La cortesana de Boris
No nos enga?emos. Carrie no es una europe¨ªsta emboscada. Pero al menos sabe leer la actualidad
Tras dar la vara con el presunto triunfo del trumpismo pese a la derrota de Donald Trump, ahora analistas y reporteros empiezan por fin a enunciar el gran fracaso. Y todo son c¨¢lculos sobre c¨®mo ese derrumbe da?a a sus virreyes, los gerifaltes locales del populismo. Los m¨¢s torpones, tipo Viktor Orb¨¢n, a¨²n no se percatan de la soga que se acerca a sus cuellos. Tampoco se enteran los profetas del desastre, que dan su batalla contra el imperio del Estado de derecho en la UE como ganadora.
La miop¨ªa es terca: son los mismos cenizos que apostaron a que nunca habr¨ªa un gran paquete financiero contra la recesi¨®n pand¨¦mica; los que se carcajeaban de un europe¨ªsta momento Hamilton; los que predicaron que el euro se hundir¨ªa; quienes juraron que Grecia ser¨ªa expulsada; los que predijeron que el Brexit explosionar¨ªa a la Uni¨®n. Env¨ªenlos a la casilla de la c¨¢rcel por tres turnos en el juego de la Oca de la predicci¨®n.
Solo el peligro para Boris Johnson se insinu¨® madrugador. Pues el l¨ªder angloturco hab¨ªa fiado en p¨²blico toda su expectativa de una alternativa comercial al mercado interior europeo a la protecci¨®n del magnate norteamericano. Y porque sus modos populistas, desp¨®ticos, veloc¨ªsimos, son tan paralelos como las vidas de los prohombres que apare¨® Plutarco.
Lo extraordinario en el caso de Boris es que el apu?alamiento de su rasput¨ªn Dominic Cummings y el edec¨¢n de este, Lee Cain ¡ªhay apellidos felices, premonitorios¡ª, no corriese a cargo de pr¨ªncipes toris rivales a lo F¨¦lix Yus¨²pov, sino de su novia, la joven Carrie Symonds. Es la entronizaci¨®n de un nuevo tipo de nepotismo, caracterizado por un parentesco legalmente precario. Y heterodoxo: las y los amantes solo mataban en secreto, al menos en el mundillo conservador, nunca a plena luz.
Lo divino del caso es que revitaliza la tradici¨®n de las/los cortesanas/os decisorios por sangre, por encima de los protegidos de esforzados m¨¦ritos, los cargos electos o los altos funcionarios ahora tan mal vistos en Downing Street. Suerte tiene Boris de que Carrie le ahuyente a los talibanes del Brexit m¨¢s ultras que ¨¦l mismo. Ahora le ayudar¨¢ a pedir a Bruselas la pr¨®rroga que rechaz¨®: no en vano la covid infecta a los negociadores. Y/o a firmar el tratado con la UE del que despotricaba: est¨¢n verdes los preparativos para una retirada sin acuerdo, y nadie se la cree.
No nos enga?emos. Carrie no es una europe¨ªsta emboscada. Pero al menos sabe leer la actualidad.
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