El declive del yihadismo en Europa
El ciclo de movilizaci¨®n islamista que se inici¨® en 2012 ha terminado, pero la amenaza sigue. La covid puede coincidir con la emergencia de conflictos regionales y hay que mantener los planes preventivos
Antes de que la covid-19 acaparase la preocupaci¨®n de los Gobiernos y de la opini¨®n p¨²blica en Europa occidental, era com¨²n que autoridades y ciudadanos considerasen al terrorismo global, es decir, al terrorismo relacionado con el yihadismo global de Al Qaeda o de Estado Isl¨¢mico, entre las principales amenazas para la seguridad y la cohesi¨®n en sus respectivas sociedades. Tambi¨¦n expresaban una considerable inquietud respecto a los ins¨®litos niveles de radicalizaci¨®n violenta y de reclutamiento terrorista que por aquellos a?os ten¨ªan lugar.
Esos niveles de radicalizaci¨®n violenta y de reclutamiento terrorista correspond¨ªan al ciclo de movilizaci¨®n yihadista que se inici¨® en 2012, una vez desatada la guerra civil en Siria. Este ciclo afect¨® a la mayor parte de las naciones europeas, aunque m¨¢s a aquellas en el seno de cuyas poblaciones musulmanas es mayor la proporci¨®n de segundas generaciones, esto es, de j¨®venes nacidos o crecidos en esos pa¨ªses, tengan o no la nacionalidad de los mismos, pero descendientes de inmigrantes llegados de otros pertenecientes al mundo isl¨¢mico.
Decenas de miles de j¨®venes musulmanes europeos, o residentes en Europa occidental, adoptaron una visi¨®n fundamentalista, excluyente y belicosa del credo isl¨¢mico. Una parte, entre 5.000 y 6.000 de ellos, partieron para unirse, como combatientes terroristas extranjeros, a organizaciones activas en Siria e Irak, tanto a las relacionadas con Al Qaeda como, sobre todo, a Estado Isl¨¢mico. Al califato que los dirigentes de esta ¨²ltima proclamaron en junio de 2014 emigr¨® adem¨¢s un significativo contingente de mujeres, muchas con hijos menores. Otra parte de aquellos j¨®venes radicalizados se qued¨® en suelo europeo.
Yihadistas que se fueron a esa zona de conflicto en Oriente Pr¨®ximo o sus ramificaciones en el norte de ?frica y retornaron a sus pa¨ªses europeos de origen, al igual que otros que permanecieron donde viv¨ªan ¡ªen ocasiones frustrados por no haberse podido desplazar¡ª, intervinieron durante esos a?os en la planificaci¨®n y ejecuci¨®n de numerosos atentados terroristas de distinta significaci¨®n, algunos de los cuales tan cruentos como los perpetrados en Par¨ªs en 2015, en Bruselas, Niza y Berl¨ªn en 2016 o en M¨¢nchester y Barcelona en 2017.
Los niveles de radicalizaci¨®n yihadista y de reclutamiento terrorista en Europa occidental, observables a partir de 2012, alcanzaron sus mayores registros entre 2014 y 2016, para mostrar en 2018 una ca¨ªda especialmente acentuada, que incid¨ªa sobre el asimismo decreciente n¨²mero de atentados perpetrados en pa¨ªses europeos, sus caracter¨ªsticas en cuanto actos de terrorismo inspirados y ejecutados por individuos operando en solitario con sus menores tasas de letalidad. Al concluir 2019, cuando la pandemia estaba a punto de extenderse gravemente por los mismos, el ciclo de movilizaci¨®n yihadista hab¨ªa terminado.
Pero ?qu¨¦ provoc¨® la decadencia de un ciclo de movilizaci¨®n yihadista sin precedentes como el que ha tenido lugar en Europa occidental entre 2012 y 2019? ?Se debi¨® dicha decadencia a los distintos planes multifac¨¦ticos que, con el fin de prevenir la radicalizaci¨®n violenta y el reclutamiento terrorista, pusieron en marcha los Gobiernos europeos en ¨¢mbitos tales como, entre otros, la educaci¨®n, la comunicaci¨®n, las prisiones o los lugares de culto isl¨¢mico?
