La naranja y la manzana
Sin el nombre, estamos ante una nueva yihad, lanzada por Erdogan desde un nacionalismo m¨¢gico
En enero de 2015 visit¨¦ Tarquinia, cerca de Roma, encontr¨¢ndome con una sorpresa. Al atractivo de las tumbas etruscas se un¨ªa esta vez una exposici¨®n en la Casa de la Cultura, conmemorativa de la visita en 1970 de los dibujantes de Charlie Hebdo. Hab¨ªan dejado como recuerdo las obras exhibidas y ahora volv¨ªan estas a los mismos muros como homenaje a los humoristas reci¨¦n asesinados. Fue una oportunidad para gritar de nuevo en silencio el ¡°yo soy Charlie Hebdo¡±, en recuerdo de quienes perdieron la vida por su ejercicio de la libertad de expresi¨®n. Entre las vi?etas destacaba una de Wolinski, denunciando el racismo anti isl¨¢mico. Un personaje preguntaba sobre c¨®mo saber que alguien era jud¨ªo. ¡°Si su madre era jud¨ªa¡±, aclar¨® el interpelado. ¡°?Y qu¨¦ es musulm¨¢n?¡±: ¡°?Puaf! Eso se ve¡¡±, respondi¨® el segundo, con cara de asco.
Wolinski fue asesinado el 7 de enero de 2015, al igual que otros 11 compa?eros de la redacci¨®n del semanario, por un comando de al-Qaeda. Otros tantos resultaron heridos, algunos con grav¨ªsimas lesiones que siguen arruinando sus vidas. Entre las exclamaciones proferidas por los asesinos, dos islamistas franceses de padres argelinos, al lado del inevitable Allah u-Akhbar, destacaba la satisfacci¨®n por haber sido vengada la ofensa que supuso la publicaci¨®n por Charlie Hebdo de unas caricaturas sat¨ªricas contra los musulmanes, con presencia de la imagen de Mahoma. El atentado era ¡°la venganza del Profeta¡±.
Las caricaturas francesas proced¨ªan de un diario dan¨¦s y hab¨ªan dado ya lugar a violentas protestas en el mundo musulm¨¢n. Su m¨¢s prestigioso gu¨ªa, Yusuf al-Qaradawi, proclam¨® ¡°la jornada mundial de la ira¡±. Y la decisi¨®n de incluirlas en Charlie Hebdo intentaba subrayar el absurdo de la respuesta de masas violenta. En la portada, un personaje barbudo se quejaba: ¡°?Qu¨¦ duro es ser amado por tontos!¡±. Wolinski pon¨ªa la guinda del buen humor, con Mahoma que confesaba: ¡°?Es la primera vez que los daneses me hacen re¨ªr!¡±.
El tema vuelve a la actualidad este mes con la apertura del proceso contra los c¨®mplices de la matanza. De un lado las im¨¢genes y los relatos de los supervivientes est¨¢n permitiendo apreciar el horror y la deshumanizaci¨®n que acompa?aron al crimen; de otro sirve como aliciente para replantear un grave problema a resolver por las democracias. Estas han de incorporar a las minor¨ªas musulmanas en pleno respeto a sus creencias, pero tambi¨¦n garantizar los derechos humanos ¨Despecialmente de la mujer¨D impidiendo por a?adidura en la ense?anza y la predicaci¨®n la infiltraci¨®n del yihadismo. Sin olvidar que la aproximaci¨®n al Islam, realista, no reverencial, debe asimismo poner freno a la islamofobia. Casi la cuadratura del c¨ªrculo.
Los nuevos autores de Charlie Hebdo han decidido reeditar el n¨²mero maldito de 2006. Era la apuesta necesaria por la libertad de expresi¨®n frente a todo fanatismo. Val¨®rense de un modo u otro las ofensas a los credos religiosos, carece de sentido aplicar a este caso una indeseable condena de la blasfemia, la m¨¢s invocada, cuando la misma resulta admitida para cristianismo o juda¨ªsmo. Carece de sentido priorizar el respeto a lo sagrado. Tendr¨ªamos que prohibir La vida de Brian, o como decidi¨® la editorial de Oxford, los dibujos de Peppa Pig a fin de evitar que los ni?os musulmanes se diviertan con cerditos. La ley cor¨¢nica tiene su espacio de aplicaci¨®n en el mundo, y este no es el de las sociedades democr¨¢ticas. Eso no excluye que mientras algunas de las caricaturas danesas son inocuas, alguna incluso a?eja ¨Dla de la escasez de hur¨ªes¨D, dos de ellas, al identificar musulm¨¢n y terrorista, debieron ganarse una condena. Judicial, no criminal.
