Torra, el caos
El ¡¯president¡¯ de la Generalitat utiliza las instituciones de manera partidista
Despu¨¦s de m¨ª el diluvio, dijo el rey franc¨¦s Luis XV, tras una sonora batalla. Conmigo, el caos, practica el president de la Generalitat, Quim Torra. Su remodelaci¨®n del Govern, siete meses despu¨¦s de sentenciar que carec¨ªa de recorrido, es un disparate porque incumple su compromiso formal de convocar enseguida elecciones anticipadas. Pero tambi¨¦n porque los cambios de titulares carecen de atractivo: el nuevo consejero de Interior es un concejal afecto carente de relevancia, la promoci¨®n del nuevo inquilino de Empresa se debe a su labor de estiba en el aterrizaje de Carles Puigdemont en B¨¦lgica, y la nueva consejera de Cultura ¡ªuna funcionaria desconocida¡ª es la quinta en tan solo cuatro a?os, lo que revela el alto aprecio del secesionismo hacia la materia.
Nada de eso importa a Torra: lo decisivo era destituir a Miquel Buch, reo de mantener el orden democr¨¢tico en los fatales disturbios de octubre pasado frente a la familia del president y los CDR. O a la consejera de Empresa, Angels Chac¨®n, por no romper el carnet del PDeCAT (el partido que sucedi¨® a Converg¨¨ncia) y contrariar a Puigdemont. Y a la de Cultura por apoyar a un alto cargo sin adivinar que Torra actuar¨ªa como Boris Johnson.
La instituci¨®n de la presidencia utiliza a la instituci¨®n del Govern para favorecer a una facci¨®n privada que se escinde del partido particular que le apoya, y a un fugitivo que le conmina a aplazar los comicios y obtener as¨ª el plazo necesario para organizarse. En esto ha desembocado el, hist¨®ricamente memorable, autogobierno catal¨¢n: en oficina de conciliar intereses particulares, clientelares y sectarios. El ¨²nico efecto colateral positivo, la divisi¨®n del mundo posconvergente que puede ayudar a la gobernabilidad de Espa?a desde el Congreso, se alcanza con demasiadas contraindicaciones.
?Cu¨¢les? Como Torra no convocar¨¢ elecciones, sabe que f¨ªa la duraci¨®n de su cargo a su casi segura inhabilitaci¨®n por el Supremo, por id¨¦ntico delito de desobediencia al cometido por otros colegas. Como declara su oposici¨®n a que el Parlament elija un sucesor formal, evita que le reemplace el jefe de filas de Esquerra, el relativamente moderado Pere Aragon¨¨s. Y como este deber¨¢ ejercer su mandato en funciones, podr¨¢ ser inquietado, obstaculizado y acusado de traici¨®n por los nuevos (am¨¦n de los anteriores) consejeros afines al radicalismo de Torra y Puigdemont. Es una estrategia de fraguar el desorden, incluso callejero (para elevar al martirologio al irresponsable presidente), irritar a la clientela con los tribunales, y tratar de impedir el avance de Esquerra que anuncian las encuestas. Nada de eso tiene que ver con los intereses de los ciudadanos ni con la lucha contra la pandemia ni con la reactivaci¨®n econ¨®mica. Todo ello dej¨® de importar hace mucho.
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