Con los j¨®venes
La pol¨ªtica espa?ola debe centrarse en la end¨¦mica injusticia social juvenil
Espa?a afronta una serie de desaf¨ªos de enorme trascendencia que tienden a monopolizar la atenci¨®n. El reto de la pandemia destaca en primer plano; las turbulencias que afectan a la forma y la dimensi¨®n territorial del Estado causan honda inquietud; las disfunciones de una pol¨ªtica que no garantiza una vida institucional serena irritan. Todos ellos son problemas grav¨ªsimos. Pero no justifican la insuficiente atenci¨®n a un mal end¨¦mico de la sociedad espa?ola: la incapacidad de abrir dignamente paso a sus generaciones j¨®venes. Es notorio que Espa?a est¨¢ en el furg¨®n de cola de Europa en cuanto a fracaso escolar y tasa de paro juvenil. Urge buscar soluciones.
Es un problema sist¨¦mico, que tiene ra¨ªces en el sistema educativo, en el mercado laboral, en la estructura y cultura empresarial, en el acceso a la vivienda. Requiere por tanto respuestas sist¨¦micas. A la vista del panorama pol¨ªtico espa?ol, no cabe esperar iniciativas de amplio consenso; pero s¨ª se puede reclamar que el asunto est¨¦ en el centro del debate pol¨ªtico tal y como est¨¢ intentando en Italia Mario Draghi, quien se refiri¨® repetidamente a esta cuesti¨®n en su discurso de investidura.
En el apartado educativo, si bien Espa?a ha registrado mejoras y elevado considerablemente su porcentaje de licenciados en las ¨²ltimas generaciones, sigue habiendo graves problemas, desde las mencionadas altas tasas de abandono prematuro hasta una insuficiente cuota de estudiantes en las ramas universitarias cient¨ªficas y tecnol¨®gicas o el deficitario engarce con el mundo empresarial.
En el laboral, es notoria la brutal tendencia a la precariedad, que se ensa?a especialmente con aquellos que intentan entrar en el mercado, minando gravemente no solo sus perspectivas profesionales sino tambi¨¦n las personales. Hay por otra parte inquietantes indicios de una ca¨ªda en los salarios de entrada en el mercado. Todo ello adem¨¢s dificulta la movilidad interna, ya que cuesta trasladarse con contratos precarios y de bajo salario.
No facilitan las cosas la estructura empresarial espa?ola, con una cuota excesiva de peque?as empresas; un ambiente de negocios no muy propicio al emprendimiento; y un mercado de la vivienda hostil en los grandes centros urbanos, con una presencia p¨²blica en el sector del alquiler inferior a la media europea que falla en reequilibrar las din¨¢micas del mercado, lo que sufren especialmente los j¨®venes y complica el independizarse.
Las consecuencias de esta situaci¨®n son nefastas: en primer lugar, por supuesto, para los afectados, que no pueden disfrutar de sus vidas con la plenitud que merecen; pero tambi¨¦n para la sociedad en su conjunto, que no aprovecha bien su potencial, ve crecer bolsas de desafecci¨®n pol¨ªtica y agravarse la crisis demogr¨¢fica.
Se?alar y afrontar este problema no es una actitud paternalista hacia generaciones que saben lo que quieren igual que las anteriores: es una elemental cuesti¨®n de justicia social y reparto ecu¨¢nime del progreso. Otros segmentos de la sociedad que tambi¨¦n sufren situaciones de injusticia est¨¢n m¨¢s presentes en el debate social. La cuesti¨®n juvenil lo es mucho menos de lo que conviene.
Espa?a entra en una fase de gran potencial renovador con los fondos europeos. La UE vincula ese dinero a dos conceptos: desarrollo verde y digital. Espa?a deber¨ªa a?adir un tercer pilar a esa arquitectura: tender puentes para que los j¨®venes puedan desplegar su talento y sus vidas.
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