El espejo de Lesbos
La isla no solamente es la puerta geogr¨¢fica de Europa sino que representa un banco de pruebas para una extrema derecha europea que se conjura para violentamente tomar las calles y extender su discurso del odio
A pocos kil¨®metros de la Pen¨ªnsula de Anatolia, en los m¨¢rgenes de Europa, Lesbos, donde naci¨® Safo, la primera poeta de Occidente, parece una isla remota. Una isla, en un pa¨ªs devastado por la crisis de 2008, que de golpe se ve arrollada por una crisis migratoria derivada de la geopol¨ªtica. Un contexto perfecto para el ascenso de la extrema derecha en estos ¨²ltimos meses. Esta explicaci¨®n es en parte cierta, pero resulta de una supuesta excepcionalidad insular que nos aleja de un problema que, en buena medida, es una representaci¨®n de lo que podr¨ªa ocurrir en cualquier parte de Europa.
Lesbos es la tercera isla en extensi¨®n de Grecia por detr¨¢s de Creta y Eubea con una superficie aproximadamente a medio camino entre Mallorca y Menorca. Con una poblaci¨®n de 87.000 habitantes, Lesbos es la quinta isla m¨¢s poblada de Grecia por detr¨¢s de Creta, Eubea, Rodas y Corf¨². Tiene un importante patrimonio hist¨®rico (greco-romano, bizantino, veneciano, genov¨¦s y otomano) particularmente visible en su capital Mitilene. Ciudad universitaria (Universidad del Egeo) con docentes y estudiantes provenientes de toda Europa.
La isla experiment¨® un importante desarrollo alrededor de la industria aceitera a finales de siglo XIX y principios del siglo XX que perdura hasta hoy como lo corroboran los 11 millones de olivos que cubren casi la mitad de la superficie de la isla y los centenares de peque?as industrias de transformaci¨®n (para aceite, jab¨®n, etc.) esparcidas por todo el territorio. Adem¨¢s, hubo en los a?os treinta el desarrollo de una industria minera hoy ya desaparecida. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, la industria aceitera ha ido perdiendo peso debido a la ca¨ªda de los precios del aceite mientras que el turismo ha prosperado.
As¨ª que en buena medida Lesbos desarroll¨® una sociedad con muchos puntos en com¨²n con cualquier sociedad industrializada del sur de Europa: luchas sindicales, periodos dictatoriales, presencia potente del partido comunista, movimientos estudiantiles, peso creciente del sector tur¨ªstico. Esta es la sociedad que en menos de un lustro ha pasado de ser candidata a Nobel de la Paz, como reconocimiento a la solidaridad de sus habitantes ante la llegada masiva de refugiados, a un enclave donde la extrema derecha parece que campe a sus anchas.
Es evidente ahora y hace cinco a?os que una isla de 87.000 habitantes no puede permanentemente ofrecer condiciones decentes a un n¨²mero de entre 10.000 y 20.000 refugiados e inmigrantes sin un plan de acogida europeo, aun contando con el trabajo tit¨¢nico e indispensable de las ONG y de ACNUR. Personas atrapadas que languidecen sin expectativas de futuro en campos de refugiados insalubres. Moria es un s¨ªmbolo tr¨¢gico, convertido ahora en cenizas, no solamente por lo que significa para los derechos de miles de personas, sino porque era algo totalmente evitable y que suced¨ªa dentro de la UE ante las narices de todo el mundo.
En paralelo al drama de los refugiados, tenemos una econom¨ªa local lastrada por a?os de crisis agravados por la ca¨ªda del turismo, un Gobierno central que ha ignorado constantemente e incluso enmendando la plana a las autoridades locales. Adem¨¢s de promesas incumplidas como la de trasladar los refugiados fuera de la isla como lo hizo el entonces candidato, ahora Primer Ministro, Mitsotakis en plena campa?a electoral en julio de 2019. La acci¨®n del Gobierno de Atenas ha sido en muchos casos contraproducente, a?adiendo m¨¢s tensi¨®n en la isla con el env¨ªo el pasado febrero de centenares de polic¨ªas antidisturbios desde el continente para proteger la construcci¨®n de nuevos asentamientos para refugiados y que acabaron aporreando tanto a refugiados como a locales ante la estupefacci¨®n de las autoridades locales.
En este contexto, es sorprendente que la violencia no haya ido a m¨¢s. Eso se debe en gran parte a que existe una alternativa variopinta (antifascistas, organizaciones c¨ªvicas locales, cooperantes, algunos alcaldes de la isla, sindicatos) a la extrema derecha que trabaja desde hace a?os para impedir que siga ganando terreno. Una extrema derecha que hasta hace muy poco era muy marginal pero que ahora est¨¢ muy bien conectada con grupos extremistas paneuropeos que no han dudado a viajar a la isla sobre todo desde marzo de este a?o cuando Erdogan abri¨® la frontera turco-griega. Desde entonces, la extrema derecha se vino arriba y sus acciones violentas se recrudecieron apuntando directamente a cooperantes y periodistas. M¨¢s all¨¢ de sus acciones, esa extrema derecha cada vez m¨¢s internacionalizada proyecta un relato esencialista que tiene como destinatarios ciudadanos del resto de Europa. Un relato deshumanizador del refugiado/inmigrante y del cooperante/izquierda buenista representados como unos invasores y traidores respectivamente y que juntos tienen como objetivo destruir la Europa blanca y cristiana.
Aun enfrent¨¢ndose a un contexto muy complejo, Lesbos tiene elementos comunes con cualquier sociedad Europa. La isla no solamente es la puerta geogr¨¢fica de Europa sino que representa un banco de pruebas para una extrema derecha europea que se conjura para violentamente tomar las calles y extender su discurso del odio. Sin embargo, Lesbos es tambi¨¦n la esperanza de una sociedad activa que se enfrenta a este odio en las calles, colegios y cualquier espacio p¨²blico con o sin el apoyo de las instituciones.
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