Seguridad europea: de las palabras a los hechos
Al igual que se ha hecho con los fondos de recuperaci¨®n, los pa¨ªses miembros de la UE deben emprender un esfuerzo colectivo para tomar las riendas de su defensa antes de que nos obligue la pr¨®xima crisis
La covid-19 ha vuelto a demostrar la necesidad de m¨¢s cooperaci¨®n entre los miembros de la UE en tiempos de crisis. Tambi¨¦n ha puesto de manifiesto la capacidad europea de cooperar y elaborar una respuesta com¨²n pese a nuestras diferencias. As¨ª como la crisis financiera oblig¨® al BCE a convertirse en prestamista de ¨²ltimo recurso, la recesi¨®n causada por la epidemia ha empujado a los Estados a aprobar un plan de recuperaci¨®n por valor de 750.000 millones de euros, a pesar de la resistencia hist¨®rica de algunos pa¨ªses. Lo mismo ocurre con la defensa europea: tarde o temprano, el aumento de las amenazas estrat¨¦gicas obligar¨¢ a los europeos a tomar las riendas de su seguridad. Cuanto antes, mejor.
Si bien la atenci¨®n est¨¢ hoy centrada, con raz¨®n, en la salud p¨²blica, los europeos no deben perder de vista otros peligros sobre su seguridad. Ese es el motivo de que, por encargo del Institut Montaigne, el centro de reflexi¨®n franc¨¦s, hayamos presidido un grupo de trabajo que publica hoy un importante informe sobre este tema. El entorno estrat¨¦gico se ha deteriorado r¨¢pidamente desde los primeros a?os de este siglo, con un enfrentamiento entre EE UU y China, la vuelta del imperialismo ruso apoyado en el restablecimiento de su fuerza militar, la intervenci¨®n creciente de Turqu¨ªa en los pa¨ªses de su entorno y la extensi¨®n del yihadismo. El gasto militar mundial est¨¢ creciendo enormemente: de 1,114 billones de d¨®lares en 2000 a 1,917 billones de d¨®lares en 2019, con un incremento del 3,6% entre 2018 y 2019 (el mayor incremento anual desde 2010). M¨¢s en concreto, Europa est¨¢ rodeada de crisis, en el B¨¢ltico, Gibraltar, Bielorrusia, Ucrania, Oriente Pr¨®ximo, el Magreb y el Sahel. Y adem¨¢s del contexto estrat¨¦gico, Europa afronta otras crisis en una sucesi¨®n cada vez m¨¢s r¨¢pida: financieras, ciberataques, pandemias, atentados, manipulaci¨®n de informaciones, inversiones chinas en infraestructuras, tecnolog¨ªas y activos estrat¨¦gicos, y dependencia de Pek¨ªn para el abastecimiento de bienes esenciales, empezando por salud.
En este contexto, la respuesta tiene que ser de ¨¢mbito europeo. Aunque el enfoque comunitario suele ser dif¨ªcil, cuando resulta fruct¨ªfero es el ¨²nico que nos permite hacer frente a los problemas mundiales, como demuestra la dimensi¨®n sin precedentes del plan europeo de recuperaci¨®n. En un mundo cada vez m¨¢s dominado por superpotencias como EE UU, China, Rusia e India los pa¨ªses europeos no pueden competir de forma individual. Adem¨¢s, el hecho de que las nuevas amenazas sean h¨ªbridas exige un enfoque m¨¢s global y sist¨¦mico, que incluya los aspectos diplom¨¢ticos, militares, econ¨®micos, pol¨ªticos, informativos e incluso relacionados con la salud y la sociedad; la crisis de la covid-19 lo ha dejado claro. Algunas de estas amenazas h¨ªbridas rebasan instintivamente las fronteras nacionales y por tanto constituyen ¨¢reas naturales ¡ªy urgentes¡ª de cooperaci¨®n en proyectos concretos. Ejemplos de ello son la lucha contra el terrorismo, la protecci¨®n de infraestructuras cr¨ªticas, el control de las fronteras y el ciberespacio. Los pa¨ªses europeos, unidos, pueden y deben intensificar esfuerzos en estos ¨¢mbitos cruciales.
No obstante, pese a la firme ambici¨®n pol¨ªtica que muestra el deseo de una Comisi¨®n Geopol¨ªtica expresado por Ursula von der Leyen, los logros en defensa siguen siendo fr¨¢giles y persisten varias tensiones.
