Contra el esfuerzo
Pedir m¨¢s a una voluntad d¨¦bil es insensato. Es parte de la ideolog¨ªa norteamericana
Se cumple un a?o de la primera ola de la pandemia del coronavirus, pronto del primer confinamiento. Los informativos de la televisi¨®n p¨²blica repiten a diario el n¨²mero de muertos, de contagiados en cada naci¨®n, en pueblos. Siempre en n¨²meros absolutos, no en porcentajes que aclaren la magnitud del mal. Desde las primeras vacunas menudean las entrevistas a ancianos, encarnaci¨®n de la esperanza y del triunfo de las pol¨ªticas p¨²blicas. Todo ello ocupa la mitad del informativo, en el que ya no se muestran las guerras, las elecciones en pa¨ªses lejanos, los movimientos sociales.
Dir¨ªase que la pol¨ªtica y la cultura han desaparecido. Para informarse adecuadamente hay que leer la mejor prensa, que tambi¨¦n dedica muchas p¨¢ginas al asunto pero donde se encuentran opiniones de expertos, pesimistas al respecto. El relato va de la desolaci¨®n a la resignaci¨®n. Con vacunas con una distribuci¨®n ineficiente, un virus que muta y algunos Gobiernos que trafican con las farmac¨¦uticas, el futuro es oscuro.
En Espa?a cada autonom¨ªa sigue una pol¨ªtica, la Comunidad de Madrid se empe?a en favorecer a bares y restaurantes (mientras el sector de la cultura lleva todo este tiempo desatendido por todos), ocultando intereses esp¨²reos en esa insistencia en ¡°salvar la Navidad¡± o rescatar a toda costa a la ¡°hosteler¨ªa¡±. Un dislate. Se alternan en la televisi¨®n mandatos de responsabilidad ¡ª¡°autoconf¨ªnate¡±¡ª con im¨¢genes de j¨®venes en fiestas o en playas que desoyen el civismo mientras se quejan de ser ¡°criminalizados¡±. (Muchos son universitarios que claman por ex¨¢menes online, que facilitan la copia y el plagio, y ocultan c¨®mo la ense?anza presencial ha mantenido los protocolos y los profesores se han esforzado tanto online como cara a cara).
Se anuncia un aumento de la depresi¨®n entre la poblaci¨®n si hay otro confinamiento estricto. En Francia ha subido el suicidio entre la juventud (esa que reclama clases en directo y no se victimiza como estigmatizada. All¨ª se invent¨® la virtud c¨ªvica moderna).
Con un t¨²nel cuya luz es, en el futuro de a?os, que el virus devenga no mortal pero s¨ª cr¨®nico, el panorama no es optimista. Una sociedad que produce informaci¨®n constante y contradictoria sobre los hallazgos contra el virus genera reflexividad y un estilo de pensamiento obsesivo. No es para menos. Adem¨¢s de la distancia interpersonal, aumenta la intolerancia social: el roce es sospechoso, un estornudo o un acceso de tos en p¨²blico son motivo de recriminaci¨®n. Se ha prohibido fumar en espacios abiertos, incluso hablar en el transporte p¨²blico. No son signos de empat¨ªa precisamente, y s¨ª de alarma.
Pues bien, en este magma bracea la autoayuda basada en la psicolog¨ªa positiva ¡ªque pens¨¢bamos se bat¨ªa en retirada¡ª que incita a un estilo de pensamiento contrario a la realidad, al ¡°positivo¡±, optimista, voluntarista. Y que incita al alejamiento de los ¡°negativos¡±, de los depresivos. Quiero resaltar ahora los mensajes que las p¨¢ginas de la prensa dedicadas a la ¡°psicolog¨ªa¡± todav¨ªa repite: ¡°Esfu¨¦rcese¡±, sea ¡°resiliente¡±. Comprendo que toda la industria psicoterap¨¦utica de estas instituciones secundarias (libros de autoayuda, seminarios de mindfulness, el importado coaching y los varios expertos en el yo) vivan de tales mensajes, pero hay que repetir que producen, en los no creyentes de esta religi¨®n personal, m¨¢s mal que bien.
La depresi¨®n, instalada ya en las sociedades occidentales, es la enfermedad de nuestra ¨¦poca, como la neurosis lo fue del siglo XIX. La depresi¨®n es, entre otras cosas, el mal de la responsabilidad, de los sujetos que no pueden estar a la altura de la norma cultural de construirse una identidad continuamente. Es tambi¨¦n la enfermedad de la insuficiencia de quien no puede seguir la norma del capitalismo flexible de adaptarse a un cambio continuo: al teletrabajo, al confinamiento, a la soledad, al temor constante al contagio. Por eso, el mandato del esfuerzo puede aumentar el riesgo de producir lo que otrora se llamaba melancol¨ªa.
Pedir esfuerzo a una voluntad d¨¦bil o anulada es insensato. El mensaje del esfuerzo continuo es parte de la ideolog¨ªa norteamericana: a cada problema corresponde una soluci¨®n, y todo ir¨¢ mejor si uno se esfuerza por lograr el dominio de su mente.
Han aumentado las ventas de Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, biblia del voluntarismo whig. Tambi¨¦n las de los estoicos, nada optimistas si se leen alejados de interpretaciones psicoterap¨¦uticas deformantes. Como estrategia de supervivencia recomiendo Mi a?o de descanso y relajaci¨®n, de Ottessa Moshfegh (Alfaguara), novela ir¨®nica que tumba la cultura del esfuerzo para salir de la depresi¨®n. Tambi¨¦n la distracci¨®n de la literatura, el teatro, el cine, el arte. La cultura nos saca de nosotros mismos. Y recordemos el grito de los brit¨¢nicos, la fortaleza, el coraje. No tenemos m¨¢s salida.
Helena B¨¦jar es catedr¨¢tica de Sociolog¨ªa y autora de Felicidad: la salvaci¨®n moderna (Tecnos).
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