Somos mandalorianos: este es el camino
Somos personas aisladas que echamos de menos la carne y la comunidad. Nos sentimos solos, confinados, sin horizonte ni paisajes, habitantes de una galaxia muy, muy lejana donde recordamos que un d¨ªa fuimos otros
Casi un a?o despu¨¦s de que estallara la covid-19, ya podemos saber cu¨¢l es la ficci¨®n que nos ha consolado y acompa?ado con m¨¢s ¨¦xito durante esta pandemia. Se trata del fen¨®meno audiovisual The Mandalorian, la serie de Disney basada en la saga Star Wars. Sorprendente e inesperado, el ¨¦xito de esta ficci¨®n es rotundo ¡ªha sido la serie m¨¢s pirateada de 2020¡ª y el motivo de su ¨¦xito excede la dulce carita de Baby Yoda o el legado de George Lucas. Como siempre que un relato arrasa, el origen de su ¨¦xito radica en su sentido y en este caso ha sido escrito por el actor y productor Jon Favreau. Si alguien podr¨ªa resumir la misi¨®n de la vida contempor¨¢nea, deb¨ªa haber estado implicado en ficciones como Friends, Los soprano, Ironman, El lobo de Wall Street o El rey Le¨®n.
Mandaloriano es el protagonista de esta ficci¨®n que recibe su nombre en honor a la secta de h¨¦roes protectores, hombres y mujeres, a la que pertenece. Lo m¨¢s caracter¨ªstico de su linaje son sus fuertes convicciones religiosas que se resumen en una sola frase, el mantra de la espiritualidad mando y nuevo claim de toda una generaci¨®n m¨¢s o menos freak: ¡°Este es el camino¡±. Si los h¨¦roes individualistas de Star Wars clamaban aquello de ¡°que la fuerza te acompa?e¡±, ahora el mensaje interpela a la comunidad. Una comunidad que ha desaparecido de la faz de la tierra, por eso nuestro h¨¦roe camina solo y puede que sea el ¨²ltimo de su estirpe. Sin embargo, tiene claro que su supervivencia radica en no olvidarse de los suyos, ni siquiera en el m¨¢s profundo aislamiento. Casualmente, la serie se estren¨® en Espa?a al mismo tiempo que empez¨¢bamos el primer confinamiento.
Por lo dem¨¢s, el mandaloriano procede de una cultura en horas bajas de la que ya no queda ni el recuerdo. ?l mismo no es m¨¢s que un cazarrecompensas sin ¨¦pica ni moral. En este sentido, podr¨ªa ser cualquier trabajador contempor¨¢neo, un rider o un CEO de nuestra galaxia. El tipo se limita a cumplir ¨®rdenes, cobrar por ello y no hacer preguntas. Como lleva pistola y armadura nos recuerda tambi¨¦n a un pistolero de John Ford, pero nuestro Mando incluye novedades decisivas respecto de aquella pret¨¦rita masculinidad. La primera novedad es que carece de cuerpo. Tiene g¨¦nero, s¨ª, pero un poco atenuado: cualquiera puede ser Mando siempre que se cubra con metal beskar, la piel de hierro que separa y protege del mundo con forma de armadura. Un mandaloriano no puede tocar ni oler ni besar o comer como el resto. De hecho no veremos la cara del actor protagonista, Pedro Pascal, hasta el cap¨ªtulo ocho de la primera temporada y solo durante unos segundos. Lo m¨¢s corp¨®reo que conoceremos es su voz. Igual que las voces que nos llegan desde Zoom, WhatsApp y otras pantallas. El cuerpo ha sido borrado tambi¨¦n para el espectador.
Y una vez arrebatado resulta que este nuevo cuerpo ¡ªel de hombres y mujeres bajo sus armaduras quir¨²rgicas¡ª es adem¨¢s, casto y cuidador. De manera que el mandaloriano no conoce el sexo y trae un beb¨¦ debajo del brazo. El cuidado aparece en pantalla como lo ¨²nico que puede fundir esta identidad de hierro, casi a la vez que los permisos de paternidad y maternidad se equiparan en Espa?a. As¨ª que este hombre sin g¨¦nero son un poco todos los de ahora. No hay amor rom¨¢ntico para ¨¦l ¡ª?gran novedad!¡ª ni un plan para salvar el mundo, pero es capaz de arriesgarlo todo para cuidar de un ni?o que lo necesita.
Y as¨ª llegamos por fin a Baby Yoda, para muchos el alma de la serie, que ha sido bautizado en las redes sociales y reproducido en forma de meme hasta la saciedad. Sin embargo, su verdadero nombre es otro, The Kid. Un ni?o que tiene la friolera de 50 a?os, edad que comparte con los primeros espectadores de la saga Star Wars (1977). Si la vieron con siete, hoy peinan las mismas canas que Baby Yoda. Y aunque este protagonista marketiniano ha arrasado en el coraz¨®n y la narrativa de los m¨¢s j¨®venes ¡ªque emiten suspiros en forma de stickers con su carita en Instagram¡ª lo cierto es que se ha convertido en icono intergeneracional precisamente porque lo entienden los viejos. Porque lo vulnerable en 2021 puede tener m¨¢s de 50 a?os. Y todo eso se condensa en una sola imagen: la de un hombre de hierro que cruza un desierto junto al cochecito de un beb¨¦ que lleva medio siglo sobre la tierra.
Este ni?o casi anciano es lo que debemos proteger con armaduras y fuerza y sacrificio. Y esa idea es con la que nos levantamos y acostamos cada d¨ªa desde hace ya casi un a?o. El mandaloriano no avanza en su lucha. Cada episodio es autoconclusivo y siempre aparecen nuevas aventuras, inesperadas y aparentemente inconexas entre s¨ª, pero capaces de formar parte de un relato m¨¢s grande, el de la saga de Star Wars para el hombre de hierro, el de la historia de la humanidad para nosotros, hombres y mujeres de hierro detr¨¢s de nuestras mascarillas quir¨²rgicas.
Los relatos que triunfan y compartimos no hacen otra cosa que hablar de nosotros. As¨ª que estos somos ahora. Hombres con piel de hierro y mujeres cubiertas por piel de hombres, eso es lo que ha dado de s¨ª la etiqueta de g¨¦nero. Personas aisladas que echamos de menos la carne y la comunidad. Nos sentimos solos, confinados, sin horizonte ni paisajes, habitantes de una galaxia muy, muy lejana donde recordamos que un d¨ªa fuimos otros. Y aunque apenas distinguimos ya el bien del mal a¨²n sentimos que el sentido individual pasa por proteger aquello que es m¨¢s vulnerable sin importar su raza, edad o condici¨®n. No es gran cosa, pero hasta aqu¨ª hemos llegado. ¡°Este es el camino¡±, de momento.
Nuria Labari es periodista y escritora. Autora de La mejor madre del mundo (Literatura Random House).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.