Dos relatos migratorios
La existencia de una ¡®migraci¨®n cero¡¯ en la Uni¨®n Europea no solo es imposible sino contraproducente
La cat¨¢strofe de Moria ha consumado una tragedia predecible y anunciada. Su debate acalorado en el Parlamento Europeo revela, una vez m¨¢s, un prolongado combate entre dos narrativas enfrentadas. El futuro de la UE depende de cu¨¢l de ellas se alce con la victoria
1. El realismo sucio concluye que, hasta ahora, va ganando la batalla la mirada del rechazo ¡ªnegacionista, incluso¡ª contra el hecho migratorio. Se asume como ideal que la migraci¨®n no exista: ¡°Entra?a una amenaza a la seguridad e integridad de la UE y contra la identidad de los Estados miembros¡±. Ahora bien, en la medida en que ¡°lamentablemente¡± existe, la hip¨®tesis subsidiaria consiste en reducirla a su m¨ªnimo por cualquier medio al alcance: rechazos en frontera, devoluciones en caliente, blindaje de fronteras, vallas, campos de hacinamiento y retornos tan frecuentes y masivos como resulten posibles. Tan terminal negaci¨®n de la migraci¨®n como realidad gestionable a escala paneuropea exhibe su corolario en la externalizaci¨®n de la atenci¨®n a los migrantes (financiando si es preciso a Estados terceros ¡°no seguros¡± como es notoriamente Libia) y en una creciente casu¨ªstica de violaciones del derecho (sentencias del TJUE contra los integrantes del Grupo de Visegrado por su negativa a asumir cuotas de realojamiento).
La narrativa dominante, al menos en el Consejo, se agita en la caricatura de su pretendida alternativa (¡°?quieren que vengan todos?¡±) como una ¡°invasi¨®n¡± de pesadilla. Opone as¨ª una reacci¨®n instigada por el miedo y el discurso del odio, r¨ªo revuelto en que pesca una extrema derecha nacionalista y xen¨®foba cada vez m¨¢s escorada a una eurofobia sin ambages: ¡°?Aqu¨ª no cabe nadie m¨¢s!¡±. Esta abyecci¨®n es denunciada por quienes esgrimen que Moria (y otros campos replicantes) no es un ¡°fracaso¡± de la UE, ?al contrario, es su triunfo, porque esa es, exactamente, la pol¨ªtica europea!: negar toda esperanza a quienes aspiren a llegar y disuadirles de intentarlo, por m¨¢s que la evidencia dicte que su desesperaci¨®n es un eficaz incentivo para el terrible business model de los tr¨¢ficos il¨ªcitos y de explotaci¨®n de personas.
2. Pero hay otra narrativa en la confrontaci¨®n en curso. Resuena, recurrentemente, en cada discusi¨®n en el Parlamento Europeo. Y pugna por no resignarse, a pesar de las se?ales de que, por el momento, va perdiendo esta contienda. Es el relato europe¨ªsta que exige desdramatizar para comprender mejor: la migraci¨®n es un hecho, una constante en la historia de la humanidad y la UE, parte de nuestra riqueza y nuestra diversidad. Y puede y debe gestionarse en com¨²n sin desdecirnos de nuestros principios y leyes. Es la posici¨®n respaldada ¡ªapasionadamente¡ª por la presidenta de la Comisi¨®n, Von der Leyen, en su primer debate sobre el estado de la UE: si no es capaz de responder de acuerdo con sus valores y su Derecho, seguir¨¢ creciendo el n¨²mero de quienes apuesten no ya por cerrar las Morias ¡ªLampedusa, Arguinegu¨ªn...¡ª, sino por cerrar una UE irrelevante, sea por inanici¨®n o por inanidad.
Una conclusi¨®n es clara: no es una opci¨®n renunciar a la estatura de la UE, ni a su respuesta ni al European Way que nos identifica ante el mundo que nos mira (esa doctrina Sinatra de la que habla Borrell). S¨ª lo es cambiar nuestra mirada, paso previo necesario para cambiar la pol¨ªtica hasta que sea al mismo tiempo europea, humanitaria, realista y eficaz.
?Largo plazo?: atender sus causas ¨²ltimas (desigualdades, miseria, conflictos, clima) en ?frica, Oriente Pr¨®ximo, Mediterr¨¢neo y Turqu¨ªa. ?Medio plazo?: el New Pact, comprometido por Von der Leyen y por la comisaria Johansson, cuyo debate arranca esta misma semana. La expectativa es enorme, pero no en el vac¨ªo: tras la entrada en vigor del Tratado de Lisboa y de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, el Parlamento Europeo aprob¨® un amplio marco de legislaci¨®n europea sobre migraciones y asilo. Se trata, s¨ª, de reparar injusticias de reparto (saturaci¨®n de los pa¨ªses costeros de ¡°primera entrada¡±) y el contumaz incumplimiento de la solidaridad obligatoria y responsabilidad compartida. Reglas fronterizas claras, garant¨ªa de derechos sin discriminaciones; protocolo europeo de salvamento y rescate, sin criminalizaciones; con v¨ªas legales y seguras, y visas humanitarias; y medidas de respuesta ante crisis y emergencias. ?Y corto plazo?, apremiante: respeto del derecho europeo e internacional en fronteras exteriores, sin brutalidad ni abusos (Grecia, Croacia, todos), ?y un programa vinculante de realojamientos entre los Estados miembros! No solo del dram¨¢tico n¨²mero de menores no acompa?ados (y, desde luego, no en cadencia raqu¨ªtica e insuficiente), sino, con car¨¢cter urgente, de familias vulnerables y personas que planteen una demanda fundada de protecci¨®n humanitaria.
No derrotar la narrativa que va ganando la batalla ser¨ªa, pese al espejismo de su negacionismo, garant¨ªa de fracaso: esa ¡°migraci¨®n cero¡± no solo es imposible, sino contraproducente. Pero no bastan las proclamas enf¨¢ticas de Von der Leyen, ni mil bienintencionados discursos parlamentarios: nada peor para la UE que la contradicci¨®n entre su discurso y sus hechos, una autoderrota, a lomos del pesimismo de nuestra voluntad de Europa. Acci¨®n, esa es la medida por la que se nos juzgar¨¢.
Juan F. L¨®pez Aguilar es eurodiputado socialista y presidente de la Comisi¨®n de Libertades, Justicia e Interior del Parlamento Europeo.
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