El final de Bannon

Ning¨²n presidente hasta Donald Trump se hab¨ªa rodeado de tantos individuos que han terminado esposados, procesados e incluso condenados por la justicia. La lista ya es larga, y la encabeza su primer consejero nacional de Seguridad, Michael Flynn, culpable de mentir a la polic¨ªa sobre los contactos con el embajador de Rusia durante la campa?a electoral. Le siguen Paul Manafort y Rick Gates, jefe y subjefe de campa?a, respectivamente, condenados tambi¨¦n en relaci¨®n con la interferencia rusa en las elecciones de 2016. El mismo caso que su veterano amigo y asesor Roger Stone, encartado por la interferencia rusa. O quien fue su abogado personal, Michael Cohen, que soborn¨® a dos mujeres para que callaran sobre sus relaciones sexuales con el presidente.

Todos estos episodios no han representado una dificultad adicional para un presidente al que se le han contabilizado 26 mentiras de promedio al d¨ªa y que se halla bien equipado para marcar, primero, distancias respecto a quien seg¨²n los tribunales son presuntos delincuentes y, luego, una vez condenados, utilizar el derecho de gracia presidencial o dar instrucciones a trav¨¦s del Fiscal General para aligerar la carga de su pena.

El m¨¢s reciente, Steve Bannon, quiz¨¢s es el m¨¢s significativo, aunque ahora Trump se ha hecho el desmemoriado cuando le han preguntado. Bannon se responsabiliz¨® de la campa?a cuando nadie apostaba por el actual presidente y luego fue su poderoso jefe de estrategia en la Casa Blanca. Tras su ¨¦xito en Estados Unidos, intent¨® extender su inspiraci¨®n trumpista a la Uni¨®n Europea, donde ha tejido lazos con todos los partidos de extrema derecha, incluido el espa?ol Vox. Con la pretensi¨®n de convertirse en el promotor de una internacional populista, organiz¨® una universidad de ultraderecha en un convento romano, felizmente clausurada por el Gobierno.

La pasada semana fue detenido cuando descansaba en un soberbio yate en la costa de Long Island bajo una vulgar acusaci¨®n de fraude. La justicia le acusa de enga?ar a los cr¨¦dulos seguidores trumpistas con una campa?a de recaudaci¨®n de fondos para la construcci¨®n del muro de separaci¨®n con M¨¦xico cuyos beneficios han ido a parar a los bolsillos de sus organizadores. Trump no obtuvo los fondos del congreso para el muro de separaci¨®n prometido en su campa?a. Tampoco consigui¨® que fueran los mexicanos quienes lo pagaran, tal como exig¨ªa en sus m¨ªtines. Finalmente, fue Steve Bannon quien se atrevi¨® a organizar una campa?a de patrocinio para que lo pagaran sus seguidores, pero con el objetivo de qued¨¢rselo para sus gastos. Toda una lecci¨®n moral sobre la traslaci¨®n a la pr¨¢ctica de ciertas ideas populistas.