La discusi¨®n de la ley del aborto en Argentina es una prueba de lo que tienen que aguantar las mujeres
Si alguna cre¨ªa que, por tradici¨®n o por estilo, en el Senado las exposiciones iban a ser m¨¢s civilizadas o de mejor nivel, se equivocaba
Insulto sobre insulto, violencia sobre violencia. Da la sensaci¨®n de que algunos creen que las mujeres podemos soportarlo todo, que nuestra paciencia es inagotable. Est¨¢n errados. En el siglo XXI resulta escandaloso que nos obliguen a seguir mendigando por nuestros derechos. Los procesos tienen l¨ªmites, las demandas desatendidas crecen como contenidas dentro de un globo, pero los globos que se inflan de m¨¢s un d¨ªa explotan. Por eso es importante aclarar que no, que nuestra tolerancia se acaba. Y que s¨ª, estamos hartas. Un hartazgo que tiende al infinito, como escribi¨® Simone de Beauvoir en La mujer rota: ¡°Estoy harta, harta, harta, harta, harta, harta, harta, harta, harta (¡)¡±.
En Argentina, la lucha de la campa?a por el aborto legal y del movimiento de mujeres, sumada al gesto pol¨ªtico del presidente Alberto Fern¨¢ndez que envi¨® su propio proyecto al Congreso, consigui¨® la media sanci¨®n en la C¨¢mara de diputados de la ley de interrupci¨®n voluntaria del embarazo. Ahora es el turno del Senado. Y si alguna cre¨ªa que, por tradici¨®n o por estilo, en la C¨¢mara alta las exposiciones en plenario de comisiones iban a ser m¨¢s civilizadas o de mejor nivel, se equivocaba. Salvo honrosas excepciones, fue todo lo contrario. M¨¢s a¨²n, lo que tuvimos que soportar de parte de varios expositores ¡ªelegidos por los propios senadores y senadoras¡ª fue violencia expl¨ªcita. ?Por qu¨¦ los escuchamos? Porque nuestro destino, el de nuestras amigas, el de nuestras hijas y el de nuestras nietas est¨¢ en sus manos. Mal que nos pese, deb¨ªamos escuchar. Por ejemplo, a un pastor evang¨¦lico que dijo que ven¨ªa a hablar en su car¨¢cter de especialista en neurociencias, pero ley¨® la Biblia y cit¨® un salmo del rey David. Asegur¨® que en cuanto el ¨®vulo se encuentra con el espermatozoide, ¡°env¨ªa se?ales al cerebro de la mam¨¢, que llevar¨¢ de por vida el registro de que existi¨® esa vida en su vientre¡±. Y nos advirti¨® que, si las mujeres desconocemos ese mensaje, aun en el caso de que el embarazo sea por violaci¨®n, veremos nuestra psiquis da?ada. Tambi¨¦n agreg¨® que el cerebro est¨¢ ¡°cableado¡± para creer en Dios y por tanto Dios existe. Esto ¨²ltimo no ten¨ªa que ver con el aborto, pero ya que estaba lo dijo. M¨¢s tarde, trajeron a exponer a una psic¨®loga que se pregunt¨®: ¡°?Qu¨¦ el aborto no genera suicido? (risa) Cualquiera que estuvo en esa situaci¨®n sabe que la idea de muerte pas¨® por su mente y sigue all¨ª, porque el cerebro no puede olvidar (¡). Esa impronta va a ser activada en alg¨²n momento¡±. Luego se quej¨® de que el proyecto de ley no contemplara que a la mujer se le hiciera escuchar el latido del beb¨¦, compar¨® el deseo de abortar con el de quien quiere sentarse en el colectivo y para lograrlo empuja a otro pasajero, y llam¨® a la uni¨®n ¡°madre-cr¨ªa¡±. En el mismo sentido, o sinsentido, un m¨¦dico asegur¨® que con esta ley se podr¨ªa estar ¡°induciendo al suicidio entre las mujeres argentinas¡±. Por su lado, una genetista mencion¨® algunos hechos hist¨®ricos como ¡°los programas de exterminio de personas con discapacidad de la Alemania nazi¡±, lo que gener¨® el repudio de una senadora de familia jud¨ªa que exigi¨® un pedido de disculpas por comparar la ley de aborto con lo sucedido en la Shoah. Un exjuez de renombre, creyendo que apelaba al sentido com¨²n, hizo una mueca y sentenci¨®: ¡°El feto no es viable fuera del vientre materno porque lo abortan (risas), si no lo abortaran pasar¨ªa los seis meses y ser¨ªa viable (risas); yo no soy viable para vivir sin oxigeno, si me lo quitan tampoco soy viable (m¨¢s risas)¡±. Al rato otro abogado, profesor de derecho de la universidad cat¨®lica que aport¨® la mayor parte de los expositores en contra de la ley, para explicar c¨®mo funciona la proporcionalidad en el C¨®digo Penal, us¨® una desafortunada comparaci¨®n al referirse a la de prisi¨®n de tres a?os que recibe la mujer que aborta. Dijo: ¡°La pena es menor frente a otra conducta como la de Jack el destripador, al que le damos prisi¨®n perpetua¡±.
Podr¨ªamos calificar estas exposiciones de disparate, pero ser¨ªa subestimarlas, porque son violencia. Y hubo m¨¢s. Como cuando la m¨¦dica Cecilia Ousset, quien practic¨® el aborto a Luc¨ªa, de 11 a?os, violada por el abuelastro, ley¨® su mensaje a los legisladores y un senador se quej¨® de que fue ¡°hiriente¡± al transmitirle las palabras de la ni?a. O al d¨ªa siguiente, en la misma l¨ªnea, cuando pretendieron que la abogada Ana Correa no pasara un audio de Bel¨¦n, una mujer que estuvo presa varios a?os por un aborto espont¨¢neo denunciado como aborto provocado. Correa, que escribi¨® un libro sobre el caso, les respondi¨®: ¡°No tengan miedo de escuchar, es apenas la voz de una de las tantas v¨ªctimas¡±. Gracias a la intervenci¨®n de varias senadoras el audio pudo ser o¨ªdo y conmovi¨® hasta las l¨¢grimas.
Quienes se preocupan por las violaciones a los derechos humanos en Latinoam¨¦rica deber¨ªan hacerlo por la situaci¨®n de las mujeres en Argentina y la regi¨®n. Cada senador y senadora tendr¨¢ unos d¨ªas para definir de qu¨¦ lado de la historia quiere estar.
Y en cuanto a nosotras, querida Simone, que quede claro: estamos hartas, hartas, hartas, recontra hartas.
Es ahora.
Claudia Pi?eiro es escritora.
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