Xi Jinping y la gobernanza china
El Partido Comunista necesita observar una ¨¦tica exigente para legitimarse y conservar el poder
Habiendo franqueado la barrera de los 70 a?os en el poder y teniendo en cuenta otras experiencias en similares circunstancias (desde el M¨¦xico del PRI a la extinta URSS con el PCUS), la cuesti¨®n de la longevidad se ha convertido en un asunto central en la pol¨ªtica china. El PCCh, a las puertas del primer centenario de su fundaci¨®n en 2021, se asoma tambi¨¦n al dilema de la supervivencia. No es de extra?ar, por tanto, que para Xi Jinping eso que llama la ¡°construcci¨®n del Partido¡± se haya convertido en un tema vital.
El de la longevidad no es un asunto ni mucho menos ajeno a la cultura china. Los tao¨ªstas hicieron de ella su talism¨¢n y muchas de sus pr¨¢cticas se orientaron al prop¨®sito de prolongar la vida; es m¨¢s, puede decirse que la meta de esta doctrina es convertirse en inmortal. Y si a la historia nos referimos, se cree que el eunuco Zheng He llev¨® a cabo sus siete grandes misiones exploratorias al servicio del emperador Yongle justamente para hallar el elixir de la longevidad. Seg¨²n la hip¨®tesis de Gavin Menzies, en esa infructuosa b¨²squeda, Zheng He circunnaveg¨® el globo y descubri¨® Am¨¦rica a principios del siglo XV, antes que Col¨®n y Magalh?es, y fue la decepci¨®n imperial ante la falta de resultados lo que condujo a la cancelaci¨®n de las expediciones coloc¨¢ndose entonces la primera piedra de la decadencia del imperio.
Para el PCCh, hallar la p¨®cima secreta para mantenerse ininterrumpidamente en el poder y alejado de las crisis sist¨¦micas depende en gran medida de la renovaci¨®n de los trazos que deben fundamentar su legitimidad. La experiencia nos indica que es precisamente la obsesi¨®n por la permanencia en el poder lo que finalmente acaba por esclerotizar y minar la longevidad en su ejercicio. Y cuanto m¨¢s absoluto es el poder, peor. El buque insignia de Xi para esta tarea es el Instituto Central de Investigaci¨®n Pol¨ªtica, hasta hace poco al cuidado de Wang Huning, su particular Zheng He, el creador de teor¨ªa pol¨ªtica m¨¢s relevante de los ¨²ltimos treinta a?os en China. Con Xi se est¨¢n dando m¨¢s pasos hacia la conformaci¨®n de un tercer estadio, evolucionando desde la legitimidad revolucionaria inicial y la posterior denguista basada en la prosperidad a la actual fundamentada en la observaci¨®n de la ley, desechando la opci¨®n democr¨¢tico-liberal.
Hasta tres puntos de apoyo podr¨ªamos identificar en ese af¨¢n de longevidad del PCCh. En primer lugar, la eficiencia de su gesti¨®n, la demostraci¨®n de su capacidad para hacer frente con holgura a los retos m¨¢s complejos. Si comparamos la China de 1949, con un PIB equivalente al de 1890, y la actual, la transformaci¨®n es evidente. Que ahora mismo se haya declarado como un pa¨ªs libre de la pobreza extrema constituye un hecho hist¨®rico innegable y, a pesar de los claroscuros, una expresi¨®n m¨¢s de esa voluntad transformadora en una sociedad marcada por ingentes traumatismos. Con la gesti¨®n de la pandemia en curso, err¨¢tica en su inicio, aplic¨® id¨¦ntico libreto.
En segundo lugar, la adaptaci¨®n flexible con un acompa?amiento constante de los cambios que se producen tanto en el orden interno como internacional, identificando nuevas tendencias, patrones y ciclos as¨ª como prestando atenci¨®n a la renovaci¨®n de los liderazgos a trav¨¦s de la cooptaci¨®n de nuevos dirigentes a los que prima infundir el ¡°esp¨ªritu¡± del Partido. Este enfoque, a la vez continuador y resiliente, es extremadamente importante para asegurar la fidelidad a su prop¨®sito hist¨®rico.
Por ¨²ltimo, la mejora de la gobernanza. A ello, el presidente Xi ha dedicado ya nada menos que tres gruesos tomos. La buena gobernanza debe sustentarse en la observaci¨®n somera de una ¨¦tica exigente como nervio estructural de un servicio p¨²blico sobre el cual planea la sombra de la corrupci¨®n. Pero tambi¨¦n en el trazado de un Estado de derecho cuya motivaci¨®n esencial ser¨ªa enjaular el poder, confes¨¢ndose en este extremo deudor de Han Fei y su escuela legista. En la mejora constante del dise?o de una gobernanza alternativa para asegurar la vitalidad del proyecto que representa el PCCh, Xi se ha desmarcado abiertamente del prop¨®sito democr¨¢tico experimental de su antecesor, Hu Jintao, quien ansiaba transformar el PCCh en una especie de ¡°provincia ideol¨®gica¡±, la m¨¢s poblada del pa¨ªs, a modo de ensayo para una democratizaci¨®n del ejercicio p¨²blico aun bajo el irrenunciable principio de la gu¨ªa absoluta del Partido. Xi cerr¨® esa puerta, zanjando cualquier discusi¨®n sobre la aplicabilidad de los valores universales.
La sociedad china es cada d¨ªa m¨¢s compleja como corresponde a una econom¨ªa desarrollada y a un pa¨ªs en constante transformaci¨®n. El PCCh acompa?a estos cambios hasta donde puede, sorteando dogmatismos e intentando incorporar a su discurso y a su praxis algunas variables antes denostadas que ahora yuxtapone a su ideario tradicional. A priori, puede que no le asegure la longevidad pero tampoco debi¨¦ramos desestimar a la ligera su capacidad para trascender las que para nosotros son dicotom¨ªas irresolubles. Donde algunos ven solo coartadas para asegurarse la patrimonializaci¨®n de un poder alejado del escrutinio democr¨¢tico podr¨ªa haber algo m¨¢s, especialmente cuanta mayor relevancia adquiera la singularidad cultural en su vertebraci¨®n.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China y Premio Casa Asia 2021.
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