Ataque a la democracia de EE UU
La irrupci¨®n en el Capitolio evidencia los peligros de la polarizaci¨®n
La democracia de Estados Unidos, con sus admirables siglos de historia y el honor de haber alumbrado la mayor potencia mundial del ¨²ltimo siglo, vivi¨® este mi¨¦rcoles una de las jornadas m¨¢s oscuras en d¨¦cadas. Manifestantes partidarios de Donald Trump ¡ªy azuzados por este¡ª irrumpieron en el Capitolio cuando los representantes de la soberan¨ªa nacional celebraban all¨ª la sesi¨®n de certificaci¨®n de los resultados de las elecciones presidenciales ganadas por el candidato dem¨®crata, Joe Biden. Es el espantoso resultado de a?os de sistem¨¢tico esfuerzo por parte del magnate nacionalpopulista por fomentar la polarizaci¨®n en el seno de la sociedad estadounidense. A?os de concienzudo trabajo para rociar con gasolina los cimientos de la convivencia civil y serena han prendido el fuego m¨¢s terrible en el mismo templo de la democracia de EE UU.
La sesi¨®n que se celebraba evidencia el desgarro en las filas del Partido Republicano, rendido a los desmanes del presidente saliente en los ¨²ltimos cuatro a?os y que poco a poco trata de desmarcarse de la sombra del l¨ªder populista. El jefe republicano del Senado, Mitch McConnell, y el propio vicepresidente de EE UU, Mike Pence, se negaron a avalar los intentos de Trump de cortocircuitar la toma de posesi¨®n de Biden tras una victoria electoral avalada por escrutinio, recuentos y m¨²ltiples decisiones judiciales. Algunos representantes del anta?o respetable partido, sin embargo, segu¨ªan intentando obstruir el tr¨¢mite poselectoral al dictado del mandatario. Fue en ese momento cuando se produjo la irrupci¨®n.
En paralelo, el pa¨ªs asist¨ªa en vilo al escrutinio que se desarrollaba en el Estado de Georgia para adjudicar dos decisivos esca?os en el Senado. El primero ya hab¨ªa ca¨ªdo del lado dem¨®crata y el segundo iba por el mismo camino por diferencias m¨ªnimas cuando se produjo el asalto. Fue adjudicado unas dos horas despu¨¦s, abriendo el escenario a un profundo cambio pol¨ªtico en el pa¨ªs que otorga a los dem¨®cratas la mayor¨ªa en ambas C¨¢maras.
En este marco de m¨¢xima tensi¨®n pol¨ªtica, la irresponsable actitud de Trump produjo este nuevo vergonzoso cl¨ªmax, con rasgos gravemente antidemocr¨¢ticos. El cuestionamiento sin ning¨²n elemento racional de los resultados electorales y de las instituciones democr¨¢ticas por parte del mism¨ªsimo presidente saliente ha provocado, como ahora queda evidente, una terrible herida en la sociedad estadounidense. No solo hay que pensar en los radicales que asaltaron el recinto parlamentario, sino en los millones de ciudadanos que, sin llegar a semejantes extremos, han perdido fe en la democracia por culpa de las descaradas mentiras de un presidente indigno de la magistratura que gan¨® en las urnas.
Queda por delante una ardua tarea de reconstrucci¨®n nacional. Joe Biden, por su experiencia y talante, parece una figura bien posicionada para intentarlo. Pero el da?o es enorme. En la tarea, es fundamental la unidad de todos los dem¨®cratas de EE UU para aislar al virus lesivo para la democracia que Donald Trump encarna. En primer lugar, corresponde al Partido Republicano desconectar por completo de esa da?ina figura y recuperar la nobleza de gran parte de su historia. La sociedad civil, en su conjunto, tambi¨¦n deber¨¢ colaborar en ese esfuerzo.
La lecci¨®n no puede ser m¨¢s clara para todo el arco de las democracias occidentales. El precio de la polarizaci¨®n es grav¨ªsimo. Conviene no subestimarlo.
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