Comisaria
Pedir¨ªa a las fuerzas de seguridad que, desde esa lucidez de clase, no desplegaran actitudes m¨¢s represivas en las concentraciones de perroflautas que en las de ¡®cayetaners¡¯
Nuestro amigo Teodoro Mota muri¨® hace poco. Fue presidente de la Asociaci¨®n contra la Tortura que fundaron Fernando Salas, Jorge del Cura y Bego?a Lalana, entre otras personas buenas. La Asociaci¨®n defendi¨® los derechos humanos de la poblaci¨®n reclusa, y denunci¨® la brutalidad policial, que no solo sucede en Estados Unidos; las detenciones ilegales; las torturas en comisar¨ªa. Fueron acusados de filoetarras y alima?as. Frente a las amenazas, prevalec¨ªa la urgencia de preservar los derechos humanos y condenar el grasiento terrorismo de Estado. Yo, ni?a de la Transici¨®n e hija de socialcomunista, he vivido relaciones tensas con las fuerzas de seguridad. Me han dado miedo. Porque he acudido a manifestaciones anti-OTAN, marchas a Torrej¨®n, he participado en huelgas generales, manifestaciones en favor del aborto, contra la guerra y las guerras, en solidaridad con la causa ¨¢rabe, en apoyo a trabajadores y trabajadoras despedidos, he rodeado el Congreso, he gritado a las puertas de la sede del PP¡ Desde que me salieron los dientes he entendido que la calle era espacio de protesta, y en ninguno de esos actos de expresi¨®n de la conciencia c¨ªvica me he sentido protegida por la polic¨ªa. Al pasar junto a los antidisturbios el coraz¨®n me iba a cien. En una manifestaci¨®n anti-OTAN me pegaron. Conozco a personas que, por apoyar a okupas en la Guindalera, fueron incomunicadas y vejadas, se les negaron compresas, se las incapacit¨® para cargo p¨²blico, tuvieron que estampar su firma en los juzgados durante dos a?os. En Amor fou lo cuento. La novela no funcion¨®: nadie cre¨ªa que el pa¨ªs del que hablaba fuese nuestro democr¨¢tico pa¨ªs. En 2006 lo era y la ciudadan¨ªa m¨¢s valiente viv¨ªa con miedo. Nuestra polic¨ªa, pese a su nuevo talante democr¨¢tico, conservaba las inercias prepotentes ¡ªadjetivo eufem¨ªstico¡ª de Billy el Ni?o.
Las ficciones, especialmente las televisivas, se encargan de blanquear las malas pr¨¢cticas policiales justific¨¢ndolas desde una humanidad que tambi¨¦n avala la simpat¨ªa por los ladrones, la mujer pirata, Dexter y Curro Jim¨¦nez. En su ¨²ltimo libro, Rafael Reig me llama ¡°la comisaria Sanz¡±. Lo he sido de exposiciones y festivales literarios. Pongo la voz de Tito Valverde y juego con esposas. Tengo m¨¢s de 50 a?os, aunque no creo que esta sea la causa de mi cambio de relaci¨®n con la autoridad. Durante el confinamiento de marzo, sal¨ªamos a aplaudir y redobl¨¢bamos los aplausos cuando pasaba un coche policial. Entonces yo le dec¨ªa a mi marido: ¡°Pero si nosotros somos los ladrones¡¡±. Los ¨²ltimos actos vand¨¢licos, negacionistas, irracionales, fascistas, destructivos y perversos me hacen ponerme del lado de quienes nunca hab¨ªan despertado mis simpat¨ªas ni mi confianza. Me acuerdo de Pasolini, ahora que toca, cuando escribi¨® que, en ciertas manifestaciones estudiantiles, la clase obrera era la polic¨ªa: brazo de madera y carne de ca?¨®n de los poderes f¨¢cticos. Pedir¨ªa a las fuerzas de seguridad que, desde esa lucidez de clase, no desplegaran actitudes m¨¢s represivas en las concentraciones de perroflautas que en las de cayetaners. ¡°Estamos contra el Gobierno, no contra la polic¨ªa¡±, grita un aseado v¨¢ndalo en Logro?o. Esa connivencia deber¨ªa producir un escalofr¨ªo a cada uno de los n¨²meros que esperan, nerviosos, en el furg¨®n.
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