La democracia espa?ola ante su mayor desaf¨ªo
La fracasada reforma del Estatut y la fuerte crisis econ¨®mica explican el abrazo al independentismo de gran parte de la ciudadan¨ªa de Catalu?a
Cuarenta a?os despu¨¦s de que se restableciera la Generalitat y con ella el autogobierno m¨¢s amplio de su historia, los gobernantes de Catalu?a han decidido reventar el consenso constitucional del 78, enfrentar a gran parte de su ciudadan¨ªa con el Estado y llevar hasta el final un refer¨¦ndum de secesi¨®n que pone en riesgo la idea misma de Espa?a. Los catalanes despiertan este domingo plenos de inc¨®gnitas: si se dar¨¢ una verdadera votaci¨®n o ser¨¢ una movilizaci¨®n masiva, si la fractura social provocada por el soberanismo estallar¨¢ en la calle o si el desaf¨ªo puesto en escena llegar¨¢ a su consumaci¨®n con una declaraci¨®n unilateral de independencia. Tambi¨¦n confirmar¨¢n una certeza: ni la pol¨ªtica ni sus actores han sabido estar a la altura y evitar el choque.
La pregunta m¨¢s repetida en los ¨²ltimos a?os ha sido ¡°?en qu¨¦ momento se origin¨® esta crisis?¡±, y parece haber amplio consenso entre pol¨ªticos, acad¨¦micos y opinadores p¨²blicos en situarlo en la sentencia del Tribunal Constitucional de 28 de junio de 2010, que recort¨® 14 de los 223 art¨ªculos del Estatuto de Autonom¨ªa, reinterpret¨® otros 27 y neg¨® valor jur¨ªdico al t¨¦rmino ¡°naci¨®n¡± contenido en el pre¨¢mbulo. El texto estatutario hab¨ªa sido aprobado por el Parlamento catal¨¢n y el Congreso de los Diputados, y refrendado por los catalanes cuatro a?os antes. Ese consenso, sin embargo, est¨¢ cargado de matices que hacen mucho m¨¢s compleja toda esta historia.
La reforma del Estatut no hab¨ªa suscitado en sus or¨ªgenes el entusiasmo de muchos catalanes. Fue un compromiso electoral y un empe?o de Pasqual Maragall por demostrar que el catalanismo socialista era capaz de alcanzar mayores cotas de autogobierno y un encaje m¨¢s estable de Catalu?a en Espa?a. La promesa del entonces a¨²n candidato a la Presidencia del Gobierno, el socialista Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, en el mitin del Palau Sant Jordi en noviembre de 2003 ¡ª¡°Apoyar¨¦ la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento catal¨¢n¡±¡ª se convirti¨® en un bumer¨¢n, por su incumplimiento, que acab¨® desprestigiando a todos los protagonistas de este drama. La tramitaci¨®n de la nueva ley se le escap¨® de las manos al PSC, fue abandonada por poco ambiciosa por su socio en el tripartito, ERC, y acab¨® quedando en manos de CiU. Su l¨ªder en esos momentos, Artur Mas, acab¨® negociando el articulado final en un encuentro secreto en La Moncloa, decenas de cigarrillos mediante y al margen del Parlament, con el entonces ya presidente del Gobierno, Zapatero.
El Estatut tendr¨ªa a¨²n que pasar por la Comisi¨®n Constitucional del Congreso, donde sufrir¨ªa el ¡°cepillado¡± ¡ªen palabras del presidente de la comisi¨®n, el socialista Alfonso Guerra¡ª de algunos art¨ªculos de dudosa constitucionalidad, antes de ser aprobado por las Cortes, con el voto en contra del PP y de ERC.
