?Espa?oles, a las cosas!
Necesitamos que los Presupuestos se aprueben cuanto antes con el mayor acuerdo posible a izquierda y derecha y que el Gobierno haga p¨²blico en qu¨¦ consiste el plan de reformas que la Uni¨®n Europea exige
Muchos son los da?os colaterales de la covid-19, entre los que destacan la depresi¨®n y el miedo de la sociedad, incitados a mansalva por televisiones p¨²blicas y privadas; amenazas de la autoridad; decisiones de dudoso fundamento jur¨ªdico que limitan y retuercen los derechos de las personas, y contradicciones constantes entre los responsables pol¨ªticos. La paralizaci¨®n de la Administraci¨®n durante meses sigue pasando factura a los m¨¢s d¨¦biles, que encuentran ventanillas cerradas, funcionarios desbordados, promesas incumplidas, tel¨¦fonos sin respuesta y oscuridad ante su futuro. Esta semana comienza una verdadera prueba de fuego con la vuelta a la escuela y el comienzo de curso, abandonadas como han sido las comunidades aut¨®nomas a su suerte por el Gobierno central, y cuando frente a la escasez de medios se hace p¨²blico casi un ultim¨¢tum de la Fiscal¨ªa a los padres que fomenten el absentismo, temerosos de que sus hijos se contagien. No todo se ha hecho bien, desde luego. No salimos m¨¢s fuertes como siguen proclamando los carteles oficiales. No existe hoja alguna de ruta que infunda confianza, y es irritante la incapacidad de los representantes pol¨ªticos para ponerse a trabajar en las cuestiones que interesan a la poblaci¨®n, abandonando reyertas de poder, fanfarronadas y escenificaciones de su ego.
Pero no todo se ha hecho mal tampoco, ni todos son tontos, aunque entre ellos haya muchos, ni malvados, ni mediocres. Ah¨ª est¨¢ por ejemplo la eficacia del di¨¢logo social que empresarios y sindicatos junto con la ministra de Trabajo vienen manteniendo, su capacidad de llegar a acuerdos, su transparencia en la negociaci¨®n y su atenci¨®n a los problemas reales de la econom¨ªa. O los esfuerzos, tard¨ªos, d¨¦biles e insuficientes, pero encomiables del jefe de Gobierno y el de la oposici¨®n por rectificar la polarizaci¨®n pol¨ªtica que amenaza con destruir la convivencia.
En este terreno, al margen, la permanente alarma sanitaria, que durar¨¢ todav¨ªa varios a?os, hay dos cuestiones inmediatas que merecen el mayor de los empe?os: la recuperaci¨®n econ¨®mica y el fortalecimiento institucional que permita poner en marcha un proyecto de pa¨ªs para Espa?a. Ninguna de las dos se puede llevar a cabo unilateralmente. Es necesario el consenso y, al igual que en el caso de la pandemia, tanto el Gobierno como la oposici¨®n har¨ªan bien en abandonar vetos ideol¨®gicos que nada tienen que ver con la realidad imperante y ponen en peligro seriamente el bienestar y la convivencia de los espa?oles.
El desaf¨ªo econ¨®mico tiene ante s¨ª un calendario expl¨ªcito que marcan las leyes y los compromisos europeos. En septiembre, seg¨²n la Constituci¨®n, necesitamos unos Presupuestos aprobados en Cortes; en octubre debemos enviarlos a Bruselas, que expresar¨¢ su opini¨®n al respecto; en enero la Comisi¨®n Europea debe recibir, en el marco de un Programa Nacional de Reformas, los planes de inversi¨®n que se financiar¨¢n con los fondos de resiliencia y apoyo a la recuperaci¨®n de los Estados miembros; en abril el Consejo Europeo tomar¨¢ en consideraci¨®n las propuestas y decidir¨¢ sobre ellas por mayor¨ªa reforzada. Aunque ya en la primavera pueden recibirse algunos anticipos a cuenta no es probable que antes de septiembre lleguen fondos en cantidad considerable. El plan en su conjunto dura siete a?os y debe ir conectado, seg¨²n los casos, a los programas del semestre europeo y a los del Fondo Europeo de Inversiones Estrat¨¦gicas. En definitiva, tanto los subsidios como los cr¨¦ditos, su desembolso, su adecuaci¨®n a los fines previstos, y su calendario de ejecuci¨®n, van a ser fuertemente vigilados y controlados por la Uni¨®n Europea. El objetivo de las ayudas es precisamente evitar una salida de la crisis que aumente las desigualdades y diferencias entre los pa¨ªses miembros. De ah¨ª lo complejo del mecanismo de distribuci¨®n que puede ser adem¨¢s entorpecido por la pesada burocracia existente.
