Fil¨®logos
Cuando viene gente a casa, nos comunicamos en el lenguaje, no a trav¨¦s de ¨¦l. El lenguaje siempre est¨¢ ah¨ª, envolvi¨¦ndonos, incluso si permanecemos en silencio
¡°No nos comunicamos a trav¨¦s del lenguaje, sino en el lenguaje¡±. Abandono la lectura del libro en esta frase y cierro los ojos. ?Qu¨¦ rayos ha querido decir Walter Benjamin con este sencillo, aunque diab¨®lico, cambio de preposiciones? Quiz¨¢ que vivimos dentro de la lengua como ciertas bacterias en el interior de nuestro aparato digestivo: que somos su microbioma, en fin. Pero el lenguaje, dir¨¢n algunos, es una creaci¨®n humana. ?Y qu¨¦ somos los humanos sino el resultado de una bacteria que nos pari¨® y a la que ahora damos albergue en nuestro colon? Moramos, pues, en el lenguaje como moran los peces en el mar.
Fui al m¨¦dico porque ten¨ªa gastritis. Tras los correspondientes an¨¢lisis, me prescribi¨® la ingesta de una serie de bacterias intestinales encargadas de evitar los procesos inflamatorios. Funcion¨®. Esas magn¨ªficas bacterias y yo mantenemos una relaci¨®n simbi¨®tica: las hospedo a cambio de que me procuren bienestar estomacal. La simbiosis que hemos alcanzado es tan profunda que mi cuerpo contiene parte de su ADN y el suyo parte del m¨ªo. Prescindir de ellas equivaldr¨ªa a una amputaci¨®n. De ah¨ª que enfermara cuando las perd¨ª.
Contin¨²o con los ojos cerrados, imaginando que buceo por el interior del lenguaje como una lubina por el interior del oc¨¦ano. Al cruzarme con otros peces, nos comunicamos en el agua, no a trav¨¦s de ella. Cuando viene gente a casa, nos comunicamos en el lenguaje, no a trav¨¦s de ¨¦l. El lenguaje siempre est¨¢ ah¨ª, envolvi¨¦ndonos, incluso si permanecemos en silencio. Si la lengua fuera a consulta por problemas digestivos, el m¨¦dico le recetar¨ªa una ingesti¨®n de fil¨®logos del mismo modo que me a m¨ª me prescribi¨® unas cuantas dosis de bacterias ben¨¦ficas. ¡°T¨®mese un Gregorio Salvador al d¨ªa¡±.
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