El 18 de junio de 2006, finalmente, los catalanes lo votaban en un refer¨¦ndum. La abstenci¨®n super¨® el 50% (50,7%: diez puntos por encima de la registrada en 1979, cuando se vot¨® el primer Estatut). Ah¨ª podr¨ªa haber acabado todo, pero el PP decidi¨® llevar a los tribunales su batalla. El 31 de julio, Soraya Sa¨¦nz de Santamar¨ªa y Federico Trillo, en nombre del partido, presentaban ante el Constitucional un recurso contra 114 art¨ªculos y 12 disposiciones de la ley. Comenzaba una lucha judicial que se prolongar¨ªa durante cuatro a?os y que acabar¨ªa con la recusaci¨®n de varios magistrados del alto tribunal, la divisi¨®n en su seno en dos bloques enfrentados y la erosi¨®n de gran parte de su prestigio.
Golpe mortal
El 28 de junio de 2010 lleg¨® la sentencia. El tribunal preserv¨® la mayor parte del articulado, pero dio un golpe mortal a pretensiones como la de declarar preferente la lengua catalana, constituir un Poder Judicial catal¨¢n aut¨®nomo o ampliar las competencias fiscales de la comunidad. Y, sobre todo, hizo hincapi¨¦ en restar valor jur¨ªdico a la proclamaci¨®n de Catalu?a como naci¨®n.
El conflicto durmiente estall¨® en el peor momento, en medio de la mayor crisis econ¨®mica sufrida por Espa?a en d¨¦cadas. El independentismo aprovech¨® para traer a su causa, hist¨®ricamente minoritaria, a todos los indignados que, como en el resto de Espa?a, comenzaban a cuestionar el orden constituido y que encontraban un veh¨ªculo a sus aspiraciones en la idea de comenzar desde un principio en un nuevo Estado. Hasta el presidente de la Generalitat, el socialista Jos¨¦ Montilla, se sum¨® a esa ola de indignaci¨®n y arremeti¨® contra el Tribunal Constitucional ¡ª¡°lamentablemente desacreditado y moralmente deslegitimado para dictar esta sentencia¡±, dijo¡ª, en una comparecencia institucional televisada. Y sufri¨® las pitadas, al frente de una manifestaci¨®n de 400.000 catalanes, con la pancarta ¡°Som una naci¨®¡± a la cabeza.
La llegada al Palau de la Generalitat de Artur Mas, en diciembre de 2010, fue seguida por la de Mariano Rajoy al palacio de La Moncloa un a?o m¨¢s tarde. El nuevo president, un tecn¨®crata moderado forjado en la pol¨ªtica a la sombra todopoderosa de Jordi Pujol, compromet¨ªa todo su empe?o en enderezar la econom¨ªa de Catalu?a y se apoy¨® para ello parlamentariamente ¡ªse qued¨® a cuatro esca?os de la mayor¨ªa absoluta¡ª en el PP. Poco pod¨ªa sospecharse de la deriva futura de un pol¨ªtico que, a?os antes, en el libro Qu¨¦ piensa Artur Mas, hab¨ªa escrito: ¡°El concepto de independencia lo veo anticuado y un poco oxidado¡±, y que apostaba por la idea de una Espa?a plurinacional.
Hacer frente a la crisis econ¨®mica no iba a ser tarea f¨¢cil. Los recortes dr¨¢sticos en sanidad y en educaci¨®n agitaron la calle. Catalu?a sufri¨® un desplome de su gasto social del 26% entre 2009 y 2015 (m¨¢s de 5.000 millones de euros), lider¨® el n¨²mero de desahucios y dispar¨® su deuda. Mas comprob¨® en su propia piel la indignaci¨®n desatada en junio de 2011, cuando un helic¨®ptero tuvo que trasladarle a la sede del Parlament, donde se debat¨ªan los Presupuestos. M¨¢s de 2.000 ciudadanos indignados hab¨ªan rodeado la C¨¢mara catalana y se produjeron escenas de violencia nunca antes vistas en sede parlamentaria, con diputados insultados y agredidos y violentas cargas policiales.
El independentismo se hac¨ªa fuerte en la ola de la indignaci¨®n. Artur Mas fue testigo, desde la distancia de su posici¨®n institucional y sin implicarse, de la marea humana que sali¨® a la calle en la celebraci¨®n de la Diada, la fiesta de Catalu?a, del 11 de septiembre de 2012. La Guardia Urbana de Barcelona cifr¨® la asistencia en un mill¨®n y medio de personas.