Es dif¨ªcil pensar que sea as¨ª. La mayor parte de los planes para prevenir la radicalizaci¨®n y el reclutamiento yihadista se introdujeron tard¨ªamente y a¨²n no han sido evaluados. Lo ocurrido a partir de 2012 puso por otra parte de manifiesto el fracaso de los pocos existentes con anterioridad. Adem¨¢s, el enfoque adoptado en dichos planes y su implementaci¨®n efectiva ha variado mucho de unos pa¨ªses a otros, e incluso algunos Gobiernos carecen todav¨ªa de ellos. Sin embargo, el descenso en los niveles de radicalizaci¨®n violenta y de reclutamiento terrorista es observable en el conjunto de Europa occidental.
El declive de ese ciclo de movilizaci¨®n yihadista puede ser atribuido m¨¢s a la lucha contra el terrorismo que a la prevenci¨®n de la radicalizaci¨®n. En concreto, al efecto combinado de dos factores. Por una parte, la intervenci¨®n militar, mediante alianzas internacionales, contra bases de organizaciones terroristas en el exterior, especialmente contra las estructuras y los recursos del extinto califato. Por otra parte, las actuaciones policiales y judiciales contra el terrorismo dentro de nuestros propios pa¨ªses, facilitadas por cambios en las leyes y complementadas con la cooperaci¨®n intergubernamental.
En lo que ata?e a la dimensi¨®n externa de esta lucha contra el terrorismo yihadista, la que se lleva a cabo fuera de las jurisdicciones estatales y de las fronteras comunes de la Uni¨®n Europea, casi todos los Gobiernos de Europa occidental se sumaron a la coalici¨®n global contra Estado Isl¨¢mico formada a fines de 2014. Las operaciones de esta coalici¨®n global aminoraron progresivamente el dominio que esa organizaci¨®n yihadista impuso sobre amplios territorios de Siria e Irak, hasta privarla en marzo de 2019 de su ¨²ltimo reducto.
Estado Isl¨¢mico perdi¨® de este modo no ¨²nicamente el califato desde el cual emit¨ªa una elaborada propaganda destinada a j¨®venes musulmanes de los pa¨ªses europeos, sino, adem¨¢s la imagen de una estructura exitosa en expansi¨®n que estaba destinada a imponer su versi¨®n prof¨¦tica del salafismo yihadista y a hegemonizar ¡ªsi no monopolizar¡ª el yihadismo global como movimiento. Ambas carencias han socavado m¨¢s que considerablemente su capacidad para promover procesos de radicalizaci¨®n y reclutamiento.
Acerca de la dimensi¨®n interna del antiterrorismo, la desarrollada en los confines de cada jurisdicci¨®n nacional y en el marco europeo de cooperaci¨®n antiterrorista, un buen indicador lo proporciona la evoluci¨®n del n¨²mero de detenidos en Europa occidental por actividades relacionadas con esa violencia. Apenas super¨® los 270 en 2013 para aumentar a unos 500 en 2014, situarse alrededor de los 800 en 2015 y 2016, cerca de los 1.000 en 2017 y no bajar de los 700 en 2018.
Estas cifras revelan que las actuaciones policiales y los procedimientos judiciales relacionados con las mismas, en el marco del Estado de derecho propio de las democracias europeas, fueron respondiendo con eficacia al ciclo de movilizaci¨®n yihadista iniciado en 2012. As¨ª se impidi¨® la actividad de numerosos agentes de radicalizaci¨®n y se desbarataron muchas redes de captaci¨®n, elev¨¢ndose adem¨¢s notablemente los costes de autorradicalizarse y de pasar a la implicaci¨®n terrorista, en solitario o en compa?¨ªa.
Pero el terrorismo relacionado con Al Qaeda o con Estado Isl¨¢mico no va a ser erradicado en un futuro previsible y la amenaza persiste en Europa occidental. El declive del reciente ciclo de movilizaci¨®n yihadista no supone la definitiva decadencia del yihadismo en nuestras sociedades. A medio plazo, considerando adem¨¢s que las consecuencias socioecon¨®micas de la covid-19 pueden coincidir con la emergencia o reemergencia de zonas de conflicto, actuaciones propiamente antiterroristas e iniciativas de prevenci¨®n deben combinarse para evitar un nuevo auge de los procesos de radicalizaci¨®n y reclutamiento yihadista.
Fernando Reinares es director del Programa sobre Radicalizaci¨®n Violenta y Terrorismo Global en el Real Instituto Elcano y catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Rey Juan Carlos.
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