Cuando creemos que tenemos raz¨®n
El verdadero problema de convivencia es que todos tenemos una causa abierta con el pasado
Mar Torres (exnovia de Froil¨¢n) concedi¨® hace unas semanas una entrevista al semanario Hola para hablar de amor, moda y tendencias. Una entrevista m¨¢s a una heredera m¨¢s. Una respuesta destacaba sobre las dem¨¢s, casi al cierre. ¡°Mi familia ha decidido que no contin¨²e con el negocio familiar¡±. Mar Torres es heredera del emporio Fuertes (El Pozo, entre otros) y la espa?ol¨ªsima tradici¨®n nepotista sugiere que lo suyo, por ley, es que Mar se encargue en un futuro de dirigir la empresa o, por lo menos, de llevar las relaciones p¨²blicas.
Por fortuna para Mar Torres, el desplante que le ha hecho la familia lo ha vivido como una liberaci¨®n, porque su vocaci¨®n es ser influencer y qui¨¦n sabe si en un futuro no subir¨¢ un escal¨®n para ser ¡°creadora de contenidos¡±. Hoy por hoy, Mar Torres es la excepci¨®n, la aut¨¦ntica flor revolucionaria.
En Espa?a, los ministros tienen hijos ministros, los dentistas, hijos dentistas, los guardias civiles tienen hijos guardias civiles, y as¨ª hasta llegar a los estratos m¨¢s desfavorecidos. El legado desaparece s¨®lo en los trabajos de alta dedicaci¨®n manual como papeler¨ªas, droguer¨ªas, pasteler¨ªas, y panader¨ªas. Pero ¨¦chenle un ojo a ministerios, peri¨®dicos, televisiones. Siempre est¨¢n el hijo de y el sobrino de, que, al margen de su val¨ªa, han gozado desde ni?os de todos los contactos, consejos y atajos. La movilidad social en Espa?a es escasa.
La movilidad ideol¨®gica es otra cosa. Quienes hemos crecido tras el 23-F hemos sufrido el bombardeo impenitente de adultos que, sin ser interrogados, se lanzaban a glosar sus aventuras corriendo delante de los grises, y ya despu¨¦s, su imprescindible papel en la movida. Lamento comunicar que si toda la gente que asegura haber corrido delante de los grises lo hubiera hecho, Franco no hubiera muerto como jefe de Estado, y si toda la gente que asegura haber frecuentado el Rockola se hubiera pasado alguna vez por all¨ª, lo underground hubiera sido escuchar a Los Pecos. En el banquillo se hallaban los franquistas ¡ªla mayor parte de la poblaci¨®n, es de suponer¡ª apretando los dientes. No es de extra?ar que ahora que llegan a la edad adulta haya sobresaltos en estas generaciones que sufrieron la turra hom¨¦rica de unos padres que no ten¨ªan mucha m¨¢s ideolog¨ªa que la sed de admiraci¨®n.
Estas semanas han sido noticia dos personas nacidas en democracia. La primera es Isabel Medina Peralta; la segunda, Pablo Has¨¦l. Y son el inevitable producto de la plaga que asola nuestro pa¨ªs: los padres brasas. El caso de Isabel Medina Peralta (la estilosa joven que culpa al jud¨ªo, en general, de todas las desgracias de Occidente) es complejo. Hija de un se?or que era felizmente an¨®nimo (y muy de derechas, reciclado en lo que quiera que sea ahora el PP), y de una se?ora que tiene una escuela budista en la otra punta de Espa?a, pinta que es una de esas personas a las que nadie les ha hecho caso nunca y que han recalado en un grupo en el que se sienten acogidas. Ella pronunci¨® el err¨¢tico e inesperado discurso que le conducir¨¢, m¨¢s pronto que tarde, a juicio.
El otro caso, mucho m¨¢s problem¨¢tico, es Pablo Has¨¦l. Hijo de potentado y nieto de un militar franquista con fama de s¨¢dico, se ha convertido en el s¨ªmbolo de la injusta ley mordaza, posici¨®n que no consiguieron ni los de Mongolia, Homo Velamine, Batall¨®n de Castigo, o M¨¢s que Palabras. Si Pablo Has¨¦l hubiera nacido en Alemania en 1916, probablemente le hubiera dado por culpar a los jud¨ªos de todos los males (aunque esto ya lo hace). Si Isabel Medina Peralta hubiera nacido en el seno de una familia jud¨ªa inmigrante en el Nueva York de 1900, quiz¨¢s se hubiera dedicado a bailar al ritmo de las big bands. En un mundo en el que el pasado se descompone y se reconstruye a gusto del espectador, los motivos personales son un motor mucho m¨¢s potente que las ideolog¨ªas, esas cosas tan aburridas sobre las que hay que leer y hasta pensar. El odio, eso s¨ª que es un mensaje claro: florece de las v¨ªsceras y se puede explicar en el texto de una camiseta. Para qu¨¦ m¨¢s. Cuando a estos personajes se les pase, que se les pasar¨¢, el ramalazo victimista, dejar¨¢n a un lado la lucha y pasar¨¢n a hacer lo que han hecho sus padres, y antes de ellos sus abuelos: romantizar sus circunstancias vitales, sus ideas y su papel en una historia inexacta y anodina.
Quiz¨¢s alguno recuerde la pel¨ªcula T¨² est¨¢s loco, Briones. Un falangista es ingresado en un psiqui¨¢trico porque no entiende la Espa?a democr¨¢tica. En una visita de su esposa, ¨¦l pregunta: ¡°?T¨² sabes por qu¨¦ ganamos la guerra?¡±. ¡°Yo qu¨¦ s¨¦, porque ten¨ªamos m¨¢s ca?ones¡±. Briones, enfurecido, responde: ¡°?No! Porque ten¨ªamos raz¨®n¡±. Este es el verdadero problema de convivencia, que todos creemos que llevamos la raz¨®n, porque todos tenemos alguna causa abierta con el pasado, casi siempre personal, y a menudo con los padres que nos dejaron un puesto fijo en el gremio al tiempo que una revoluci¨®n pendiente. De momento, aqu¨ª la ¨²nica ¨¢crata es Mar Torres. La posmodernidad es una monta?a rusa en la que nadie ha pedido subir, y de la que nadie puede bajar.
Jimina Sabad¨² es escritora y directora de cine.
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