Las velocidades del independentismo catal¨¢n
Frente al ¡®doble o nada¡¯ de Junts per Catalunya, la propuesta de ERC parece m¨¢s atemperada, pero es la misma. As¨ª, puede que el elector cansado de esta din¨¢mica opte por la propuesta posibilista del PDeCAT
En los a?os ochenta, acabada su tarea al frente de la Generalitat de Catalu?a, el presidente Josep Tarradellas y su esposa recib¨ªan innumerables visitas de conocidos y saludados que quer¨ªan conseguir trabajo para alg¨²n familiar. Ant¨°nia Maci¨¤, que durante toda su vida dio muestra de su saber estar y discreci¨®n, se sent¨ªa entonces liberada y siempre respond¨ªa a todos por igual. ¡°?Que se apunte a un partido pol¨ªtico!¡±. Ten¨ªa fresco el recuerdo de cuando en los a?os treinta su marido, siendo consejero, recib¨ªa multitud de peticiones similares para obtener un empleo en la reci¨¦n estrenada administraci¨®n catalana. Cuando, c¨¢ndido, el invitado preguntaba a qu¨¦ partido se deb¨ªa apuntar, Ant¨°nia zanjaba, ¡°?en cualquiera!¡±. Cuarenta a?os despu¨¦s la an¨¦cdota ayuda a comprender las motivaciones que subyacen en la sopa de letras actual del independentismo catal¨¢n y en las distintas velocidades de sus propuestas, siempre dif¨ªciles de descifrar desde fuera.
En las elecciones catalanas de 2015 el entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas, integr¨® algunos versos sueltos en Junts pel S¨ª, la lista ¨²nica del independentismo. Lo hizo necesitado de una imagen de nueva pol¨ªtica para tunear la da?ada carrocer¨ªa de CiU. Durante las tensiones de octubre de 2017 su sustituto, Carles Puigdemont, inc¨®modo con las estructuras de partido, estrech¨® lazos con colaboradores al margen de la directiva de su propia formaci¨®n y con dirigentes de esta a trav¨¦s de una adhesi¨®n personal como explicamos en este diario (Puigdemont, la metamorfosis). Ello llev¨® a que el magma posconvergente acudiese a las siguientes elecciones catalanas, en diciembre de 2017, con la marca Junts per Catalunya, una plataforma integrada por el PDeCAT ¡ªheredero de Converg¨¨ncia¡ª e independientes.
El pasado verano estos ¨²ltimos se hicieron con el control de Junts, se divorciaron del PDeCAT y ahora marcan su tempo pol¨ªtico. El grupo de Laura Borr¨¤s, Joan Canadell y dem¨¢s comparte rasgos. Unos, acad¨¦micos o profesionales liberales, entran en pol¨ªtica no para conseguir empleo, que ya tienen, sino porque su situaci¨®n laboral no satisface sus expectativas y no les aporta la notoriedad social deseada. Otros son empresarios que pretenden establecer una legislaci¨®n y condiciones m¨¢s favorables a la peque?a y mediana empresa que ve en el Estado un freno a su actividad.
Estos paracaidistas de la pol¨ªtica tienen prisa. De ah¨ª que apuesten por un planteamiento unilateralista, de doble o nada. Si resulta, tienen mucho que ganar. Si no, se quedaran como estaban, pero no tienen tiempo ¡ªmuchos est¨¢n en sus cincuenta¡ª de participar en reuniones y actos para escalar posiciones en la estructura de un partido convencional si no es entrando por arriba. Esta pol¨ªtica de blitzkrieg combina con la situaci¨®n del expresidente Puigdemont y algunos de sus exconsejeros en B¨¦lgica y tambi¨¦n con el de los exdirigentes del PDeCAT encarcelados. Si la t¨¢ctica triunfa, el tiempo en el extranjero o en prisi¨®n se acortar¨¢, si no su actual situaci¨®n no cambia. La posici¨®n de aquellos que han permanecido en el PDeCAT, por contra, es totalmente opuesta. Estos cuadros han visto c¨®mo la irrupci¨®n de figuras externas copaba las listas electorales y puestos gubernamentales que esperaban para s¨ª tras a?os de militancia. Acostumbrados a obtener r¨¦ditos por las horas entregadas al partido y unas pautas de ascenso conocidas, se han incomodado con el r¨ªo revuelto. Tambi¨¦n cuadros como Marta Pascal forman parte de esta categor¨ªa tras pelearse con Puigdemont. Aunque al haber ido un paso m¨¢s all¨¢ y abandonar demasiado pronto el PDeCAT para fundar el Partit Nacionalista de Catalunya sus antiguos compa?eros no han querido pactar una coalici¨®n que, de nuevo, iba a limitar el espacio de la propia militancia. Con una propuesta electoral con un pie dentro y fuera del independentismo, el PNC hoy est¨¢ desaparecido en combate.
