Qui¨¦n vigila a Iv¨¢n Redondo
La voz del Gobierno sigue siendo patriarcal y anticuada y no est¨¢ a la altura del consuelo y el cuidado real que ahora necesitamos
El jefe de gabinete de la presidencia del Gobierno es un currante. Yo creo que no debe dormir a causa de todo lo que hace, coordina, controla, juzga, inspira. Pero tambi¨¦n le va la marcha, ya que recientemente ha a?adido a sus tareas e inclinaciones la direcci¨®n de un nuevo comit¨¦ contra la desinformaci¨®n, de modo que ya est¨¢ la derecha enarbolando el fantasma de la censura con el ¡°Ministerio de la Verdad¡± en la boca. Yo creo que luchar contra las fake news es un asunto de Estado. Otra cosa (y muy delicada) es qui¨¦n es el que tiene que luchar y c¨®mo.
Reconozco que me preocupa la ret¨®rica que Iv¨¢n Redondo inocula a la crisis de nuestro pa¨ªs. Me preocupa la distancia cada vez m¨¢s grande entre lo que se dice y lo que se cuenta desde nuestro Gobierno que tiene, a mi juicio, un problema narrativo que resolver y en el que deber¨ªa concentrarse Redondo antes que nada. A la voz de nuestro actual Gobierno le falta autoridad y legitimidad narrativa, sin lo cual los relatos se convierten en pregones. He ah¨ª la raz¨®n por la que Redondo puede ser al mismo tiempo la voz del Gobierno m¨¢s paritario que nunca hemos tenido y convivir tranquilamente con el chiste denigrante de Fernando Sim¨®n sobre las enfermeras. No s¨¦ si este salto es posible pol¨ªticamente hablando, pero supone una imperdonable falta de honestidad.
Me resulta inquietante y parad¨®jico que lejos de estar reflexionando sobre la gram¨¢tica de todo lo que tiene que contarnos, Redondo est¨¦ pensando en controlar otras voces. ?Ser¨ªa un fake decir que tenemos un Gobierno feminista cuando el director del Centro de Coordinaci¨®n de Alertas y Emergencias Sanitarias bromea sobre sus relaciones sexuales con las enfermeras? Tal vez habr¨ªa que llamarlo un fake speech. Por supuesto se puede decir que es una broma, un ¡°error tonto¡± o que ¡°las frases hechas nada tienen que ver con mi forma de pensar¡±, como de hecho ha explicado Sim¨®n.
Tambi¨¦n se podr¨ªa decir que los enfermeros y enfermeras de este pa¨ªs se est¨¢n jugando la vida mientras otros los relacionan con placeres infecciosos. Que son trabajadores esenciales y que salir a aplaudirlos es absolutamente incompatible con hacer chistes rancios sobre el contagio de las enfermeras y sobre la desnuda virilidad con que afront¨® el quite, tal como ha contado mediante sugerencia. Es cierto que se trata de un comentario denigrante, que supone un ejemplo de desinhibici¨®n machista y que cosifica el cuerpo de la mujer. Podr¨ªan decirse muchas cosas al respecto. Pero lo m¨¢s dif¨ªcil es decir que tenemos un Gobierno feminista despu¨¦s de este chiste. Y esa es justo la magia de Iv¨¢n Redondo, la de convertir el agua en vino (para aquellos que se la beben, claro). Hay que reconocer que el t¨ªo es eficaz y vers¨¢til. Tiene que serlo para funcionar igual de bien gestionando la comunicaci¨®n del PP que la del PSOE. De hecho, su capacidad de adaptaci¨®n nos dice mucho tambi¨¦n de su particular relaci¨®n con la verdad, a la que probablemente le une, como a Sim¨®n en sus quites, un contacto ef¨ªmero y desinhibido.
La necesidad de salir airosos a toda costa es el gran riesgo de la comunicaci¨®n p¨²blica, basada ¨²ltimamente en cifras y cuantificaciones diversas, monitorizaci¨®n de redes sociales y an¨¢lisis de datos comparados en Excel antes que atenci¨®n a los matices o al propio relato. Sin embargo, la verdad en nuestra civilizaci¨®n, desde sus or¨ªgenes conocidos hasta hoy, hay que buscarla en las palabras. Claro que las cosas pueden contarse de muchas maneras y con diversos objetivos. Una manera podr¨ªa ser una comunicaci¨®n orientada exclusivamente a la conversi¨®n en votos mientras que otra distinta podr¨ªa orientarse al consuelo o la empat¨ªa, por ejemplo.
Cada narraci¨®n tiene un objetivo e Iv¨¢n Redondo es, supuestamente, el rey de la eficacia. As¨ª, con la creaci¨®n de un comit¨¦ contra la desinformaci¨®n, nos est¨¢ contando que el objetivo del Gobierno es defender la verdad, cuando lo cierto es que apenas alcanza una verosimilitud ramplona. No s¨¦ si re¨ªrme o echarme a sus pies. Porque mientras la oposici¨®n discute su ocurrencia, lo que ya nos ha vendido es que el discurso pol¨ªtico, el suyo, parte de una preocupaci¨®n por la verdad genuina.
Podr¨ªa parecer un genio. Aunque personalmente creo que Redondo y por tanto S¨¢nchez han ca¨ªdo en la trampa para elefantes de su propia ficci¨®n. Nos pasa mucho a los escritores. Y cuando sucede hay que tirar la novela. O corregir a lo bestia y sin mucha esperanza. Empezaron convencidos de que esto era una guerra. Y ah¨ª siguen. Es otro fake porque esto sigue sin serlo. Por eso no necesitamos soldados ni machos alfa quemando contenedores en las calles, que es donde ha llevado este discurso, sino convertir el cuidado en el centro narrativo y de la acci¨®n. Todo esto, adem¨¢s, guarda relaci¨®n con la imagen de las enfermeras que tienen nuestros soldados. Ellos hablan as¨ª: estado de alarma, toque de queda, recuento de v¨ªctimas, contagio, distancia de seguridad, escalada, desescalada, salvoconductos, enfermeras infecciosas¡ El ¡°Ministerio de la Verdad¡± casi parece una consecuencia directa del campo sem¨¢ntico.
Pues bien. Ni es sostenible ni es verdad ni ser¨¢ eficaz. La voz del Gobierno sigue siendo patriarcal y anticuada y no est¨¢ a la altura del consuelo y el cuidado real que ahora necesitamos. Y como el Gobierno porta el sello del corifeo de esta tragedia griega, los coros de la oposici¨®n se quedan en eso, en coros. De modo que la gram¨¢tica de Redondo salpica tambi¨¦n al PP y a Vox. Y as¨ª estamos, cada vez m¨¢s agresivos, machirulos, ineficaces y crispados. Por eso me permito recomendar a Redondo que se tome un descanso, que deje para m¨¢s adelante este proyecto tan ambicioso y que vea la serie Veneno de Los Javis, para desconectar un poco. Le vendr¨¢ bien entender c¨®mo la verdad necesita siempre alma. Y c¨®mo una prostituta transexual puede ser objeto de un chiste o de un libro. Uno elige. Se?or Redondo, repiense su trabajo. Si quiere vender coches a pedales de segunda mano o ayudar a que este pa¨ªs salga adelante. Son dos cosas distintas, no s¨¦ si a usted tambi¨¦n se lo parece. En todo caso recuerde que la verdad que usted nos cuenta la vigilamos todos. Y todas. Ya sabe, nosotras, los votantes.
Nuria Labari es periodista y escritora. Autora de La mejor madre del mundo (Literatura Random House).
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