El argumento se ofrec¨ªa en bandeja. Era necesario buscar un culpable fuera de Catalu?a, y ese no era otro que el Estado y su Gobierno central, con Rajoy a la cabeza. Comenzaron entonces a proliferar los argumentos que alimentaban un lema peligroso como la p¨®lvora: ¡°Espa?a nos roba¡±. Se aviv¨® la batalla de las balanzas fiscales y se logr¨® transmitir a gran parte de la ciudadan¨ªa la idea ¡ªen algunos aspectos justificada pero exagerada en cualquier caso¡ª de que Catalu?a daba m¨¢s de lo que recib¨ªa; que sufr¨ªa un agravio comparativo, respecto al resto de comunidades aut¨®nomas, que padec¨ªan en sus carnes, con peores servicios e infraestructuras, los catalanes de a pie.
Chantaje, desprecio
La Generalitat hizo suyas estas reclamaciones y las convirti¨® en una propuesta que era toda una bomba de relojer¨ªa: el Pacto Fiscal. Un concierto econ¨®mico similar al que disfrutan el Pa¨ªs Vasco o Navarra. La ruptura de la caja ¨²nica del Estado y la posibilidad de que Catalu?a ¡ªel 20% del PIB espa?ol¡ª gestionara en solitario sus ingresos y gastos, a cambio de entregar al Gobierno central una cuota anual para los gastos comunes y una limitada solidaridad interterritorial. Eso, en un momento en el que el Gobierno del PP deb¨ªa hacer frente a una situaci¨®n econ¨®mica catastr¨®fica que hab¨ªa hecho sobrevolar la idea de que el pa¨ªs acabara rescatado financieramente por la Uni¨®n Europea. Rajoy y Mas se reunieron en La Moncloa el 20 de septiembre de 2012. El no a la petici¨®n de m¨¢s autonom¨ªa fiscal fue rotundo. El primero interpret¨® el planteamiento como un chantaje. El segundo, como un desprecio. A partir de ese momento todo se descarrilar¨ªa.
Siete d¨ªas despu¨¦s de la malograda reuni¨®n, el Parlament lanzaba el desaf¨ªo. Aprobaba una resoluci¨®n en la que sosten¨ªa: ¡°Catalu?a debe empezar una nueva etapa basada en el derecho a decidir¡±. Y ped¨ªa a la Generalitat que preparara una consulta popular, ¡°prioritariamente en la pr¨®xima legislatura¡±. El lenguaje era ya claramente independentista. Se hac¨ªa referencia al ¡°derecho imprescriptible e inalienable de Catalu?a a la autodeterminaci¨®n, como expresi¨®n democr¨¢tica de su soberan¨ªa como naci¨®n¡±.
El sentimiento independentista, a¨²n en minor¨ªa, iba creciendo en las encuestas. Pero el principal beneficiario no ser¨ªa el nacionalismo de siempre, el de Converg¨¨ncia i Uni¨®, que mostraba un claro oportunismo al subirse a ese tren. La recompensa ser¨ªa para una formaci¨®n cuyos resultados hab¨ªan sido modestos hasta hac¨ªa bien poco a pesar de su relevancia hist¨®rica: Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
Artur Mas, confundido por el fervor en la calle, adelant¨® en dos a?os las elecciones auton¨®micas. El golpe fue duro. En esos comicios CiU perdi¨® 12 esca?os y ERC se convirti¨® en la segunda fuerza del Parlament, con 21 diputados, y en el motor impulsor de la deriva independentista desde las instituciones catalanas.
