Un legado radioactivo
El ejemplo de Trump est¨¢ perforando la superficie de la democracia en el mundo
Esto no ha terminado. El legado no qued¨® clausurado cuando los ciudadanos depositaron su voto en las urnas. El partido republicano, partido trumpista ahora, est¨¢ ocupado en dar la batalla por cada recuento, cada certificaci¨®n de voto y el sentido del sufragio de cada delegado elegido para votar al presidente.
Han pasado dos semanas y este presidente desautorizado en las urnas todav¨ªa no ha reconocido su derrota y, lo que es peor, nada ha facilitado al vencedor y a su equipo para acelerar una transici¨®n presidencial de urgencia extrema en tiempos de pandemia y recesi¨®n econ¨®mica. No son meras maniobras dilatorias, sino un intento de tensar el sistema electoral hasta el l¨ªmite, aun a riesgo de destruirlo, para deslegitimar a Joe Biden como presidente y organizar as¨ª el argumentario republicano en la pr¨®xima etapa, de oposici¨®n dirigida por Trump.
El balance, por tanto, es prematuro. El legado m¨¢s t¨®xico puede acrecentarse en los dos meses que restan hasta la toma de posesi¨®n. Cabe incluso que la gravedad de sus decisiones en la actual transici¨®n supere a la gravedad de las que ya ha tomado desde que entr¨® en la Casa Blanca en 2017. A punto ha estado de lanzar un arriesgado ataque contra Ir¨¢n, sin consultar a su sucesor. Ha ordenado una retirada de tropas de Irak y de Afganist¨¢n que puede dar ventaja a los terroristas, especialmente a los talibanes afganos, justo en el momento en que juegan a dos barajas, la de la negociaci¨®n de la paz y la del terrorismo.
Esto ha sido posible gracias a la destituci¨®n previa del secretario de Defensa, Mark Esper, y de varios altos cargos del Pent¨¢gono, sustituidos por fieles servidores del trumpismo. Es una venganza por las reticencias de Esper a la utilizaci¨®n del Ej¨¦rcito contra las manifestaciones antirracistas. Pero tambi¨¦n la preparaci¨®n de futuras decisiones militares, que tienen como objetivo complicar la vida al pr¨®ximo presidente y dificultar la rectificaci¨®n de las pol¨ªticas m¨¢s disparatadas.
El mismo caso es el de Christopher Krebs, que hab¨ªa proclamado estas elecciones presidenciales como ¡°las m¨¢s seguras de la historia¡±, destituido como director de la Agencia de Ciberseguridad. De nuevo una venganza contra alguien que contradice las verdades trumpistas, y un gesto ejemplar para evitar que otros altos funcionarios obstaculicen su estrategia de deslegitimaci¨®n del sistema electoral.
Decisiones como estas van a repetirse. Trump no ha sacado todav¨ªa las u?as con las que se defender¨¢ si la justicia cae sobre su entorno pol¨ªtico, su familia y ¨¦l mismo, una vez abandone la Casa Blanca. No puede descartarse ni siquiera un intento de autoabsoluci¨®n de todos sus pecados, culminaci¨®n del talante dictatorial de quien se cree por encima de las leyes.
Hay un legado que apenas tiene rectificaci¨®n, un da?o probablemente irreparable. Es la deslegitimaci¨®n de las elecciones donde han sido su escaparate hist¨®rico. Como un n¨²cleo radioactivo en fusi¨®n, el ejemplo de Trump est¨¢ perforando la superficie de la democracia en el mundo.
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