Protesta leg¨ªtima
Los pa¨ªses mediterr¨¢neos tienen raz¨®n en pedir mejoras al pacto migratorio de la UE
Lesbos, Lampedusa y, aunque de manera todav¨ªa no tan dram¨¢tica, Canarias se han convertido en los tristes s¨ªmbolos del fracaso de la pol¨ªtica migratoria de la UE. Una tras otra, las propuestas de la Comisi¨®n Europea para resolver uno de los dilemas existenciales del club comunitario se han estrellado por su falta de realismo pol¨ªtico (como el caso de las cuotas obligatorias de reparto de asilados), por la falta de solidaridad de algunos Estados miembros (l¨¦ase sobre todo Hungr¨ªa y Polonia) o por la flagrante ineficacia sobre el terreno (como la fr¨¢gil actuaci¨®n de Frontex y EASO, la agencia europea de asilo). El nuevo intento de la Comisi¨®n por ordenar y regular los flujos demogr¨¢ficos hacia el Viejo Continente, bautizado como Pacto de Migraci¨®n y Asilo, llega cargado de buenas intenciones, pero parece tambi¨¦n condenado al fracaso si no se atienden en mayor medida las demandas y necesidades de los socios europeos en primera l¨ªnea del problema.
Los primeros ministros de Espa?a, Italia, Grecia y Malta, en un movimiento conjunto de una contundencia poco habitual, han expresado esta semana por escrito sus objeciones a un paquete migratorio que, a su juicio, les dejar¨ªa expuestos a afrontar en solitario un fen¨®meno que es un reto com¨²n. Los movimientos secundarios demuestran que la mayor¨ªa de las personas que llegan de manera irregular a Espa?a, Italia o Grecia no aspiran a quedarse en esos pa¨ªses sino a seguir camino en cuanto puedan hacia Alemania, el Reino Unido, Francia o Pa¨ªses Bajos, por sus bajas tasas de paro y sus poderosos sistemas de protecci¨®n social.
La Comisi¨®n propone zanjar ese problema con una triple intervenci¨®n: blindaje de fronteras, con el refuerzo de Frontex y el despliegue de hasta 10.000 guardias europeos de fronteras; pol¨ªtica expeditiva de devoluci¨®n, para aumentar las tasas de retorno situadas en apenas el 40%; y un mecanismo de solidaridad obligatoria entre los Estados miembros para repartirse la carga de los migrantes irregulares, pero con varias v¨ªas de concreci¨®n (cuotas, apoyo en retornos, o proyectos en pa¨ªses de origen).
Los pa¨ªses del sur ven en el Pacto un claro desequilibrio entre la ¡°estricta y detallada¡± precisi¨®n de sus responsabilidades y el car¨¢cter ¡°complejo y vago¡± de unos mecanismos de solidaridad que, en la pr¨¢ctica, se auguran dif¨ªciles de ejecutar y casi imposibles de verificar. Tienen raz¨®n. Sin una mayor precisi¨®n en esos mecanismos, el desenlace previsible ser¨¢ el escaqueo de muchos socios, ca¨®ticas soluciones ad hoc en los momentos cr¨ªticos y una acumulaci¨®n de personas de muy dif¨ªcil gesti¨®n en los puntos de entrada del continente, como en Canarias.
La conversi¨®n de los terrenos insulares de la UE en grandes campos de retenci¨®n de migrantes no es una soluci¨®n aceptable. Ni la UE puede dejar en los hombros de pocos pa¨ªses la gesti¨®n de un reto com¨²n; ni ella y sus pa¨ªses miembros pueden establecer praxis indignas que vulneran sus valores fundamentales. Es imperativo hallar una soluci¨®n acorde a esos valores y que resulte ecu¨¢nime entre los socios. El Pacto es un buen punto de partida para resolver un problema coyuntural y ocasional como las crisis de refugiados. Pero debe mejorarse en lo que concierne a la migraci¨®n econ¨®mica estructural, que es la parte principal. Deben precisarse los mecanismos de solidaridad. Y en general, deben mejorarse los canales de asilo y migraci¨®n regular.
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