Un nuevo Parlament aprobaba una declaraci¨®n de soberan¨ªa y el derecho a decidir del ¡°pueblo de Catalu?a¡±. Era enero de 2013. Y comenz¨® entonces un juego del gato y del rat¨®n en el que, a cada decisi¨®n de la C¨¢mara catalana o del Govern, el Ejecutivo central de Rajoy respond¨ªa con un recurso ante el Tribunal Constitucional. Convencido de que lo que no es legal simplemente no es posible, el Gobierno de Rajoy fue incapaz de responder con una propuesta pol¨ªtica o con un proyecto para Catalu?a a una ofensiva que quebrantaba una y otra vez las leyes y la Constituci¨®n mientras vend¨ªa con inteligencia su objetivo ¨¦pico ¡ªel democr¨¢tico y pac¨ªfico David catal¨¢n frente al Goliat que representaba el Estado espa?ol¡ª a una parte cada vez m¨¢s numerosa de catalanes.
Se puso fecha a un refer¨¦ndum de independencia: el 9 de noviembre de 2014. Se fij¨® la doble pregunta: ¡°?Desea usted que Catalu?a se convierta en un Estado? En caso afirmativo, ?desea usted que Catalu?a sea un Estado independiente?¡±. Y se previ¨® dotaci¨®n econ¨®mica y log¨ªstica. El Gobierno de Rajoy emprendi¨® una carrera contrarreloj para frenar el desaf¨ªo en los tribunales, y lo consigui¨®: el Constitucional orden¨® la suspensi¨®n del 9-N. Fue sin embargo una victoria p¨ªrrica. Artur Mas pareci¨® resignado a acatar la sentencia, pero pas¨® a denominar a lo que segu¨ªa en marcha ¡°proceso participativo¡± (que tambi¨¦n fue suspendido por el tribunal, apenas cuatro d¨ªas antes de la fecha de la votaci¨®n). Dudas y discusiones en el seno del Gobierno de Rajoy ¡ªentre los que prefer¨ªan restar importancia a la consulta y mirar hacia otro lado y los que abogaban por frenarla¡ª llevaron a que no se reaccionara. 2,3 millones de catalanes acudieron a votar. Hubo un 33% de participaci¨®n. Sin sorpresas: el 80% opt¨® por la independencia.
Error de c¨¢lculo
Ante los ojos de muchos catalanes, se hab¨ªa votado. Y se consolid¨® la idea de que en un futuro cercano podr¨ªa volverse a hacer, con mayores garant¨ªas. Solo despu¨¦s el Gobierno, arrepentido de su error de c¨¢lculo, emprendi¨® acciones penales contra Artur Mas y los principales organizadores de la consulta en el Govern.
A medida que la idea de la independencia crec¨ªa, CiU iba empeque?eciendo. Los esc¨¢ndalos en torno a la familia Pujol y la financiaci¨®n del partido (el caso del 3%), las tensiones internas entre los socios de la coalici¨®n, y el sentimiento generalizado de que su independentismo era de conveniencia, llevaron a gran parte del electorado a preferir el original a la copia. CiU se rompi¨®. Converg¨¨ncia, que m¨¢s tarde se refundar¨ªa en el Partido Dem¨®crata Europeo de Catalu?a (PDeCAT), camufl¨® su deterioro bajo la coalici¨®n Junts pel S¨ª, junto a ERC. En las elecciones de septiembre de 2015 lograron 62 esca?os. Ni siquiera con esta alianza lograron la mayor¨ªa absoluta.
Iba a entrar en juego un nuevo actor que acelerar¨ªa la ruptura, radicalizar¨ªa el proceso y forzar¨ªa a romper los puentes que los m¨¢s moderados no se decid¨ªan a romper: las Candidaturas de Unidad Popular, la CUP, una izquierda extrema independentista a fuer de antinacionalista, heredera de aquella izquierda radical en cuyo entorno surgi¨®, a finales de los a?os 70 y principios de los 80, el terrorismo de Terra Lliure. Tras meses de interinidad, la CUP se hizo con la cabeza de Artur Mas ¡ªya por entonces imputado por el 9-N en un proceso que acabar¨ªa con su inhabilitaci¨®n¡ª e impuso, a cambio de su apoyo parlamentario para constituir un nuevo Govern, a un desconocido llamado Carles Puigdemont. Hasta entonces hab¨ªa sido alcalde de Girona. La CUP sab¨ªa lo que hac¨ªa. Hab¨ªa elegido al m¨¢s radical e independentista de entre las filas de la antigua Converg¨¨ncia.
