El gesto de Ant¨ªgona
Valdr¨ªa la pena que Iglesias declarase que cualquier forma de violencia, verbal o f¨ªsica, contra quienes no piensan como nosotros, es incompatible con la democracia
Irene Montero y Pablo Iglesias han denunciado el acoso sufrido durante sus vacaciones interrumpidas en Asturias, que se sumar¨ªa al cerco de disconformes a su propiedad en Galapagar. Vaya por delante que ese tipo de acciones son condenables y dignas de sanci¨®n, con especial intensidad ahora cuando la crispaci¨®n debida a la doble crisis, sanitaria y econ¨®mica, puede llevar a su proliferaci¨®n en un futuro pr¨®ximo.
Vale la pena recordar la primera reflexi¨®n de Iglesias sobre el tema, en la cual me vi por azar implicado. Se trat¨® de un acto violento organizado en mi Facultad en 2008 para impedir una conferencia de la diputada Rosa D¨ªez, con quien nada ten¨ªa entonces que ver, ni hab¨ªa sido invitado. Pero frente a los reventadores vociferantes, asociados en la bronca a los simpatizantes de ETA, acept¨¦ presentarla por mantener la libertad de expresi¨®n y lo logr¨¦. Desconoc¨ªa quienes eran y escrib¨ª aqu¨ª un art¨ªculo, Fascismo rojo, que mantengo (ejemplo Maduro). Los ¡°contrapoderes¡± ten¨ªan valedores en la cima universitaria, y de ah¨ª me lleg¨® pronto un telefonazo: ¡°Antonio, ?por qu¨¦ protegiste a esa t¨ªa?¡±. Y de ah¨ª lleg¨® tambi¨¦n la desinformaci¨®n sobre el episodio en este diario. Los chicos apuntaban alto y el segundo escrache a Rosa D¨ªez, tolerado este desde arriba, lo prob¨®: la violencia no era simple protesta, sino escalera hacia el poder.
La sorpresa vino de un art¨ªculo en Rebeli¨®n, defendiendo ¡°a quienes recibieron con insultos a Rosa D¨ªez¡±. Lo firmaba el nieto de un buen amigo, socialista hist¨®rico, Manuel Iglesias. Pablo desarrollaba una l¨ªnea argumental sobre la que habr¨¢ de moverse m¨¢s adelante: afirmar su justicia, por cualquier medio, est¨¢ por encima de la ley. Era el gesto de Ant¨ªgona, olvidando, claro, que el ejercicio de la violencia, las patadas contra la puerta para reventar el acto, los gritos pro ETA, ten¨ªan poco que ver con la hero¨ªna de S¨®focles. El fin, no obstante, justificaba todo exceso y lo convert¨ªa en ejemplo supremo de c¨®mo la libertad lucha contra la tiran¨ªa, esto es, contra aquel a quien el violento designa como tirano.
A la vista de lo ocurrido ahora, por encima de las ideolog¨ªas, valdr¨ªa la pena que Iglesias declarase que cualquier forma de violencia, verbal o f¨ªsica, contra quienes no piensan como nosotros, es incompatible con la democracia. Por supuesto lo es toda forma de acoso contra ¨¦l y su familia.
No lo har¨¢. Evocando a Mars¨¦, Iglesias est¨¢ encerrado, y encierra a Podemos, con un solo juguete: su ascenso personal al poder aplicando una rigidez de marchamo sovi¨¦tico.
De entrada veta el acuerdo presupuestario, antes de asomarse al contenido. Luego rectifica el verse realzado. El inter¨¦s general no cuenta, solo el poder, como en su etapa acad¨¦mica.
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