Lo pegajoso
Es tal el grado de perversi¨®n que ha alcanzado Trump en su acoso a los valores democr¨¢ticos, que ha declarado que si pierde las elecciones de noviembre ser¨¢ ¨²nicamente debido al fraude electoral
Cuando Buster Keaton era un ni?o se incorpor¨® al espect¨¢culo que sus padres llevaban por circos y teatrillos. El momento m¨¢s celebrado consist¨ªa en que el padre barr¨ªa el escenario sucio y confund¨ªa a su hijo con una escoba. Le agarraba por las piernas sin percatarse del error y usaba la cabeza del ni?o como cepillo. Gust¨® tanto la actuaci¨®n que pas¨® a lanzarlo y patearlo en escena, hasta que el peque?o Buster se hizo conocido como La bayeta humana. Hoy el n¨²mero estar¨ªa prohibido y el padre perder¨ªa la custodia. Los tiempos de las variedades han cambiado, ahora los padres que quieren que sus hijos triunfen en el espect¨¢culo recurren a arrastrarlos y orde?arlos en las redes sociales, para que de ni?os bayeta alcancen por m¨¦ritos propios la categor¨ªa de estrella. Pero como Buster Keaton hay pocos. Y cuando triunf¨® en el cine desarroll¨® la escena de pasar la escoba en varias de sus pel¨ªculas. En un momento, pisaba un papel que se le adher¨ªa al pie. Al tratar de quitarlo se le pegaba al otro pie, luego a la mano, de la mano a la cabeza, luego a la espalda, y el gag del papel adhesivo a¨²n nos hace re¨ªr por preciso y evocador.
Es evidente que hay pol¨ªticos que funcionan como ese pedazo de papel del que es imposible librarse. La democracia permite que cuando los votantes no est¨¢n muy atinados se produzca la entrada al escenario de estos pol¨ªticos pegajosos y siniestros. Suelen permanecer en el poder m¨¢s all¨¢ de lo que aconseja la decencia c¨ªvica y eliminan una de las virtudes del sistema, que es la alternancia. Ellos cercenan esa sana costumbre y se transforman en dictadores a trav¨¦s de la urna, con permanencias en el poder tan largas como las de los zares y emperadores del pasado. Estamos rodeados de esta especie amenazante. Los vemos en Rusia y Bielorrusia, de tr¨¢gica actualidad, donde envenenamientos y palizas a opositores nos retrotraen a las d¨¦cadas de abuso de poder por parte de mandatarios siniestros. Pero la rutina, nada c¨®mica, no termina tan lejos de nosotros si uno mira hacia Turqu¨ªa, Hungr¨ªa, Polonia, Venezuela y otros pa¨ªses que a trav¨¦s de la urna perpet¨²an un poder omn¨ªmodo y excluyente. Lo incre¨ªble es ver que algo as¨ª tambi¨¦n podr¨ªa suceder en Estados Unidos, que parte con la ventaja de que su presidencialismo est¨¢ limitado por ley a dos mandatos.
Es tal el grado de perversi¨®n que ha alcanzado el empresario Trump en su acoso a los valores democr¨¢ticos, que ha declarado que si pierde las elecciones de noviembre ser¨¢ ¨²nicamente debido al fraude electoral. No parece que una frase as¨ª necesite demasiado an¨¢lisis. Revela la mentalidad de quien la profiere. Estamos, c¨®mo no, ante otro de esos pol¨ªticos que se vuelven pegajosos, como el papel que pisaba el bueno de Buster Keaton. Llegan, se enfrentan a las instituciones de control, desacreditan los mecanismos democr¨¢ticos y cuando te quieres dar cuenta han sumido el pa¨ªs en una dicotom¨ªa enferma, y para persistir en el poder no les importa declarar una guerra civil. Es posible que la ¨²nica posibilidad de victoria para Trump pase por el estallido social. No ser¨ªa el primero en ganar a caballo del lema de ley y orden despu¨¦s de haberse esmerado por desatar en su patria la alegalidad y el desorden. Todo pa¨ªs democr¨¢tico tiene en su n¨®mina de candidatos personajes as¨ª. Lo malo de votarlos es que cuando te quieres dar cuenta, ya no te los puedes quitar de encima.
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