Cronolog¨ªa del conflicto catal¨¢n
6 de diciembre de 1978. Refer¨¦ndum de la Constituci¨®n. El 91,09% de los catalanes vota s¨ª (el porcentaje m¨¢s alto de Espa?a junto al de Andaluc¨ªa). La participaci¨®n es del 67,9%, ocho d¨¦cimas m¨¢s que la media de Espa?a.
25 de octubre de 1979. Refer¨¦ndum del Estatut de Catalu?a: 88,1% de s¨ªes (59,6% de participaci¨®n).
13 de noviembre de 2003. En la campa?a a las elecciones catalanas, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero dice: "Apoyar¨¦ la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento catal¨¢n".
16 de noviembre. Tras 23 a?os en el poder con Pujol, CiU gana las elecciones pero pierde el poder. Maragall es president?gracias a la alianza del PSC con ERC e ICV. Se compromete a reformar el Estatut.
14 de marzo de 2004. El PSOE gana las generales y Zapatero ser¨¢ presidente.
30 septiembre de 2005. El Parlament aprueba el nuevo Estatut. Solo el PP vota en contra.
31 de enero de 2006. El PP lanza una campa?a contra el nuevo Estatut: "Todos tenemos derecho a opinar".
30 de marzo. El Congreso aprueba un Estatut rebajado con 189 votos a favor (PSOE, CiU, IU-ICV Y PNV) y 154 en contra (PP, EA y ERC, que se descolg¨® por los cambios).?
25 de abril. El PP presenta una proposici¨®n no de ley pidiendo un refer¨¦ndum en toda Espa?a sobre el Estatut, con el apoyo de cuatro millones de firmas.
?
18 de junio. Refer¨¦ndum del Estatut: 73,9% de s¨ªes. El 50,78% se abstiene.
Empujado por la CUP, el nuevo Govern, con Puigdemont en la presidencia y el l¨ªder de ERC, Oriol Junqueras, en la vicepresidencia, comenz¨® los preparativos para la ¡°desconexi¨®n¡± de Catalu?a. Se puso fecha a un nuevo refer¨¦ndum: 1 de octubre de 2017.
Esta vez el desaf¨ªo tendr¨ªa un aliado muy poderoso: el periodo m¨¢s largo de interinidad de la pol¨ªtica espa?ola. Casi un a?o con un Gobierno provisional del PP incapaz de abordar nada m¨¢s all¨¢ de las tareas ordinarias, un PSOE desgarrado en su propia guerra interna y una formaci¨®n populista de relevante peso parlamentario, Podemos, volcada en agitar los cimientos institucionales.
Todo ese tiempo fue aprovechado para crear la ficci¨®n de una realidad legal y administrativa paralela a la legalidad espa?ola: nuevas ¡°estructuras de Estado¡± para Catalu?a (su propia agencia tributaria, su propio ¡°ministerio¡± de Asuntos Exteriores...). Comenzaban a prepararse en secreto, al margen del Parlament, sucesivos borradores de una futura ley de transici¨®n jur¨ªdica y de una ley del refer¨¦ndum. Y, tambi¨¦n desde la sombra, la Generalitat pon¨ªa en marcha la log¨ªstica y los medios para celebrar una consulta ilegal.
Ante el golpe constitucional que se fraguaba, el Gobierno ¡ªRajoy ya investido gracias a la traum¨¢tica abstenci¨®n del grupo parlamentario socialista¡ª se prepar¨® para desplegar todo el peso del Estado. Se trataba de parar a toda costa la nueva ofensiva. Esta vez, se conjur¨® La Moncloa: no habr¨ªa refer¨¦ndum. La gravedad del desaf¨ªo lanzado obligaba a no descartar ninguna respuesta, pero se apost¨® todo a la contundencia de los tribunales. Posibles respuestas pol¨ªticas (una oferta de proyecto futuro para Catalu?a) o constitucionales (la intervenci¨®n temporal de las instituciones auton¨®micas) fueron descartadas por in¨²tiles o por demasiado arriesgadas.