Entre los testigos del proceso, la superviviente Corinne Rey ha descrito el horror yihad¨ª en todos sus matices. Incluso en la aplicaci¨®n ben¨¦vola del hadith de no matar mujeres. Su experiencia aporta adem¨¢s una visi¨®n l¨²cida sobre el tr¨¢gico encuentro con los terroristas: ¡°Quer¨ªan matar, estaban impulsados por una ideolog¨ªa, se notaba en sus gestos, en su forma de hablarme¡¡±. Eran instrumentos de la misma interpretaci¨®n de los textos sagrados que inspir¨® al Estado Isl¨¢mico, y cuyos efectos parecen ahora parcialmente contenidos en Europa. En la m¨¢s insulsa de las caricaturas danesas, ¡°una naranja en un turbante¡± era signo de buena suerte. No lo fue entonces, ni ahora cuando al-Qaeda amenaza de nuevo con la muerte a quienes publican Charlie Hebdo.
La sorpresa llega adem¨¢s con la aparici¨®n de una nueva forma de yihad, vinculada ahora, no a una naranja, sino a una manzana.
Fue hace d¨ªas, en plena la crisis del Egeo con Grecia. El Gobierno turco difundi¨® para la ocasi¨®n un video de exaltaci¨®n nacionalista, con el canto de guerra La marcha de la manzana roja. En sus im¨¢genes se suceden soldados en campa?a, un sult¨¢n victorioso contra Bizancio, Erdogan pasando como ¨¦l revista a tropas o contemplando la salida del barco de prospecci¨®n petrol¨ªfera en aguas griegas, m¨¢s escenas religioso-b¨¦licas al grito de Allahu-Akhbar. La marcha tiene por argumento las campa?as victoriosas hasta alcanzar la meta sagrada de ¡°la manzana roja¡±, el lugar desde donde Turqu¨ªa ejercer¨¢ el dominio universal, implantando la justicia del islam. El v¨ªdeo ilustra la profec¨ªa del pensador de cabecera para Erdogan, Ziya G?kalp, aquel que hacia 1900 proclamaba que los turcos encarnan al superhombre de Nietzsche.
Cuando en julio Erdogan decidi¨® ¡°mezquitizar¡± Santa Sof¨ªa, hubo una reacci¨®n general de desconcierto, no solo ante el sectarismo de la medida, sino por el tono desafiante del reis. La explicaci¨®n lleg¨® en la ceremonia inaugural, del discurso del imam y ministro oficiante, quien mirando al futuro enlaz¨® la islamizaci¨®n del templo, con las victorias sobre Bizancio de Alparsl¨¢n (1071) y Mehmed II (1453). Para reforzar el mensaje, nuestro personaje esgrimi¨® la gran espada que los imames deber¨ªan seguir exhibiendo: islam es conquista. Paralelamente, Turqu¨ªa enviaba a aguas greco-chipriotas, el barco de prospecci¨®n, rodeado de fragatas, una de ellas la ¡°Gengish Khan¡±. En lo sucesivo, sumisi¨®n o guerra. Seg¨²n la doctrina erdoganiana de ¡°la patria azul¡± las islas no generan jurisdicci¨®n territorial ni econ¨®mica. Creta deja de existir. Para subrayarlo, Erdogan ha recordado que Turqu¨ªa es una naci¨®n-ej¨¦rcito y que con la ayuda de Al¨¢ todo adversario ser¨¢ aplastado. Ahora, obligado momento de calma, con el fin de evitar las sanciones de la UE.
El caso turco prueba que una ocultaci¨®n transitoria de los mitos asociados a la violencia, no significa su desaparici¨®n. En Turqu¨ªa, el montaje de G?kalp perdi¨® su capacidad de movilizaci¨®n al integrarse en un kemalismo revestido de modernidad. El islamismo pol¨ªtico segu¨ªa otro cauce. Hasta que Erdogan supo dotarle del potencial nacionalista de G?kalp ¨Dlas mezquitas como cuarteles, los creyentes soldados¨D, cargado de supremacismo racial y de proyecci¨®n imperialista. El mensaje ha penetrado en la sociedad turca, ayudado por exitosas series guerreras de producci¨®n oficial, como la biograf¨ªa inventada de Ert¨¹grul, fundador del linaje otomano, o Kizil elma¡"la manzana roja". El Grial turco.
Sin el nombre, estamos ante una nueva yihad, lanzada por Erdogan desde un nacionalismo m¨¢gico, cuya agresiva proyecci¨®n imperialista se asienta sobre las glorias otomanas y una concepci¨®n nacional-yihadista del islam. Fascinante como construcci¨®n doctrinal, tan peligrosa como los mitos totalitarios del pasado siglo.
Antonio Elorza es profesor de Ciencia Pol¨ªtica y autor de El c¨ªrculo de la yihad global (Alianza).
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