La conversi¨®n de Casado
El l¨ªder del PP tiene que dar la batalla ideol¨®gica para arrastrar a buena parte de los electores de los partidos que ocupan el espacio de la derecha y, en consecuencia, forzar a Vox y a Ciudadanos a ponerse a remolque
Dicen las cr¨®nicas que el martes, mientras los estadounidenses votaban, Pablo Casado en un discurso ante el Comit¨¦ Ejecutivo Nacional del partido repiti¨® 24 veces la palabra centro. Y es interesante que lo que algunos llaman la rectificaci¨®n de Casado llegue precisamente el d¨ªa en que el electorado americano levanta acta de la profunda divisi¨®n de un pa¨ªs, que vuelve regularmente a sus fantasmas hist¨®ricos. Mientras en Am¨¦rica gana la confrontaci¨®n (recargada por la capacidad de disoluci¨®n de la convivencia que caracteriza el liderazgo de Trump), el PP dice que abandona esta estrategia que le hab¨ªa alineado con Vox por el principio de que con la repetici¨®n la letra entra. Digamos 24 veces centro y ya somos centro.
?Pero qu¨¦ es el centro? ?C¨®mo convertir un lugar geom¨¦trico en un concepto pol¨ªtico? La idea de derecha tiene acumulado cierto contenido ideol¨®gico, con varias decantaciones, y lo mismo puede decirse de la idea de izquierda. Por deducci¨®n, el centro es el espacio intermedio entre ellas. Y de ¨¦l se acuerdan siempre la derecha y la izquierda cuando se encuentran en dificultades. El viejo Mitterrand lo ten¨ªa claro: el centro no existe, haz el pleno de los tuyos y se te dar¨¢ por a?adidura. Porque en realidad el centro es pura melancol¨ªa: el sue?o de la hegemon¨ªa perdida que te permiti¨® ganar.
Si quiere el centro, Casado tiene que dar la batalla ideol¨®gica para arrastrar a buena parte de los electores de los partidos que ocupan el espacio de la derecha y, en consecuencia, forzar a Vox y a Ciudadanos a ponerse a remolque. La sociedad est¨¢ ganando en complejidad y el simplismo bipartidista ha deca¨ªdo porque no basta con dos voces para representarla. Por esta l¨®gica, Pedro S¨¢nchez ha tenido que buscar la alianza con el resto de la izquierda y formar el primer gobierno de coalici¨®n de la democracia, a pesar de que el tambi¨¦n tuvo su fantas¨ªa centrista, intentando arrastrar a Ciudadanos a su causa. Resultado: S¨¢nchez gobierna, Ciudadanos palidece en tierra de nadie.
Casado ha intentado reunir al conjunto de la derecha forjando unas alianzas que le han dado una imagen de debilidad y acomplejamiento. Ahora pretende marcar distancias con sus socios con la ilusi¨®n de vaciarlos. Con los vientos que corren, en un clima creciente de crisis social y psicol¨®gica, creer que s¨®lo repitiendo la palabra centro se conquistar¨¢ el cielo tiene algo de infantilismo.
Y un riesgo a?adido: que en su propia casa alg¨²n aprendiz de brujo, por ejemplo Ayuso, forje la alternativa para el despotismo postdemocr¨¢tico que crece alarmante en Europa y sale reforzado de la pelea americana. Para hegemonizar el espacio de la derecha hay que tener un proyecto diferenciado. Y aportar la credibilidad que no tiene quien, de un d¨ªa para otro, pasa de mirar embaucado a Abascal a girarle la cara. Reducir la pol¨ªtica a una consigna es el grado cero de la democracia.
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