Gibraltar europeo

Las conversaciones que mantienen Madrid y Londres, cuya delegaci¨®n incluye a representantes del Pe?¨®n, han asentado unas prometedoras bases para un nuevo estatuto de Gibraltar despu¨¦s de que el Reino Unido se retire definitivamente de la Uni¨®n Europea al inicio de 2021. Su hilo conductor apunta a que esta nueva situaci¨®n de la colonia brit¨¢nica, sin cercenar sus lazos con la metr¨®poli, afiance sus v¨ªnculos con Espa?a a trav¨¦s de la Uni¨®n Europea, incorporando a los habitantes del Pe?¨®n a la zona de libre circulaci¨®n de Schengen, a la que se neg¨® siempre a adherirse el Reino Unido.

El dise?o implica afianzar el espacio com¨²n de bienestar con el circundante Campo de Gibraltar, consolidando la libre circulaci¨®n de los residentes a uno y otro lado de la l¨ªnea. Ofrece ampliar los derechos a la movilidad de los llanitos, que gozar¨ªan de libre circulaci¨®n por toda la Uni¨®n, y por las asociadas Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein, superior al de los ciudadanos de la isla. Y persigue evitar una frontera dura entre Espa?a y el Pe?¨®n. As¨ª como otorgar el control del acceso a¨¦reo y portuario al mismo no a los aduaneros brit¨¢nicos, sino a la agencia europea Frontex, de la que forma parte Espa?a.

Todo esto presupone una espectacular novedad en relaci¨®n con lo previsto para las relaciones de la mayor isla brit¨¢nica con Irlanda del Norte: a diferencia de lo que ocurre en ese caso, los ciudadanos brit¨¢nicos que visiten la Roca deber¨¢n exhibir su pasaporte. La frontera de esta para personas lo ser¨¢ con el Reino Unido, no con Espa?a.

As¨ª que la resultante principal de esta ecuaci¨®n es hist¨®ricamente novedosa. Espa?a, gracias a su papel en la UE (y a que goza del derecho de veto en todo lo que se refiere a las decisiones europeas sobre la colonia), galvaniza una extraordinaria oferta de mejora de la situaci¨®n a los vecinos del Pe?¨®n. Seguramente la m¨¢s atractiva que haya jam¨¢s formulado y que, con el correr del tiempo, deber¨ªa procurar resultados en funci¨®n de acercamiento y fragua de una comunidad de intereses, sin duda provechosa. Es algo que viene a sintonizar con el apego de los gibraltare?os a su adscripci¨®n europea, manifestado por su abrumadora mayor¨ªa (del 96%) contra el Brexit en el refer¨¦ndum de 2016, y con su consiguiente distanciamiento de la actual pol¨ªtica secesionista brit¨¢nica de la Europa comunitaria.

Adem¨¢s, se producir¨¢ una traslaci¨®n de la log¨ªstica pr¨¢ctica de la soberan¨ªa aduanera en beneficio de la realidad geogr¨¢fica e hist¨®rica de Espa?a, si bien no directa, s¨ª indiscutible, a trav¨¦s de la UE. Cada uno es libre de presentar siempre el lado para ¨¦l m¨¢s amable de los acuerdos que ultima, pero lo que es innegable es que Frontex es un instrumento de la UE para el control de fronteras, y que Espa?a forma parte del club, a diferencia del Reino Unido. Londres puede ser informada; a Madrid se le debe obligatoriamente rendir cuentas.

No es excluible que las pulsiones chovinistas de los m¨¢s radicales campeones del Brexit duro pretendan rebobinar la din¨¢mica de este acuerdo. Con ello solo conseguir¨ªan frustrar los leg¨ªtimos anhelos de mejora de los gibraltare?os, cuyo criterio prometieron siempre respetar. Tambi¨¦n podr¨ªa obstaculizarlo un fiasco en la negociaci¨®n Londres-Bruselas para el futuro bilateral en que se enmarca el di¨¢logo hispano-brit¨¢nico. Pero su desenlace es inminente y demasiados intereses trabajan a su favor.