En primer lugar, sigue habiendo profundas diferencias entre los intereses geopol¨ªticos y las historias estrat¨¦gicas de los miembros de la UE. Se observa una divisi¨®n hist¨®rica entre muchos pa¨ªses del B¨¢ltico y Centroeuropa, que consideran que Rusia es la principal amenaza contra la seguridad, y otros como Francia, Espa?a, Italia y Grecia que miran hacia el sur, el Mediterr¨¢neo y ?frica. Para poder avanzar en la cooperaci¨®n es necesario un an¨¢lisis com¨²n de las amenazas. En este sentido, la Br¨²jula Estrat¨¦gica anunciada en Zagreb en marzo de 2020, cuya entrada en vigor est¨¢ prevista para principios de 2022, es un avance positivo. En segundo lugar, esta discrepancia entre la evaluaci¨®n estrat¨¦gica de riesgos y las diferencias de capacidad entre unos y otros exige una mayor flexibilidad a la hora de llevar a cabo proyectos relacionados con la defensa y la seguridad. En 2018, nueve Estados, entre ellos Francia y Espa?a, pusieron en marcha la Iniciativa Europea de Intervenci¨®n, un marco intergubernamental para promover iniciativas de actuaci¨®n con pa¨ªses dispuestos (y capaces). El dinamismo de la iniciativa es prometedor y ya ha producido resultados con el lanzamiento de la Operaci¨®n Takuba en el Sahel. Este enfoque flexible y pragm¨¢tico es un paso en la buena direcci¨®n hacia el objetivo de fomentar una cultura estrat¨¦gica europea y reforzar la capacidad de los europeos de actuar unidos y, de paso, superar determinados problemas derivados de la toma colectiva de decisiones.
En tercer lugar, un obst¨¢culo importante es la cuesti¨®n de la OTAN. Varios miembros (y no miembros) de la UE desconf¨ªan de la defensa europea porque consideran que pone en peligro la OTAN y la alianza con EE UU. Pero el hecho de que la UE tenga un papel m¨¢s importante en defensa no es incompatible con la OTAN, sino al contrario, es requisito indispensable para fortalecer la colaboraci¨®n transatl¨¢ntica, puesto que reafirma a la UE como socio fiable y s¨®lido. El refuerzo de la cooperaci¨®n europea en defensa debe llevarse a cabo con la OTAN, para reforzar el pilar europeo de la Alianza Atl¨¢ntica. Por eso, los europeos deben ver la elecci¨®n de Joe Biden como una oportunidad para demostrar a nuestro socio norteamericano que podemos ser m¨¢s activos y eficaces, ahora que EE UU mira m¨¢s a Asia.
Por ¨²ltimo, pero no menos importante, el n¨²cleo fundamental de los esfuerzos para aumentar la cooperaci¨®n en defensa es el desarrollo de capacidades. Es necesario establecer y racionalizar una base industrial y tecnol¨®gica de defensa europea. Desde 2016 se han creado varios instrumentos con este fin: la Cooperaci¨®n Estructurada Permanente, el Fondo Europeo de Defensa y la Revisi¨®n Anual Coordinada de la Defensa. Sin embargo, la reducci¨®n del dinero asignado al Fondo Europeo de Defensa de 13.000 millones a 7.000 millones de euros para el periodo 2021-2027 demuestra una falta de ambici¨®n en este ¨¢mbito. Y la crisis actual puede disminuir a¨²n m¨¢s el presupuesto. Por otra parte, la industria europea de defensa tiene un exceso de capacidad: el n¨²mero de empresas presentes en cada uno de los grandes sectores es de cinco por t¨¦rmino medio. Por ¨²ltimo, para proteger la base industrial hay que fomentar el principio de la preferencia por lo europeo en las adquisiciones militares, algo que no se hace hoy. Aunque cada vez es m¨¢s patente la conciencia europea de la situaci¨®n, todav¨ªa existe cierta distancia entre las palabras y los hechos. La d¨¦cada de 2020 va a ser decisiva para la construcci¨®n de Europa, que hay que reorientar ¡ªcomo ha puesto de relieve la pandemia¡ª hacia la gesti¨®n de crisis, la capacidad de proteger a sus ciudadanos y de garantizar la continuidad de la vida en todas las circunstancias. Por eso hoy, en colaboraci¨®n con el Institut Montaigne y en nombre de nuestro grupo de trabajo, hacemos una llamada de atenci¨®n a Europa: debemos emprender un esfuerzo colectivo para hacernos con las riendas de nuestra seguridad antes de que nos obligue a hacerlo la pr¨®xima crisis.
Bernard Cazeneuve es ex primer ministro de Francia y Nicolas Baverez es abogado, economista y especialista en defensa en el Institut Montaigne; ambos presiden el grupo de trabajo del Institut Montaigne sobre defensa y seguridad.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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