Dilema europeo
La UE debe establecer v¨ªnculos entre erogaci¨®n de fondos y Estado de derecho sin que la negociaci¨®n cause graves retrasos en el plan de recuperaci¨®n
Empez¨® ayer una semana clave para la entrada en vigor, en tiempo ¨²til, del ingente plan europeo de recuperaci¨®n econ¨®mica, con el duro pulso entre el Parlamento Europeo y el Consejo y bajo la presidencia semestral alemana. Factor central de las diferencias entre ambas instituciones ¡ªlas dos comparten poder legislativo sobre el presupuesto¡ª es el rigor que se incorpore al mecanismo de control de respeto al Estado de derecho, y en c¨®mo las ayudas del plan, vehiculadas desde el presupuesto, se condicionan a ese cumplimiento. No es la ¨²nica diferencia ¡ªhay otras, sobre la cuant¨ªa total o los programas concretos¡ª, pero s¨ª la m¨¢s sustancial, porque versa sobre cuestiones de principios, siempre m¨¢s dif¨ªciles de dirimir que las meramente aritm¨¦ticas.
Como exige la plena adhesi¨®n a los valores democr¨¢ticos, y con ella este peri¨®dico, tiene todo el sentido vincular los fondos europeos a la calidad del imperio liberal de la ley en todos los socios, sin exclusiones. Ser¨ªa contradictorio financiar con el com¨²n esfuerzo de los contribuyentes a pa¨ªses con Gobiernos que violan el Estado de derecho, en un club cuyo primer cimiento es la democracia.
Igualmente imperativo es el mandato de salir de la crisis seg¨²n los planes de esfuerzos financieros comunitarios mediante deuda com¨²n dise?ados con inusual contundencia y celeridad por los l¨ªderes europeos. La velocidad de su aplicaci¨®n es esencial. La segunda ola de la pandemia en todo el continente es un incentivo a atenerse al calendario: las medicinas sirven poco tras la muerte.
Un retraso en la llegada de las ayudas a todos los pa¨ªses incrementar¨ªa el riesgo de que las capas y territorios m¨¢s desfavorecidos acabaran inclin¨¢ndose, desafectos y frustrados por las expectativas denegadas, hacia propuestas cargadas de recelo antieurope¨ªsta o incluso hacia ese iliberalismo populista que ahora solo alcanza de gravedad a dos de los socios del club comunitario, Polonia y Hungr¨ªa.
Democracia y prosperidad se consagran as¨ª, como pocas veces, en la doble cara de una misma moneda. El Parlamento presionar¨¢, sabedor entre otras cosas de que Varsovia y Budapest tambi¨¦n necesitan como agua de mayo el plan de recuperaci¨®n. Y la presidencia del Consejo y la Comisi¨®n deber¨¢n equilibrar esa exigencia democr¨¢tica con la urgencia social del gran paquete de medidas antirrecesi¨®n. Encontrar el punto exacto en que se conjuguen positivamente, en beneficio de la mayor¨ªa de los ciudadanos del bloque, prioridades en apariencia contrapuestas es una nueva importante prueba de sabidur¨ªa pol¨ªtica que afronta el club en esta ¨¦poca de desaf¨ªos inauditos.
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