Dulzarrona
A veces los emporios del az¨²car adictivo y otros edulcorantes se ven obligados a pinchar sus refrescantes burbujas y despedir a gente
Hay empresas que nunca deber¨ªan despedir a su personal. Porque son empresas que esparcen su dulzura por el mundo vigilando, a la vez, nuestros niveles de az¨²car. Preocup¨¢ndose por nuestro bienestar f¨ªsico, mental, y nuestra formaci¨®n en valores. Multinacionales benefactoras que esparcen por cada recodo planetario un mensaje de paz. En sus plantas embotelladoras, un sentido de la vida luminoso hace tintinear las botellas que suenan a villancico. Hay empresas que tendr¨ªan que borrar de sus lexicones palabras como saldo, beneficio, cuentas, plusval¨ªa. Amor, amor, amor, incluso poliamor y sensibilidad queer. Respeto. To-le-ran-cia. Salud, solidaridad, resiliencia, ecolog¨ªa, familia tradicional y/o polim¨®rfica, alegr¨ªa, juventud, jubilados bailarines. Hay empresas que, por c¨®mo se proyectan en nuestras vidas cotidianas, deber¨ªan ser inscritas en los registros mercantiles como iglesias no sectarias y catedrales del coaching, la nutrici¨®n equilibrada, el antirracismo, el yin y el yang, los dientes sanos. Sin embargo, a veces estos emporios del az¨²car adictivo y otros edulcorantes se ven obligados a pinchar sus refrescantes burbujas y despedir a gente para poder emprender proyectos relacionados con su f¨¦rreo compromiso ante las devastaciones del cambio clim¨¢tico. Esquilman los acu¨ªferos de pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, pero esto no es importante porque la paz mundial y la sana competencia est¨¢n por encima de la tierra cuarteada y la fecha de caducidad de los alimentos para una trabajadora despedida. A veces, el alm¨ªbar muta en jarabe de palo.
Este introito es pertinente porque mi comit¨¦ secreto ¡ªcuento con un buen equipo¡ª me env¨ªa dos titulares: Coca-Cola inicia un ERE para 360 personas en Espa?a, el 10% de la plantilla y Coca-Cola refuerza su compromiso en la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Participamos de esta ceremonia de la confusi¨®n entre inter¨¦s econ¨®mico y filantrop¨ªa: yo he sido conferenciante en cursos de escritura promovidos por esta multinacional y es verdad que el alumnado aprend¨ªa mucho; leemos Contra Amazon de Jordi Carri¨®n en un Kindle; y Calle 13 declara que Adidas no los usa a ellos, sino al rev¨¦s. Es dif¨ªcil escapar de esta danza macabra de beneficios sociales colaterales y venta de valores light, que no engordan, pero van minando la inteligencia. Desconf¨ªo del mecenazgo empresarial en el tiempo de la destrucci¨®n de lo p¨²blico. De la sustituci¨®n, en los curr¨ªculos, de Erasmo de Rotterdam, la ense?anza del griego o la filosof¨ªa por un dulzarr¨®n humanismo de chichinabo pasado por el filtro de los concursos de redacci¨®n patrocinados. El premio escondido en la arom¨¢tica miga de rosc¨®n es una inclemente maquinita de hacer dinero. Cu¨¢nto nos queremos ¨²ltimamente. Ser¨¢ por las burbujas. Mientras se hace propaganda filantr¨®pica de una compa?¨ªa el¨¦ctrica, en la Ca?ada Real una ni?a saca el curso a la luz de una vela. Es m¨¢s honesta la publicidad que lava m¨¢s blanco. A esta epifan¨ªa se suma la visi¨®n de una caja de Amazon con la sonrisa bocabajo: el mimo de Bezos hacia su personal en contrapunto con la destrucci¨®n del comercio de proximidad. Es el pan, la golosina nuestra, de cada d¨ªa. Llevan mat¨¢ndonos de diabetes, amput¨¢ndonos miembros, provoc¨¢ndonos ceguera, desde 1892. Tambi¨¦n nos unen por Navidad, nos educan y nos quitan la sed.
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