Espa?a, de colonia digital a ¡°naci¨®n inventora¡±
El pa¨ªs debe romper con su herencia epist¨¦mica imperial y trascender las l¨®gicas capitalistas de competencia en el libre mercado
Estados Unidos y China han conquistado el mercado global gracias a la competitividad de sus poderosas industrias de alta tecnolog¨ªa, colocando al resto del mundo en una situaci¨®n de debilidad y dependencia tecnol¨®gica. La respuesta del eje franco-alem¨¢n se ha limitado a una f¨¦rrea e ingenua defensa de los mercados libres. Espa?a es un pa¨ªs perif¨¦rico que corre el riesgo de ser una colonia digital, un pa¨ªs de usuarios sin voz, industria, ni soberan¨ªa pol¨ªtica.
Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, EE UU ha canalizado enormes sumas de dinero p¨²blico, procedentes del Ej¨¦rcito, hacia los incipientes sectores especializados en inform¨¢tica. El presupuesto de defensa estadounidense aument¨® m¨¢s del 300% en los a?os cincuenta, un aumento de casi el 100% en el gasto federal. Esta pol¨ªtica se complement¨® con oleadas de liberalizaciones, algo que EE UU tambi¨¦n promovi¨® entre los pa¨ªses de su ¨®rbita. Entre 1984 y 1999 se llevaron a cabo privatizaciones por valor de 244.000 millones de d¨®lares en todo el mundo. Por ende, la estrategia del Gobierno es obtener acceso a las ¨²ltimas tecnolog¨ªas de vigilancia mientras que las empresas acumulan enormes beneficios anuales (el PIB de Silicon Valley se estima en 275.000 millones de d¨®lares anuales).
La estrategia de supremac¨ªa digital china comenz¨® en 1950 con una masiva transferencia de tecnolog¨ªa (el 7.7% del ingreso nacional anual de la Uni¨®n Sovi¨¦tica durante una d¨¦cada). Cuando esta se retir¨®, el capital extranjero asumi¨® una posici¨®n dominante en el sector de las telecomunicaciones (en 1998 llegaron 145.000 millones de d¨®lares en inversi¨®n extranjera), que junto a la explotaci¨®n laboral y los bajos precios le llev¨® a convertirse en una ¡°f¨¢brica mundial¡±. China emprendi¨® posteriormente una pl¨¦tora de planes quinquenales para organizar su producci¨®n y planificar la econom¨ªa, centralizando todo el poder en el Partido Comunista. Estas pol¨ªticas industriales para desconectarse digitalmente de su competidor estadounidense desembocaron en el plan Made in China 2025, cuyo objetivo es entregar 300 billones a diez industrias de importancia estrat¨¦gica a trav¨¦s de subsidios y fondos de inversi¨®n. Tambi¨¦n ha creado iniciativas comerciales con un fuerte componente digital, como la Ruta de la Seda, para crear nuevos mercados en el sur global.
Ante esta coyuntura, la Uni¨®n Europea ha respondido tarde y mostrando divisiones internas. Eso es visible en la Comisi¨®n Europea, que se mueve en una tensi¨®n entre establecer reglas para la competencia (Margrethe Vestager) y romper a Silicon Valley para proteger a la industria europea (Thierry Breton). Ahora bien, ninguna posici¨®n cuestiona la idea de que las l¨®gicas capitalistas han desplazado a Europa del centro mundial. Y eso es as¨ª porque nadie en Bruselas entiende que esta es la crisis terminal de la ideolog¨ªa fundadora de la integraci¨®n europea: los mercados libres.
Francia, a trav¨¦s de la ¡°naci¨®n emprendedora¡±, y Alemania, mediante la ¡°Industria 4.0¡±, han entendido esta cuesti¨®n y han lanzado sendas iniciativas industriales para tratar de proteger a sus sectores estrat¨¦gicos. No obstante, la presencia de empresas tecnol¨®gicas de Silicon Valley en la ¨²nica iniciativa conjunta para una nube europea (Gaia-X) indica que la soberan¨ªa tecnol¨®gica europea es discurso, no pol¨ªtica.
No existen pol¨ªticas europeas que tengan en cuenta la posici¨®n subalterna en el plano tecnol¨®gico de los pa¨ªses del sur, la cual puede remontarse hasta los tiempos en que Espa?a actuaba como potencia imperial extrayendo rentas de las colonias pero sin desarrollos tecnol¨®gicos o cient¨ªficos de calado. Podr¨ªa decirse que la automatizaci¨®n no destruir¨¢ empleos en este pa¨ªs porque no quedar¨¢ m¨¢s que un ej¨¦rcito industrial de reserva digital que compita entre s¨ª por trabajos precarios en el sector de servicios. A lo sumo, existir¨¢n estrategias de Smart Tourism para atraer a m¨¢s consumidores de China. Al mismo tiempo, la pol¨ªtica industrial se limitar¨¢ a canalizar dinero hacia las multinacionales espa?olas, que seguir¨¢n firmando acuerdos con Google, Microsoft o Amazon para gestionar su nube, mientras las start-ups patrias no lograr¨¢n medrar o son adquiridas por gigantes extranjeros.
Espa?a debe romper con su herencia epist¨¦mica imperial (nosotros a por el oro, que inventen ellos), a riesgo de convertirse en una colonia, y trascender las l¨®gicas capitalistas de competencia en el libre mercado. En su lugar, este pa¨ªs debe ser la vanguardia europea de una nueva ola de descubrimientos cient¨ªficos y tecnol¨®gicos encaminados a asegurar el bienestar colectivo. No puede confinar a sus ciudadanos a las l¨®gicas de acumulaci¨®n de datos, al solucionismo capitalista (Evgeny Moroz dixit) que solo busca expandir los mercados hacia nuevas esferas de la vida. M¨¢s bien, debiera emerger como una ¡°naci¨®n inventora¡± capaz de movilizar toda la creatividad y talento que se genera diariamente en una sociedad a fin de orientarla hacia las bibliotecas, archivos, universidades u otros organismos p¨²blicos que deben reiventarse. Solo as¨ª es posible planificar democr¨¢ticamente la producci¨®n y asegurar mecanismos de coordinaci¨®n social distintos al mercado o la burocracia gubernamental. Esta es la ¨²nica forma de comenzar a imaginar un futuro distinto al de Silicon Valley.
Ekaitz Cancela y Aitor Jim¨¦nez son investigadores y coautores del informe La econom¨ªa pol¨ªtica del capitalismo digital en Espa?a (Instituto 25M).
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