Y en ese juego de astucia jur¨ªdica mutua, cegada ya cualquier otra salida, se han mantenido los dos actores principales de este drama. La Generalitat, impedida por sus propias acciones a dar marcha atr¨¢s, parapetada frente al Estado tras unos ciudadanos que han llegado a creer que esta vez es la definitiva. El Gobierno, empe?ado hasta el final en que la realidad, por muy tozuda que sea, si no es legal, no existe.
Una convivencia complicada
31 de julio. El PP recurre el Estatut ante el Tribunal Constitucional (TC). En el Estatuto de Andaluc¨ªa de 2007 hay 30 disposiciones pr¨¢cticamente id¨¦nticas a las impugnadas en el catal¨¢n, que en el caso andaluz no fueron recurridas.
1 de noviembre. CiU gana en Catalu?a, pero gobernar¨¢ Jos¨¦ Montilla gracias al pacto del PSC con ERC e IC-EUiA. Ciudadanos entra en el Parlament.
28 de junio de 2010. El Constitucional recorta 14 art¨ªculos del Estatut y reinterpreta otros 27.
10 de julio. 425.000 catalanes se manifiestan bajo el lema Som una naci¨® contra la sentencia del TC, la manifestaci¨®n m¨¢s numerosa de la democracia en Catalu?a hasta entonces.
28 de noviembre. CiU recupera el Govern tras ganar las auton¨®micas. El president ser¨¢ Artur Mas.
15 de junio de 2011. Seguidores del 15-M cercan el Parlament. Mas y otros 30 parlamentarios acceden en helic¨®ptero.
20 de noviembre. El PP gana las generales con mayor¨ªa absoluta.
11 de septiembre de 2012. La Diada es una exhibici¨®n de fuerza independentista por primera vez. Desde entonces lo ser¨¢ todos los a?os.
20 de septiembre. Rajoy y Mas se re¨²nen en La Moncloa. El president exige un pacto fiscal.?
27 de septiembre. El Parlament aprueba una resoluci¨®n: "Catalu?a debe empezar una nueva etapa basada en el derecho a decidir" e insta al pr¨®ximo Govern a "hacer una consulta, prioritariamente en la pr¨®xima legislatura". El PSC se abstiene. El texto proclama "el derecho imprescriptible e inalienable de Catalu?a a la autodeterminaci¨®n".
25 de noviembre. CiU pierde 12 esca?os en las elecciones adelantadas por Mas, pero mantiene el Govern gracias al apoyo de ERC (segunda fuerza).
23 de enero de 2013. El Parlament aprueba la declaraci¨®n de soberan¨ªa con los votos de CiU, ERC, ICV y CUP y la oposici¨®n de PSC, PP y Ciudadanos. Cinco diputados del PSC se ausentan. El Gobierno central impugna la resoluci¨®n en marzo.
12 de febrero. La Generalitat crea el Consejo para la Transici¨®n Nacional para preparar un refer¨¦ndum.
27 de septiembre. El Parlament aprueba tres resoluciones: una pide di¨¢logo con el Gobierno central para acordar un refer¨¦ndum; la segunda insta a fijar la fecha de este en 2013 y a trasladar al Congreso la solicitud para celebrarlo "con car¨¢cter urgente"; y la tercera resuelve que la Agencia Tributaria catalana asuma la gesti¨®n de todos los tributos de Catalu?a en julio de 2014.
28 de noviembre. La Generalitat incluye en sus Presupuestos cinco millones para la consulta.
12 de diciembre. Mas anuncia la consulta del 9 de noviembre de 2014 y fija las preguntas ¡ª"?Desea usted que Catalu?a se convierta en un Estado?" y "En caso afirmativo, ?desea usted que Catalu?a sea un Estado independiente?"¡ª tras pactarlo con ERC, ICV y la CUP.
25 de marzo de 2014. El Tribunal Constitucional anula la resoluci¨®n de soberan¨ªa.