Mientras tanto, la cobertura social espa?ola afronta serios problemas de liquidez. O sea, que en el corto plazo vienen tiempos dif¨ªciles, pese al volumen de las ayudas previstas. En la gesti¨®n de ese enorme caudal de dinero al que S¨¢nchez se refiere a veces como si fuera man¨¢ que llueve del cielo, es esencial el respeto a las directrices comunitarias sobre las cuentas p¨²blicas de los Gobiernos. Adem¨¢s, contra la equivocada percepci¨®n de que nos hallamos ante una mutualizaci¨®n del inmenso cr¨¦dito que la Comisi¨®n va a suscribir, cada pa¨ªs es responsable de una parte al¨ªcuota del riesgo, que ha de garantizar. El nuestro tiene uno de los d¨¦ficits m¨¢s elevados del ¨¢rea y una deuda superior al 100% del PIB, lo que condiciona su calificaci¨®n por los mercados. De modo que los Presupuestos que el Gobierno necesita aprobar en Cortes no son ni moderados, como exigen Ciudadanos y el PP, ni progresistas, como prometen PSOE y Podemos con el aplauso interesado de sus hooligans, sino los que permitan sostener un modelo de crecimiento razonable y al tiempo combatir las desigualdades generadas por el neoliberalismo salvaje. Cuando los n¨²meros hablan, los adjetivos sobran. Por lo dem¨¢s, hay suficiente ciencia y capacidad econ¨®mica en las c¨²pulas de los partidos para dejarse del ¡°yo no me hablo con fulanito y yo tampoco con menganita¡± y ponerse a discutir cuanto antes sobre los temas concretos.
Necesitamos que los Presupuestos se aprueben cuanto antes, con el mayor acuerdo posible a izquierda y derecha del arco parlamentario. Casado cometer¨¢ una gran ingenuidad si sigue practicando el ¡°no es no¡±, y su error lo pagaremos todos los espa?oles. Es preciso al tiempo que el Gobierno haga p¨²blico en qu¨¦ consiste el plan de reformas que la Uni¨®n exige. Francia ha anunciado que piensa invertir 100.000 millones de euros, un 40% de los cuales con cargo a las subvenciones europeas. Lo ha hecho aprovechando la celebraci¨®n del 150? aniversario de la fundaci¨®n de la Rep¨²blica, que no es un concepto solo sentimental como aqu¨ª, sino que responde a un proyecto pol¨ªtico integral ¡°jam¨¢s terminado, siempre preciso de reconquistar¡±, en palabras de Macron. La semana pasada, en un discurso de tintes gaullistas, quiz¨¢ el mejor desde que llegara al El¨ªseo, el joven presidente advirti¨® que la Rep¨²blica es indivisible y no admite aventuras separatistas; exige una com¨²n participaci¨®n de todos los ciudadanos, unidos ¡°no solo por un contrato social, sino por una cultura, una historia com¨²n¡ y un idioma que es el cimiento de la naci¨®n¡±. Ya dijo Albert Camus que su patria era la lengua francesa.
Aunque a muchos les gustar¨ªa o¨ªr aqu¨ª expresiones semejantes, cada vez menos frecuentes en el entorno de Moncloa, no esperamos de S¨¢nchez o Casado un nivel de oratoria semejante. Tampoco suelen hablar mucho de cultura en ning¨²n caso. En Francia la ministra del ramo acaba de anunciar que el 2% del plan de relanzamiento estar¨¢ precisamente dedicado a ese rubro. Es decir, dos mil millones de euros. Sonroja comparar estas cifras con las de la patria com¨²n del territorio de La Mancha. El porcentaje de participaci¨®n de las industrias culturales en el PIB de Francia y Espa?a es relativamente similar. En n¨²meros absolutos, nuestro vecino nos dobla la cifra: 80.000 millones frente a unos 40.000 en el caso espa?ol, de los que poco m¨¢s de 5.000 dependen de la financiaci¨®n p¨²blica.
No s¨¦ cu¨¢n avanzados est¨¦n los trabajos del Gobierno respecto al plan que ha de presentar a Bruselas, aunque me temo que no demasiado, habida cuenta del silencio al respecto. Sin embargo, este puede ser el momento de que nuestro Estado sea fiel al modelo republicano, como quiere Pablo Iglesias, y dedique al desarrollo cultural un esfuerzo a?adido similar al franc¨¦s, que en nuestro caso equivaldr¨ªa al menos a mil millones de euros. Tambi¨¦n Espa?a es algo m¨¢s que un contrato social: una historia, una cultura y una lengua com¨²n, mal que les pese esto a algunos. Y, por supuesto, una econom¨ªa.
Si los l¨ªderes siguen salud¨¢ndose a codazos, que es una antigua forma de agresi¨®n, y discutiendo sobre sus narcisistas actitudes antes que de las soluciones concretas a los problemas que afrontamos, habr¨¢ que espetarles el descarnado grito que lanz¨® Ortega y Gasset, en su caso dirigido a los argentinos. ?Espa?oles, a las cosas!
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