Firmeza europea
La UE debe buscar un pacto con Londres sin erosionar su mercado com¨²n
La Uni¨®n Europea debe extremar su unidad, firmeza y habilidad negociadora en los ¨²ltimos compases de su negociaci¨®n con el Reino Unido para un posible ¡ªe incierto¡ª acuerdo comercial para el futuro tras su retirada formal y ejecutiva del club comunitario, desde el principio del a?o pr¨®ximo.
La unidad est¨¢ forjada desde que se inici¨® el pulso en 2016 con el refer¨¦ndum secesionista: no ha habido ni fugas ni discrepancias destacables en un club proclive a ellas. La firmeza se ha demostrado, pero ahora ser¨¢ a¨²n m¨¢s necesaria, pues las v¨ªsperas de una eventual ruptura ¡ªecon¨®micamente siempre perjudicial¡ª propician que a la parte m¨¢s flexible le tiemblen las piernas. Y la habilidad es indispensable ante un interlocutor que no duda en emplear datos falsos, acusa sin fundamento e incumple hasta los pactos ya firmados (como el Acuerdo de Retirada), antes de consumirse un a?o desde que se trabaron.
A la exigencia del Consejo Europeo a Boris Johnson para que realizase un gesto que acreditase verdadera voluntad de alcanzar un pacto, este ha respondido con signos de lo contrario: una llamada a su pa¨ªs para que se prepare a un escenario de ruptura sin acuerdo. Pero esa posici¨®n cumple esencialmente una funci¨®n pol¨ªtica partidista interna ante su ciudadan¨ªa.
En efecto, el primer ministro brit¨¢nico hab¨ªa fijado un ultim¨¢tum para el pasado 15 de octubre: o la UE cambiaba el ¡°tono¡± de su discusi¨®n, o romp¨ªa definitivamente. Johnson considera que la UE no ha cambiado, y su negociador, David Frost, as¨ª lo ejemplific¨® mostrando su ¡°decepci¨®n¡± por la firmeza de los Veintisiete. Pero de ninguna manera se han levantado de la mesa negociadora. Esta sigue en pie, veremos cu¨¢nto tiempo. Por segunda vez (la anterior fue en oto?o de 2019) su afici¨®n a dictar ultim¨¢tums no ha producido consecuencias.
Ahora bien, ese dato incontestable no permite tampoco tener s¨®lidas esperanzas de una real disposici¨®n negociadora. Puede deberse al af¨¢n de aguantar hasta la l¨ªnea de abismo para que sea la Uni¨®n la que se levante de la mesa, y poder as¨ª culpabilizarla por ello.
O al miedo esc¨¦nico de un l¨ªder en apariencia contundente, pero que atraviesa una fase de dificultad: despreciado por sus antecesores conservadores John Major, David Cameron y Theresa May y los moderados del partido; abandonado por sus nuevos electores de las zonas industriales en declive; y, sobre todo, pendiente de que su ¨²nico aliado en el mundo, Donald Trump, logre derrotar a las encuestas que le dan como perdedor.
Sea uno u otro el motivo, los Veintisiete deben permanecer, como hasta ahora, firmes. El fracaso de la negociaci¨®n acarrear¨ªa graves consecuencias econ¨®micas que est¨¢ en el inter¨¦s de todos evitar, especialmente en medio de la crisis pand¨¦mica. Pero no puede ser a costa de ceder ni siquiera un cent¨ªmetro en cuanto a la defensa del n¨²cleo duro de su empe?o hist¨®rico: el mercado interior, que de ninguna manera puede ser desafiado desde el otro lado del canal por competencias desleales, ayudas de Estado distorsionadoras o dumpings sociales o medioambientales. No es tolerable un Singapur que amenace desde la esquina a la econom¨ªa continental, aprovech¨¢ndose de un acceso sin aranceles al mercado com¨²n. Otra cosa es que se avengan a acordar concesiones sectoriales o sobre la gesti¨®n del futuro acuerdo, siempre que sean mutuas. Y beneficiosas, en conjunto, para la Uni¨®n.
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