Lampedusa
No hablo de la isla donde tantas almas perdidas se ahogaron sin tocar tierra de Europa, sino de otro nombre igualmente siciliano que ha sido mi mejor salvavidas en estas olas nuestras que no acaban nunca
No hablo de la isla donde tantas almas perdidas se ahogaron sin tocar tierra de Europa, sino de otro nombre igualmente siciliano que ha sido mi mejor salvavidas en estas olas nuestras que no acaban nunca. Poca gente de la que a¨²n lee libros le negar¨ªa a Giuseppe Tomasi di Lampedusa el haber escrito una de las mayores novelas del siglo XX, El gatopardo, trascendental en s¨ª, m¨¢s all¨¢ de la excelente adaptaci¨®n filmada por Visconti. Pero aunque se dio a conocer tarde y muri¨® pronto, Lampedusa no es s¨®lo el autor de esa obra profunda y amena. El pasado noviembre lleg¨® a las librer¨ªas Relatos (Anagrama, traducci¨®n de Ricardo Pochtar), que recoge, muy bien anotada, su restante prosa de ficci¨®n: el germen prometedor de una novela que no desarroll¨® y dos textos capitales, La sirena, deliciosa f¨¢bula de periodistas, eruditos y la fogosa mujer-pez que los traslada de lo animal a lo sobrehumano, y Recuerdos de infancia, 90 p¨¢ginas de memorias de extraordinaria viveza que reflejan mundos de ensue?o y para¨ªsos desvanecidos. La exploraci¨®n de las casas habitadas por el Giuseppe ni?o se convierte en un fascinante viaje interior acompa?ado de familiares, amigos y mujeres evocadas entre la invenci¨®n y el olvido, pues como dice al comenzar, ¡°me reservo el derecho de mentir por omisi¨®n¡±.
Esas memorias de Lampedusa no llegaron a las previstas Juventud y Madurez, como alguna de las obras egotistas de Stendhal, figura seminal en su formaci¨®n de escritor. Por fortuna, adem¨¢s de inventar, Tomasi di Lampedusa dominaba el arte del ensayo conversado, instructivo y humor¨ªsticamente divagatorio: sus Conversaciones literarias de literatura francesa, las Lecciones sobre Stendhal o sobre Shakespeare, descubren a un profesor que imparte ciencia con inmensa ocurrencia (y su obra aqu¨ª publicada cuenta con muy buenos traductores, Colinas, Monreal, Romana Baena, M. Su¨¢rez, Pochtar). La voz de un gran maestro hablando de aquellos que le ense?aron a serlo.
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