Frente al doble o nada de Junts, la propuesta de ERC aparece m¨¢s temperada, aunque el objetivo sea el mismo. Es as¨ª por dos motivos. El primero es que la doctrina que pregona Oriol Junqueras de abrir el espacio independentista a las dem¨¢s izquierdas no es nueva. Parte del planteamiento de Josep-Llu¨ªs Carod-Rovira ¡ªel renovador del independentismo catal¨¢n contempor¨¢neo¡ª que desde los a?os noventa trata de vaciar de contenido ¨¦tnico el movimiento en una tarea en la que, entre otros, ha contribuido el reconocido profesor de comunicaci¨®n y exconsejero Joan Manuel Tresserras. Bajo los esl¨®ganes de la Esquerra actual, pues, subyacen a?os de reflexi¨®n te¨®rica. El partido de centroizquierda pretende el poder institucional que anta?o ten¨ªa CiU con la diferencia de que el suyo es un planteamiento netamente independentista. Es, salvando las particularidades, lo m¨¢s parecido al SNP escoc¨¦s.
El segundo motivo es que ERC es un partido pol¨ªtico al uso. Por un lado, tiene gran dificultad para integrar profesionales no militantes en sus listas y cargos gubernamentales, puesto que lo que premia su estructura y por lo que velan sus integrantes no es por la competencia sino la adhesi¨®n incondicional y el carn¨¦. Por otro, una vez la direcci¨®n aprueba una l¨ªnea program¨¢tica conseguir que el conjunto de la organizaci¨®n acate, aunque haya contestaci¨®n interna, es factible. La mayor¨ªa de sus cuadros se enrolaron en ERC como militantes de sus juventudes, comenzando por su candidato Pere Aragon¨¨s. Para muchos de ellos todo su bagaje profesional pasa por la Administraci¨®n P¨²blica u organismos parap¨²blicos a los que han accedido no por meritocracia, sino por militancia. El partido en este caso ¡ªcomo bien sabia Ant¨°nia Maci¨¤¡ª no es un trampol¨ªn para una mejora de estatus como pretenden los paracaidistas de Junts, sino una herramienta para lograr un estatus. Por tanto, si la direcci¨®n atempera el discurso, acatan mientras el partido provea.
El esquema explica en gran medida el fondo de las distintas velocidades o radicalidad de discursos de las principales ramas del movimiento. Hasta la fecha las encuestas apuntan a que ERC y Junts pugnar¨¢n junto al PSC por la primac¨ªa electoral. Es aventurado lanzar pron¨®sticos, pero hay una variable que se contempla poco y que cabe tener en cuenta. El PDeCAT, el partido en el que se han quedado Artur Mas y Andreu Mas-Colell, comenz¨® la campa?a con un anuncio que invitaba a una persona mayor a votar a ¡°los de toda la vida¡±. En las redes gener¨® todo tipo de comentarios jocosos y de incomprensi¨®n por parte de sus oponentes. Sin embargo, la apelaci¨®n sobreentendida a Converg¨¨ncia tiene mucho sentido.
Existe un elector convergente que vot¨® Junts en 2017 que, a¨²n empatizando con la situaci¨®n de Puigdemont y de los presos, siente nostalgia de una imagen de Catalu?a que daban Jordi Pujol (antes de 2014) y Artur Mas muy distinta a la que ha proyectado Quim Torra. Ante la incertidumbre actual, este votante puede sentirse agotado de ver como se desballesta el propio tren al grito de Groucho Marx: ¡°?Traed madera!¡±, para saciar el fuego de la locomotora en su desenfrenada carrera por el Oeste. No es disparatado pensar que este elector sienta atracci¨®n por una propuesta sosegada y posibilista como la del PDeCAT. Es probable que por temor al virus acudan menos electores de edad avanzada a las urnas y ello le perjudique, pero si la candidatura de ?ngels Chac¨®n entra bien en la c¨¢mara catalana el futuro inmediato de Junts ser¨¢ m¨¢s radical, pero tambi¨¦n m¨¢s incierto.
Joan Esculies es historiador y periodista.
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