabajadores de residencias y colectivos sensibles.
Hay razones cercanas y hay tambi¨¦n razones de fondo. Espa?a gasta menos en sanidad que la media europea, seg¨²n informes de la OCDE. La tasa de enfermeras y de camas por habitante es m¨¢s baja y los recortes tras la crisis dejaron unas costuras que no se han cerrado. La disparidad de decisiones judiciales sobre las medidas tomadas por los Gobiernos ¡ªla ¨²ltima es la anulaci¨®n judicial de las nuevas restricciones en Madrid¡ª sugiere adem¨¢s la necesidad de actualizar una legislaci¨®n ya superada, pensada m¨¢s como reacci¨®n que como anticipaci¨®n. Entre el estado de alarma y la negativa de los jueces debe haber instrumentos jur¨ªdicos adecuados.
Tiempo habr¨¢, efectivamente, para analizar por qu¨¦ Espa?a va peor que sus vecinos europeos. Pero no lo hay apenas para reaccionar en materias urgentes como el apuntalamiento de la sanidad con los medios necesarios, el cuidado de las residencias, la vigilancia de las condiciones de trabajo de los temporeros o el control efectivo del ocio nocturno que se ha revelado nocivo para esta crisis. Igual que en marzo, los errores se han repetido, pero, a diferencia de entonces, hoy hay caminos m¨¢s claros para transitar por la pandemia. Es urgente exigir que los gestores ¡ªel Gobierno y las comunidades¡ª asuman el liderazgo necesario para hacerlo con determinaci¨®n. No lleguemos tarde, una vez m¨¢s.
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