Liberen a Navalni
Occidente no puede tolerar la persecuci¨®n pol¨ªtica del l¨ªder opositor ruso
La detenci¨®n el pasado domingo, nada m¨¢s aterrizar en Mosc¨², y la vista judicial improvisada ayer con condena a 30 d¨ªas de arresto provisional del opositor ruso Alex¨¦i Navalni son la en¨¦sima confirmaci¨®n de la imparable deriva autoritaria del r¨¦gimen dirigido por Vlad¨ªmir Putin. En un gesto de valent¨ªa, Navalni hab¨ªa optado por regresar a Rusia despu¨¦s de sufrir un intento de asesinato por envenenamiento el pasado mes de agosto en Siberia. Apenas dos d¨ªas despu¨¦s fue evacuado a Alemania, cuyo Gobierno confirm¨® la utilizaci¨®n, sin lugar a dudas, de un potente agente nervioso empleado ya previamente contra otras personas consideradas enemigas por el r¨¦gimen ruso. Putin siempre ha negado cualquier relaci¨®n con el suceso, pero lo ha hecho con un tono y unas palabras muy alejadas de las que emplea cualquier gobernante democr¨¢tico. ¡°?Por qu¨¦ es necesario envenenarlo? Es rid¨ªculo. Si hubiera sido necesario, se habr¨ªa llevado hasta el final¡±, dijo el mandatario en la rueda de prensa de fin de a?o el pasado diciembre.
Lo que est¨¢ sucediendo con Navalni es un claro ejemplo de persecuci¨®n pol¨ªtica y Occidente debe ser rotundo en su rechazo a este episodio. Una rotundidad que no puede limitarse a la ret¨®rica diplom¨¢tica correctamente expresada ayer. La UE debe estar pendiente del desarrollo del caso Navalni y, si no se le libera, deber¨ªa considerar nuevas sanciones de car¨¢cter personal a los implicados en el aparato de represi¨®n ruso. Ya se impusieron algunas tras el envenenamiento de agosto ¡ªfundamentalmente, la prohibici¨®n de viajar y bloqueo de bienes¡ª, pero a la vista est¨¢ que no han sido suficientes. Lo cierto es que Navalni encontr¨® refugio y curaci¨®n en una Europa que defiende unos valores de democracia, pluralismo y respeto a los derechos humanos a los que todos los ciudadanos rusos tambi¨¦n tienen derecho. Es preciso que ni ellos se sientan solos, ni el autoritarismo, impune. Y Europa se debilita cuando contemporiza con actores que pisotean derechos fundamentales.
El ministro de Exteriores ruso, Sergu¨¦i Lavrov, acusa a Occidente de utilizar a Navalni como cortina de humo para ¡°desviar la atenci¨®n de la crisis profunda en la que se encuentra el modelo de desarrollo liberal¡±. Har¨ªa mejor Lavrov en fijarse en los grav¨ªsimos problemas que azotan a Rusia, y har¨¢ muy bien Occidente en responder con vigor desde los valores de las democracias liberales. Cabe esperar que la Administraci¨®n de Biden estar¨¢ en esa l¨ªnea mucho m¨¢s que la de Trump.
Pero, adem¨¢s, el caso Navalni no es solo la persecuci¨®n de un individuo concreto, sino el ep¨ªtome de una sistem¨¢tica estrategia de aplastamiento de la disidencia. Desde 2012, la legislaci¨®n rusa permite perseguir por ser ¡°agente extranjero¡± ¡ªt¨¦rmino que en el pasado serv¨ªa para se?alar a ¡°esp¨ªas¡± y ¡°subversivos¡±¡ª a organizaciones defensoras de los derechos humanos que reciban fondos del extranjero. En 2017 se ampli¨® el espectro a medios de comunicaci¨®n, un a?o despu¨¦s a periodistas y blogueros y desde el pasado diciembre a¨²n m¨¢s, permitiendo su aplicaci¨®n a candidatos electorales o analistas. Precisamente en diciembre, por primera vez, cinco personas ¡ªperiodistas y activistas¡ª fueron declaradas agentes extranjeros.
Teniendo un panorama tan complicado en contra, Navalni podr¨ªa haberse quedado en Occidente. Ojal¨¢ su valent¨ªa sea apreciada por la ciudadan¨ªa rusa.
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