El enigma espa?ol
?Por qu¨¦ sectores de la sociedad civil aparentemente distantes pueden ponerse de acuerdo entre s¨ª o con los poderes p¨²blicos, pero los partidos pol¨ªticos son casi incapaces de hacerlo entre ellos?
No hay peor sensaci¨®n para un columnista que sentirse condenado a escribir la misma columna semana tras semana. Como esos personajes mitol¨®gicos griegos, T¨¢ntalo, S¨ªsifo o el propio Prometeo, cuya tortura consiste en ser sometidos siempre al mismo suplicio. Una y otra vez, sin descanso. En el caso del que aqu¨ª la firma consiste en reiterar, incesantemente, nuestra falta de entendimiento, la persistencia de las divisiones entre las fuerzas pol¨ªticas. Y como estas no cesan, vuelta a subir la roca, otra vez la misma columna.
Hoy, sin embargo, el columnista est¨¢ contento. Se abre una t¨ªmida v¨ªa para la esperanza. Una vez m¨¢s viene de sindicatos y empresarios, cuyo acuerdo para prorrogar los ERTE y definir los contornos del teletrabajo ha supuesto un aldabonazo en la incapacidad de la pol¨ªtica para llegar a pactos. La ejemplaridad ha cambiado de bando, ya no se ubica arriba, en el v¨¦rtice de la clase dirigente, sino que viene de la base, de la propia sociedad civil. Con un matiz importante, el papel que en este logro ha jugado la ministra de Trabajo, Yolanda D¨ªaz, cuya figura va agrand¨¢ndose a medida que va favoreciendo la interlocuci¨®n entre los agentes sociales, y por su capacidad para comunicar con naturalidad y sin estridencias; o sea, porque es de las que unifica, no de las que divide. Se dir¨¢ que es sorprendente porque es de Podemos, pero aqu¨ª como en otras formaciones pol¨ªticas, hay que atreverse tambi¨¦n a marcar un perfil propio, y ella lo est¨¢ consiguiendo.
La inquietante cuesti¨®n es, sin embargo, ?por qu¨¦ sectores de la sociedad civil aparentemente distantes pueden ponerse de acuerdo entre s¨ª o con los poderes p¨²blicos, pero los partidos pol¨ªticos son casi incapaces de hacerlo entre ellos? Incluso en momentos en los que el pa¨ªs est¨¢ al borde del precipicio. Este es el enigma espa?ol, una buena pregunta de investigaci¨®n para hispanistas. Mi tesis es que no sabemos hacer oposici¨®n, ni defendernos frente a ella. Mientras en otros lugares se practica el esgrima dial¨¦ctico, aqu¨ª no salimos del garrotazo; se prefiere el insulto a la iron¨ªa, las palabras gruesas al discurso bien enhebrado, la b¨²squeda del aplauso f¨¢cil ¡ªy fugaz¡ª a la m¨¢s ardua y s¨®lida tarea del convencimiento basado en razones.
En este contexto, la Transici¨®n era una anomal¨ªa demasiado estridente. Por eso para algunos hay que liquidar su memoria. O falsearla. Y recuperar los buenos tiempos en los que el antagonismo campaba a sus anchas. De este modo se ¡°normaliza¡± el presente, el cainismo vuelve as¨ª a cobrar carta de naturaleza como un rasgo propio del ser espa?ol. Nunca estuvimos reconciliados, as¨ª que porfiemos en nuestras divisiones seculares; debe haber vencedores y vencidos, una y otra vez. Prefiero pensar, empero, que la sociedad va por otro lado, y que todo intento por provocar antagonismos no hace m¨¢s que abundar en el divorcio entre clase pol¨ªtica y ciudadan¨ªa. Ya no estamos ante la disyunci¨®n existencial entre una ideolog¨ªa extrema u otra. Queremos una democracia que funcione, que no es poco, y que vayamos saliendo de esta crisis con mayor justicia social y m¨¢s unidos. Ah, y que los pol¨ªticos se ganen el sueldo. Para eso basta con que resuelvan problemas en vez de crearlos. Tampoco es tan dif¨ªcil, miren a Yolanda D¨ªaz.
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