Neogolpismo en Per¨²
Aun suponiendo que el entorno del presidente deba ser investigado, los intrigantes atropellaron su minor¨ªa en el Congreso con presunciones de inmoralidad y arbitrarias interpretaciones de la Constituci¨®n
Al general Manuel Pav¨ªa y Rodr¨ªguez de Alburquerque se le vio venir cuando entr¨® a caballo en el Congreso y procedi¨® a su disoluci¨®n, favoreciendo la reinstauraci¨®n borb¨®nica en Espa?a. Tambi¨¦n fueron audibles los relinchos de la tropa que ametrall¨® el hemiciclo vociferando que sus se?or¨ªas hab¨ªan sido emasculadas por el terrorismo vasco. El caballo de Pav¨ªa y el asalto de los tricornios fueron pronunciamientos militares sin complejos, nada que ver con la perfidia del presidente del Congreso de Per¨² y los mu?idores de la reciente intentona golpista, disfrazada de responsable moci¨®n de censura, contra Mart¨ªn Vizcarra.
La incapacidad moral imputada al mandatario, recogida en el art¨ªculo 113 de la Constituci¨®n, no puede tomarse sino como un sarcasmo de los complotados, cuyo compromiso con la decencia y la ¨¦tica parlamentaria abreva en el pensamiento del precursor mexicano Gonzalo Santos, que defini¨® la moral como un ¨¢rbol que da moras y sirve para la chingada. Los sediciosos pidieron la aquiescencia del generalato, pero al no obtenerla fracasaron. La negativa castrense a secundar la ruptura de la legalidad es de agradecer en una regi¨®n signada por el caudillismo y la violaci¨®n armada del ordenamiento jur¨ªdico-pol¨ªtico.
La mayor¨ªa de los golpes de Estado de la Am¨¦rica Latina del siglo XX fueron cuartelazos instauradores de dictaduras personales o militares anticomunistas, engullidas por la derrota ideol¨®gica de la URSS y los procesos de transici¨®n hacia el derecho de los pueblos a elegir y controlar a sus gobernantes. Los procesos revolucionarios son de distinta naturaleza pues pretenden la radical transformaci¨®n de las sociedades y el derribo de las instituciones, m¨¢s que su apropiaci¨®n. En este siglo,
un golpismo de fachada democr¨¢tica y complicidades castrenses, judiciales o legislativas min¨® las democracias de Venezuela, Brasil, Nicaragua, Honduras, Ecuador, Paraguay y Bolivia. La conspiraci¨®n contra el centrista Vizcarra no fue bolchevique, fascista o ideol¨®gica, sino corporativa, fraguada por ¨¦lites acaparadoras de poder e impunidad, consecuencia de la debilidad del sistema de partidos y las inestables alternativas.
El panfleto, la ignorancia y la retribuci¨®n de favores contaminan la agenda de grupos parlamentarios sin estructuras solventes, divorciados de una sociedad que pide soluciones contra la pobreza, el paro y la corrupci¨®n, y solo recibe agravantes. Aun suponiendo que el entorno del presidente peruano deba ser investigado, los intrigantes atropellaron su minor¨ªa en el Congreso con presunciones de inmoralidad y arbitrarias interpretaciones de la Constituci¨®n. Los apoderados del encapuchado golpismo patearon el Legislativo para controlar el Ejecutivo y eludir la investigaci¨®n de negocios y enriquecimientos penados con c¨¢rcel. Nada que ver con la patri¨®tica enajenaci¨®n del general Pav¨ªa.
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