Final del t¨²nel
La vacunaci¨®n abre un tiempo de esperanza, pero es preciso persistir en las restricciones y las medidas de autoprotecci¨®n
Hoy es un d¨ªa importante porque podr¨ªa convertirse en el principio del fin de una pesadilla. Comienzan a administrarse en Espa?a las primeras vacunas contra la covid-19 en una campa?a que se ha iniciado simult¨¢neamente en toda la Uni¨®n Europea y que en las pr¨®ximas 12 semanas permitir¨¢ inmunizar a 2,3 millones de espa?oles que por sus patolog¨ªas, su edad o su profesi¨®n est¨¢n en situaci¨®n de alto riesgo. El inicio de la vacunaci¨®n abre un tiempo de esperanza justo cuando la pandemia, que ya ha alcanzado a m¨¢s de 25 millones de europeos, se encamina hacia una tercera ola. La vacunaci¨®n es fundamental, por eso es importante que todos los ciudadanos acudan a inmunizarse conforme sean llamados a hacerlo, con la tranquilidad de que las vacunas aprobadas han sido sometidas a las pruebas necesarias de eficacia y seguridad.
Cuando el 30 de enero la OMS declar¨® la emergencia global, pocos pod¨ªan imaginar que a final de a?o el virus habr¨ªa infectado a 80 millones de personas y se habr¨ªa cobrado 1.750.000 vidas, mientras paralizaba la econom¨ªa y los intercambios a nivel planetario. Pero tampoco era previsible que antes de fin de a?o dispusi¨¦ramos no de una sino de varias vacunas seguras y eficaces que se han desarrollado en tiempo r¨¦cord. Desde que China hizo p¨²blica la secuencia gen¨¦tica del virus el 12 de enero, miles de cient¨ªficos han trabajado para encontrar la manera de inmunizar a la poblaci¨®n, pero tambi¨¦n para mejorar los tratamientos y las herramientas imprescindibles para detectar la enfermedad, como las pruebas PCR y los test r¨¢pidos de detecci¨®n.
Aunque las vacunaciones han comenzado en Europa unos d¨ªas m¨¢s tarde que en el Reino Unido y en Estados Unidos, lo importante es que se ha aplicado una estrategia conjunta que incluye tanto la reserva y adquisici¨®n de los viales como su distribuci¨®n simult¨¢nea y equitativa. Es motivo para congratularse que eso haya sido posible tras una primera reacci¨®n a la pandemia marcada por el caos y la insolidaridad. La UE supo aprender de sus propios errores y no ha repetido la lamentable pugna inicial que se libr¨® entre pa¨ªses para hacerse con los aparatos de respiraci¨®n asistida y los equipos de protecci¨®n disponibles. Esta vez ha actuado como una verdadera uni¨®n de pa¨ªses y ha sentado un importante precedente con vistas a futuras crisis: siempre es mejor cooperar que competir.
Tambi¨¦n Espa?a tiene que aprender de sus propios errores. Tras una reacci¨®n tard¨ªa y poco eficaz, fue uno de los pa¨ªses que con mayor determinaci¨®n aplic¨® el confinamiento necesario para contener la pandemia. Consigui¨® que el virus retrocediera hasta niveles manejables, pero no supo mantener la ventaja lograda con un sacrificio enorme. Una desescalada gestionada por las comunidades aut¨®nomas demasiado r¨¢pida, y en algunos casos incluso imprudente, provoc¨® un rebrote que nos llev¨® a una larga y mort¨ªfera segunda ola. La gesti¨®n de la pandemia se resinti¨® cuando algunas fuerzas pol¨ªticas la utilizaron desde los Gobiernos que presiden como un instrumento de lucha partidista.
El coronavirus est¨¢ siendo un severo test de estr¨¦s, no solo de la capacidad de gesti¨®n, sino de la forma de hacer pol¨ªtica. La presidenta de Madrid ha hecho esta semana un amago de utilizar la campa?a de vacunaci¨®n para su estrategia de desgaste del Gobierno. No deber¨ªa seguir por ah¨ª. Los criterios de distribuci¨®n de la vacuna en funci¨®n de la poblaci¨®n y por grupos de riesgo son razonables y consensuados. Insinuar agravios que no existen resulta totalmente inaceptable. Espa?a tiene comprometida, a trav¨¦s de la UE, la compra de diferentes vacunas y recibir¨¢ dosis suficientes para inmunizar a m¨¢s de 80 millones de personas. Las necesidades de vacunaci¨®n est¨¢n cubiertas, pero quedan importantes inc¨®gnitas por resolver, entre ellas si las vacunas, adem¨¢s de evitar contraer la enfermedad, impedir¨¢n que quienes est¨¦n infectados sigan contagiando o cu¨¢nto tiempo dura la inmunidad.
En todo caso, el inicio de la vacunaci¨®n no puede significar que se olvide que el virus sigue expandi¨¦ndose y que durante meses habr¨¢ que seguir aplicando medidas de prevenci¨®n y distanciamiento f¨ªsico. La Navidad empez¨® con m¨¢s de 10.000 personas ingresadas, casi 2.000 de ellas en unidades de cr¨ªticos. La curva de nuevos contagios sigue al alza. El jueves alcanzamos 262 casos por 100.000 habitantes en 14 d¨ªas, con lo que superamos los 250 de incidencia acumulada que marcan el umbral de riesgo extremo. Hasta ahora siempre se ha ido detr¨¢s del virus, con una estrategia m¨¢s reactiva que proactiva. Es imprescindible cambiar esa din¨¢mica. Se ha demostrado que en cuanto se baja la guardia el virus vuelve a extenderse y que cuanto m¨¢s tarde se interviene, m¨¢s cuesta reducir los contagios y las muertes, y m¨¢s se da?a la econom¨ªa. Mientras la vacuna no haya llegado a toda la poblaci¨®n, ser¨¢ necesario seguir luchando con las armas de contenci¨®n que han demostrado ser eficaces. Es la ¨²nica estrategia posible.
Hasta que no se haya vacunado a m¨¢s del 70% de la poblaci¨®n no estaremos en condiciones de alcanzar la inmunidad de reba?o que impida al virus circular y reproducirse. Es preciso por tanto persistir en las restricciones y las medidas de autoprotecci¨®n. La llegada de las vacunas no debe llevarnos a un exceso de confianza que se puede pagar muy caro, sino a todo lo contrario: debe ser un acicate para mantener la solidaridad con los dem¨¢s y especialmente con los m¨¢s vulnerables.
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