Abortista
Feministas y allegadas no somos ¡®lesboterroristas¡¯ que roban huevos de nidos para cascarlos con picos de p¨¢jaras. Nosotras somos la alegr¨ªa.
Abrazo a las mujeres argentinas que han conquistado su derecho a un aborto legal, seguro y gratuito. En Centro y Sudam¨¦rica solo Cuba, Guyana, Guayana Francesa y Uruguay contaban con este derecho. En Argentina la interrupci¨®n del embarazo ser¨¢ legal hasta la semana 14: que esta sea una ley de plazos y no una ley de supuestos habla de su car¨¢cter progresista. Caitlin Moran lo explica con vitriolo en C¨®mo ser mujer: no hay aborto bueno o malo, hay aborto como derecho a decidir si se quiere gestar, parir, cuidar. No hay nada que preguntarle a una mujer que no desea ser madre: miedo al parto, distop¨ªa, violaci¨®n, soy pobra, estudio, estoy triste o muy feliz, no me apetece. No. No hay que dar explicaciones. ¡°Lo que te est¨¢s perdiendo¡¡±. Hay algo irrespetuoso en la superioridad de ciertas madres. Tambi¨¦n me consta que otras mujeres, frente a las alienaciones laborales del liberalismo, reivindican su maternidad como estrategia anticapitalista. No tengo nada en contra de mujeres que asumen libremente cuidar a tiempo completo siempre y cuando esa decisi¨®n no resulte de la inercia de una tradici¨®n subyugante: la del imaginario religioso que animaliza a la mujer que aborta y la de esa cultura patriarcal de las representaciones del aborto que, si bien a veces responden a la realidad de pr¨¢cticas precarias por ilegales, otras son el dedo acusador del castigo que caer¨¢ sobre quienes se mueven por una racionalidad ¡°antinatura¡±. Lo repito: es imprescindible la lectura cr¨ªtica.
Convendr¨ªa contemplar desde todas sus perspectivas los verbos querer y poder: las que quieren ser madres deben contar con ayuda estatal; las que no quieren, tambi¨¦n. Las mujeres tienen derecho de ser madres en condiciones paup¨¦rrimas y, a la vez, cualquier mujer, de clase privilegiada o pobre, deber¨ªa poder esgrimir su derecho al aborto. Abortar no es una obligaci¨®n, pero forzar una gestaci¨®n no deseada atenta contra los derechos humanos porque nuestro mandato (sic) biol¨®gico no es la maternidad; y porque, en sociedades donde violencia y depredaci¨®n sexual contra las mujeres son patolog¨ªas sist¨¦micas, resulta delictiva la criminalizaci¨®n del aborto. Un columnista alentaba a no abortar a las mujeres violadas porque algo bueno quedar¨ªa junto a ti para siempre ¡ªDios te ama raro¡ª; antrop¨®logos velludos, con argumentos pseudocient¨ªficos, esencializan en la maternidad la naturaleza femenina y condenan a la amargura a mujeres no f¨¦rtiles. Luego pienso en esas ni?as, violadas por familiares, que se quedan embarazadas y son obligadas a sufrir partos que ponen en riesgo su vida en nombre de la vida. Madres que juegan o echan de menos a sus criaturas robadas. Futuros con cerrojo. La violencia contra nuestro cuerpo es una realidad econ¨®mica, sexual, cultural, sanitaria, de modo que no se puede exigir la sumisi¨®n reproductiva del cuerpo femenino. En nombre de religi¨®n y econom¨ªa las mujeres mueren. Especialmente las que tienen menos recursos. El derecho a la interrupci¨®n del embarazo es ejemplo de feminismo para el 99%. Un caso pr¨¢ctico de c¨®mo la tan cacareada libertad no se entiende sin justicia ni igualdad. Enhorabuena a todas y nuestro apoyo a las mujeres polacas. Lo necesitan. Vivimos momentos reaccionarios. Feministas y allegadas no somos lesboterroristas que roban huevos de nidos para cascarlos con picos de p¨¢jaras. Nosotras somos la alegr¨ªa.
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