Al final, las palabras nos sanar¨¢n
El equipo de Biden ha entendido que hab¨ªa que dar un mensaje, no solo celebrar un ritual democr¨¢tico. De ah¨ª la importancia de los detalles, de lo s¨ªmbolos y de los contenidos
Un serm¨®n, un himno, una canci¨®n, una oraci¨®n, un poema, un juramento, un discurso. Todos los registros posibles del lenguaje, incluido el silencio en memoria de los fallecidos o el lenguaje de signos. La ceremonia de toma de posesi¨®n de Joe Biden ha estado protagonizada -por fin- por las palabras, no por los exabruptos. Palabras sanadoras y pacificadoras contra las palabras incendiarias y divisivas de su predecesor. La frialdad de la ceremonia, impuesta por las medidas de seguridad y la pandemia, no ha conseguido ensombrecer la capacidad reparadora y transformadora de la democracia. Lo peor de la presidencia de Donald Trump ha sido la degradaci¨®n del lenguaje: desde los primeros hechos alternativos, a las mentiras sin pudor; de las invectivas groseras a los insultos desvergonzados; de la pura provocaci¨®n a la peligrosa incitaci¨®n a la violencia. Una degradaci¨®n insoportable.
El equipo de Biden ha entendido que hab¨ªa que dar un mensaje, no solo celebrar un ritual democr¨¢tico. De ah¨ª la importancia de los detalles, de lo s¨ªmbolos y de los contenidos. El momento central ha estado en el discurso que, con una adecuada gesti¨®n del telepr¨®nter ha permitido casi siempre un plano frontal de Biden que ha dotado a su intervenci¨®n de una energ¨ªa e interpretaci¨®n poderosa. La luz del sol ha creado, adem¨¢s, la atm¨®sfera perfecta para recrear el tr¨¢nsito entre este ¡°oscuro invierno¡± (Trump) y la luz (Biden) con una metaf¨®rica y teatral iluminaci¨®n parcial de su cara.
¡°Somos un buen pueblo y buscamos la uni¨®n. Vamos a seguir adelante. Hay mucho que hacer en este invierno de peligro. Hay mucho que sanar, construir y arreglar¡±, ha dicho el presidente al tiempo que acotaba: ¡°Hacen falta m¨¢s que palabras¡±. Pero sin ellas no hay sanaci¨®n no hay reencuentro, como hemos podido ver y escuchar hoy.
Para lograrlo, se espera mucho de sus primeros 100 d¨ªas. Desde la vuelta de Estados Unidos al Acuerdo de Par¨ªs contra el cambio clim¨¢tico hasta medidas contra la pandemia (legislar el uso de mascarillas y/o la vacunaci¨®n masiva) o la derogaci¨®n de vetos migratorios de su antecesor. Pero, su principal reto va a ser recuperar la normalidad, una normalidad que no ha existido durante los cuatro a?os de Trump. Estados Unidos necesita a un l¨ªder que ejerza de nodo entre legisladores dem¨®cratas y republicanos, que una a un pa¨ªs dividido, que suture heridas abiertas en una sociedad politizada y polarizada.
El presidente sabe que tiene un largo camino. M¨¢s de 74 millones de norteamericanos han votado a Trump y debe abrazarlos, liberarlos de las garras del trumpismo y ofrecer un liderazgo inclusivo y dialogante. ¡°Acallar gritos, bajar la temperatura¡±, ha prometido, reivindicando el inicio de un nuevo camino de unidad y paz. ¡°La pol¨ªtica no tiene que ser una conflagraci¨®n. Debemos rechazar la cultura donde los hechos se manipulan y se fabrican¡±.
Biden ha hecho un buen discurso, esperanzador (¡°no me dig¨¢is que las cosas no pueden cambiar¡± y ha reivindicado el car¨¢cter redentor de la ¨¦tica y la ejemplaridad: ¡°No con el ejemplo de nuestro poder sino con el poder de nuestro ejemplo¡± en una reivindicaci¨®n del soft power de su antecesor, Barack Obama.
Biden, m¨¢s espiritual que nunca, ha pedido a sus conciudadanos que ¡°nunca m¨¢s debemos aprender a odiar¡±. Empieza una presidencia de amor y reconciliaci¨®n. Frente a un final de odio y divisi¨®n. Palabras para sanar la naci¨®n. La medicina que necesita Estados Unidos. Hay un largo camino, pero el primer paso se ha conseguido: darle sentido ¨¦tico al lenguaje. Recuperar su misi¨®n. Proteger su funci¨®n. Usarlo responsablemente. La pol¨ªtica son palabras. Ellas son el esp¨ªritu de la democracia. Con ellas construimos el inter¨¦s general y el bien com¨²n.
Antoni Guti¨¦rrez-Rub¨ª (@antonigr) es asesor de comunicaci¨®n.
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