El valor pol¨ªtico del t¨¦cnico Draghi
El nombramiento de del t¨¦cnico y alto funcionario italiano, merece ser entendida a partir del esp¨ªritu de la Constituci¨®n como una expresi¨®n puramente pol¨ªtica
El nombramiento de Mario Draghi sigue entendi¨¦ndose dentro de una perspectiva estrictamente t¨¦cnica. Es un error. La insistencia en el solucionismo tecnocr¨¢tico, en cierto modo problem¨¢tico, que preside este nombramiento que probablemente cortocircuite la inadecuaci¨®n de la clase pol¨ªtica italiana contempor¨¢nea, corre el riesgo de descuidar la dimensi¨®...
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El nombramiento de Mario Draghi sigue entendi¨¦ndose dentro de una perspectiva estrictamente t¨¦cnica. Es un error. La insistencia en el solucionismo tecnocr¨¢tico, en cierto modo problem¨¢tico, que preside este nombramiento que probablemente cortocircuite la inadecuaci¨®n de la clase pol¨ªtica italiana contempor¨¢nea, corre el riesgo de descuidar la dimensi¨®n altamente pol¨ªtica y profundamente constitucional del Gobierno naciente.
Quiz¨¢s no nos hayamos dado cuenta de ello por el duro contexto en el que vivimos desde hace casi un a?o, pero el nombramiento de Mario Draghi llega en un momento excepcional y de gran urgencia. En la alocuci¨®n del presidente Sergio Mattarella, que encomienda al expresidente del BCE la tarea de formar un Gobierno ¨Dcomo en la de Mario Draghi¨D, la palabra ¡°urgencia¡± asume un papel crucial. Draghi atribuye su propio nombramiento a un argumento que atribuye expl¨ªcitamente a Mattarella: ¡°La conciencia de la urgencia requiere respuestas a la altura de la situaci¨®n¡±.
La urgencia del nombramiento de Draghi no debe vincularse ¨²nicamente a la pandemia. La profunda crisis del sistema pol¨ªtico italiano es anterior y duradera, aunque ha sido fuertemente agravada por la covid-19. En la convulsi¨®n de la crisis sanitaria, econ¨®mica, pol¨ªtica e institucional que atraviesa la Rep¨²blica italiana, nadie puede dudar ya de que existe un riesgo real de que una fuerza de extrema derecha con ascendencia fascista pueda determinar el Gobierno del pa¨ªs en un futuro bastante cercano, sacando a la vida pol¨ªtica italiana de la forma republicana y del proceso de integraci¨®n europea.
Por lo tanto, el papel que el presidente de la Rep¨²blica ha concebido para Mario Draghi deber¨ªa leerse desde sus prerrogativas constitucionales frente a esta urgencia. A este respecto, cabe recordar que la Constituci¨®n italiana proclamada en 1948 y a¨²n vigente en la actualidad ha sido fuertemente orientada contra el posible retorno de cualquier fuerza fascista al poder. El esp¨ªritu de la Constituci¨®n, por tanto, no se limita a contemplar el riesgo existencial al que se enfrenta la Rep¨²blica, sino que exige una respuesta.
La acci¨®n del presidente de la Rep¨²blica puede situarse por tanto en este estado de emergencia en el que Draghi se convierte en la principal opci¨®n para impedir el advenimiento del escenario l¨ªmite contra el que se dise?¨® la misma Constituci¨®n.
De ah¨ª la necesidad de un Gobierno no tanto de unidad, ni de salvaci¨®n nacional, sino con otra ambici¨®n mucho m¨¢s dif¨ªcil de alcanzar: la reconstituci¨®n de un espacio institucional capaz de conducir, en un contexto de absoluta volatilidad parlamentaria y de licuaci¨®n de los partidos, el juego de las fuerzas pol¨ªticas hacia un centro de gravedad republicano ofreci¨¦ndoles participar, transform¨¢ndose, en la reconfiguraci¨®n del espacio pol¨ªtico.
La reacci¨®n de los partidos demuestra que este proceso de reconstituyente es en acto. Con la ¨²nica excepci¨®n de los Fratelli d¡¯Italia, partido que se ha situado repetidamente en una relaci¨®n ambigua con la historia del Partido Fascista italiano, todas las fuerzas pol¨ªticas parlamentarias parecen aceptar este nuevo punto de partida, vi¨¦ndose as¨ª abocadas a seleccionar personalidades eminentes para participar en la iniciativa gubernamental y a marginar las posiciones m¨¢s extremas. No hay que subestimar el impacto pol¨ªtico de esta transici¨®n: la Lega y el Movimiento Cinco Estrellas, que hasta hace poco hac¨ªan campa?a por la salida del euro, parecen ahora destinados a apoyar, directa o indirectamente como presidente del Consejo, al hombre del whatever it takes. Su inclusi¨®n conduce as¨ª a una transformaci¨®n consensuada y democr¨¢tica.
Para consolidar esta din¨¢mica, Mario Draghi describi¨® expl¨ªcitamente la orientaci¨®n fundamental que pretende dar a su iniciativa ejecutiva: su Gobierno estar¨¢ llamado a utilizar los ¡°recursos extraordinarios de la UE¡± para aprovechar ¡°la oportunidad de hacer mucho por el pa¨ªs pensando en el futuro de las j¨®venes generaciones y en el restablecimiento de la cohesi¨®n social¡±. Draghi llevar¨¢ sin duda a cabo, de manera pragm¨¢tica, pol¨ªticas econ¨®micas de protecci¨®n, apoyo y recuperaci¨®n, tratando de recuperar, por ejemplo, el voto de los peque?os empresarios del noreste representados en la Lega por la corriente ¡°romanizada¡± de Giorgetti (ministro de Desarrollo Econ¨®mico), o el de los desempleados m¨¢s o menos j¨®venes del sur que vieron en la ¡°renta de ciudadan¨ªa¡± una tabla de salvaci¨®n.
En este sentido, y de forma similar a lo que hizo el Gobierno de Carlo Azeglio Ciampi en 1993, que hab¨ªa sancionado el nacimiento de la llamada ¡°segunda rep¨²blica¡±, este Gobierno podr¨ªa pretender impulsar un programa de emergencia en el marco de una agenda europea m¨¢s amplia que permita a los distintos partidos y a sus dirigentes replantearse sus responsabilidades, m¨¦todos y prioridades.
Al menos en esto la vocaci¨®n de Draghi, el t¨¦cnico y alto funcionario, merece ser entendida a partir del esp¨ªritu de la Constituci¨®n como una expresi¨®n puramente pol¨ªtica.
Alberto Alemanno es profesor titular de la c¨¢tedra Jean Monnet de Derecho Europeo en la ?cole des Hautes ?tudes Commerciales (HEC) de Par¨ªs.
Gilles Gressani es director del Grupo de Estudios geopol¨ªticos y de la revista ¡®Grand Continent¡¯, y profesor en Sciences Po Paris.