S¨ª, juro
El juramento es un rito oral y gestual con el que se expresa la confianza en la vida de la representaci¨®n pol¨ªtica y un compromiso con la perpetuaci¨®n del sistema democr¨¢tico
Porque no somos ni fiables ni cre¨ªbles, juramos. Es lo que escribi¨® all¨¢ lejos y hace tiempo el fil¨®sofo Fil¨®n de Alejandr¨ªa: ¡°Los hombres recurren al juramento porque son infieles y carecen de credibilidad¡±. En la pol¨ªtica como en el amor. Un ritual cargado de significaci¨®n c¨ªvica y republicana. Con cada juramento se renueva y reafirma un nuevo pacto con la democracia, hija dilecta de la Rep¨²blica. Tan solo dos palabras, ¡°S¨ª, juro¡±, un rito oral y gestual con el que se expresa la confianza en la vida de la representaci¨®n pol¨ªtica y un compromiso con la perpetuaci¨®n del sistema democr¨¢tico. Los juramentos emocionan, y cuesta confesar a riesgo de parecer cursi o sentimental. La emoci¨®n humaniza y nos protege del cinismo, ¡°son todos iguales¡±, el desd¨¦n por la pol¨ªtica que le abre las puertas a los megal¨®manos que se ponen por encima de la ley. Los aut¨®cratas que confunden Estado con Gobierno, inventan sus propias f¨®rmulas de lealtad personal y han puesto en riesgo a la democracia liberal, cuya escenificaci¨®n m¨¢s temida es la que vimos en el asalto al Capitolio. Por eso, la ceremonia de juramento de la pareja presidencial de Estados Unidos de Joe Biden y Kamala Harris se llen¨® de emoci¨®n, intuida a trav¨¦s de ¡°los tapa bocas¡±, ¡°barbijos¡± o ¡°mascarillas¡±, ese admin¨ªculo que, por rid¨ªculos, podr¨ªan haber distorsionado la ceremonia. Pero no, como sucede con los que reinciden en el matrimonio, triunf¨® el temor a perder lo que no siempre valoramos y la esperanza de enmendar los errores, hacerlo mejor, sobre la experiencia pasada, la prepotencia del poder personal. A¨²n con la boca cubierta, se impuso la palabra, el bien decir, sin insultos ni ofensas. Al final, la democracia es el sistema de la palabra libre, una escuela de argumentaci¨®n y respeto. Y tambi¨¦n poes¨ªa como nos conmovi¨® la joven Amanda Gorman.
En el primer siglo de nuestra era los juramentos se refer¨ªan a la religi¨®n, el perjuro corrompe la verdad; luego a la justicia, el falso testimonio le abre las puertas a nuevas injusticias. M¨¢s cercano a nuestro tiempo, el ritual del juramento es el acto primero que une la ley a la vida con los otros, la pol¨ªtica. Cada cuatro a?os, simb¨®licamente, el poder se vac¨ªa para que los ciudadanos lo llenen con sus votos. Ese delegar la confianza en otros para que tomen decisiones en nuestro nombre, sustento de la democracia. El triunfo sobre la violaci¨®n de la palabra empe?ada, el perjuro y las promesas incumplidas. El juramento, como su incumplimiento, forman parte de la historia republicana. Una promesa con el ¡°deber ser¡± y, a la vez, una afirmaci¨®n con los principios de igualdad y libertad.
?A qu¨¦ se jura? A la patria, esa palabra tan mal connotada por aquellos que la invocan, pero luego no reconocen como sus iguales a los compatriotas. A la Constituci¨®n, esa Carta Magna a la que debemos ce?irnos sin adaptarla ni interpretarla a la luz de los intereses grupales o partidarios. A Dios, ese ser que nos habita y con el que solo podemos vivir serenos si no nos contrariamos a nosotros mismos. Una liturgia que naci¨® sagrada y la pol¨ªtica pidi¨® prestada a la religi¨®n toda vez que la vida fue amenazada por las guerras y las tiran¨ªas: la ley como salvaguarda para ordenar el caos que amenaza la vida. Un an¨®nimo jur¨ªdico dice que las Constituciones son chalecos de fuerza que los pueblos se ponen encima en momentos de lucidez para evitar desquiciarse en tiempos de locura. Se jura sobre la promesa de cumplir con la letra escrita de la Constituci¨®n.
Un te¨®rico de la democracia, Tzvetan Todorov, por haber vivido el primer tercio de su vida ¡°en un pa¨ªs totalitario¡±, Bulgaria, y los otros dos en Francia, una democracia liberal, pudo reconocer las amenazas al sistema de las libertades. En su libro Los enemigos ¨ªntimos de la democracia, recuerda que para los griegos el peor defecto de la acci¨®n humana era la desmesura, ¡°la voluntad ebria de s¨ª misma, el orgullo de estar convencido de que todo es posible¡±. La virtud pol¨ªtica, en cambio, es la prudencia, la templanza, la moderaci¨®n. Por eso, no es menor ni irrelevante repetir las f¨®rmulas del juramento establecidas por la Constituci¨®n. El reiterado ¡°S¨ª, juro¡± ha ido configurando una liturgia republicana y la confianza en el pacto democr¨¢tico. Toda alteraci¨®n presupone no solo una desmesura sino una manifestaci¨®n de desprecio a la democracia. El ¨²nico sistema que se modifica con el tiempo, ya que las sociedades m¨¢s innovadoras y creativas son aquellas en las que se vive en libertad, sin patrullaje ideol¨®gico, con la ¨²nica exigencia de la responsabilidad con ese privilegio que es vivir sin coacciones. Al final, no fueron los hombres los que inventaron la pol¨ªtica, nos advierte el mismo Todorov. Numerosas especies de animales dan muestras de organizaci¨®n social, establecen entre ellos ¨®rdenes de jerarqu¨ªa complejos que regulan los conflictos de inter¨¦s entre los distintos grupos. Pero solo los hombres introdujeron principios que trascienden las costumbres y los intereses. Son esos principios, la libertad y la igualdad ante la ley los que deben guiar las acciones pol¨ªticas de la democracia. Ah¨ª radica su riqueza: porque es cambiante con el tiempo, el juramento la perpet¨²a como tradici¨®n.
Norma Morandini es periodista, escritora y fue diputada y senadora argentina.
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