8 de abril. El Congreso rechaza por 299 votos contra 47 la solicitud de la Generalitat de organizar un refer¨¦ndum.
26 de julio. Pujol admite que su familia tuvo una fortuna en el extranjero sin declarar.
26 de septiembre. El Parlament aprueba la ley de consultas. El 27 Mas firma el decreto del 9-N. El Gobierno la recurre tres d¨ªas m¨¢s tarde.
14 de octubre. Artur Mas llama a la consulta el 9-N.?
31 de octubre. El Gobierno impugna las actuaciones de la Generalitat relacionadas con el 9-N y el TC ordena su inmediata suspensi¨®n el 4 de noviembre.
9 de noviembre. Pese a la prohibici¨®n del TC, en la consulta no vinculante promovida por la Generalitat el 80,76% aprueba la creaci¨®n de una Catalu?a independiente, aunque la participaci¨®n se queda en el 33%. El Gobierno de Rajoy no intervino.
24 de febrero de 2015. La Generalitat crea el Comisionado para la Transici¨®n Nacional. El Gobierno recurre.
18 de junio. Uni¨® sale del Govern de Mas tras rechazar su plan de independencia. La formaci¨®n de Duran i Lleida se escindir¨¢.
1 de julio. El PSC, liderado por Miquel Iceta, renuncia a llevar en el programa la consulta soberanista.
27 de septiembre.CiU y ERC concurren unidos en Junts pel S¨ª a las elecciones catalanas, que plantean como plebiscitarias. Logran 62 esca?os. Sumados sus votos a los de la CUP, los independentistas representan el 47,74% de los votos. Ciudadanos se convierte en la principal fuerza de oposici¨®n (25 esca?os).
29 de septiembre. Artur Mas y las consejeras Joana Ortega e Irene Rigau, imputados por organizar el 9-N.
21 de octubre. La Guardia Civil registra la sede de Converg¨¨ncia y detiene a su tesorero por el caso 3%, un esc¨¢ndalo que estall¨® en 2005 sobre las comisiones de la Generalitat en obra p¨²blica.
9 de noviembre. En medio de las negociaciones para formar Govern, el Parlament aprueba una resoluci¨®n que "declara solemnemente el inicio del proceso de creaci¨®n de un Estado catal¨¢n independiente en forma de rep¨²blica" y proclama "la apertura de un proceso constituyente". El texto a?ade que en el proceso "no se supeditar¨¢ a las decisiones de las instituciones del Estado espa?ol, en particular del TC", al que rechaza por la sentencia de 2010. El TC anular¨ªa la resoluci¨®n.
10 de enero de 2016. Tras una larga negociaci¨®n con la CUP, Carles Puigdemont es investido tras la renuncia de Mas.
13 de marzo de 2017. Mas, inhabilitado por dos a?os. Rigau y Ortega, un a?o y seis meses y un a?o y nueve meses. Francesc Homs pierde su esca?o en el Congreso.
24 de mayo. Puigdemont env¨ªa una carta a Rajoy para negociar la consulta.
9 de junio. Puigdemont fija el refer¨¦ndum el 1-O y la pregunta: "?Est¨¢ usted de acuerdo con un Estado independiente en forma de rep¨²blica?".
6 y 7 de septiembre. El Parlament aprueba las leyes de refer¨¦ndum y desconexi¨®n en un pleno marcado por el enfrentamiento entre independentistas (Junts pel S¨ª y CUP) y constitucionalistas, y con la recomendaci¨®n en contra de los letrados de la C¨¢mara y del Consejo de Garant¨ªas Estatutarias. Ciudadanos, PP y PSC abandonan el Hemiciclo y Catalunya S¨ª que es Pot se abstiene.
11 de septiembre. 500.000 personas en la Diada.
21 de septiembre. El TC suspende la ley de ruptura.
Fuentes: Elaboraci¨®n propia y El proceso independentista de Catalu?a y la doctrina jurisprudencial (Antonio Bar Cend¨®n).
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